El PP del futuro necesita lo mejor del PP del pasado

El PP del futuro necesita lo mejor del PP del pasado

La imprescindible regeneración del Partido Popular pasa por recuperar los principios liberales. Para afrontar el futuro de un modo óptimo, la formación de Génova 13 necesita volver a lo mejor de su pasado. Un esplendor que nos retrotrae de manera incuestionable a 1996. Entonces, un PP con hondo poso liberal empezó a poner los cimientos del mayor periodo de prosperidad que ha vivido nuestro país desde la Transición hasta nuestros días. Ocho años de crecimiento (1996-2004) que nos convirtieron en el paradigma económico de la comunidad internacional y que estuvieron marcados por la entrada en el Euro, el equilibrio presupuestario y una política de impuestos alejada del mero afán recaudatorio. Ese espíritu de prosperidad —con técnicos de primerísimo nivel como el profesor José Barea— es el que trata de recuperar el senador José Ramón Bauzá con su «regeneración liberal».

Más allá del nombre concreto que acabe presidiendo el partido —una mujer o un hombre con la misión de aunar fuerzas para liderar un proyecto sólido— los populares necesitan un proyecto intelectual sobre el que asentarse. Devolver la ilusión y la esperanza a los miles de votantes que han perdido en los últimos tiempos, desencantados por lo que consideran una trayectoria errante del partido con respecto a sus principios tradicionales. La regeneración es imprescindible, la necesidad de limpieza, inopinable, pero todo ello ha de estar aderezado por una base ideológica sólida si el PP quiere recuperar la preponderancia en el centroderecha español. Bauzá propone una serie de recetas que suenan al Partido Popular primigenio: rebaja de impuestos, defensa de la libertad educativa, iniciativa privada, captación de empresas y, con especial interés y énfasis, férrea oposición constitucionalista ante las veleidades del separatismo.

Una oposición que pretende catalizarse a través del control absoluto de la financiación destinada a la Generalitat para evitar así la malversación y la constante financiación del golpe de Estado separatista. Si en 1996 el PP logró resucitar una economía que había sido arrasada por el Partido Socialista, ahora el reto que tiene el próximo presidente es plantar cara a los independentistas, reducir el populismo comunista a la marginalidad y volver a hacer de las palabras «estabilidad» y «crecimiento» las banderas de España. Si en Génova 13 consiguen volver a los principios liberales y recuperar a los votantes desencantados, el PP será otra vez una máquina casi invencible de ganar elecciones. Sobre todo porque, además, el contexto de inestabilidad política e institucional hace imprescindible la vigencia de una formación sólida en el espectro de centroderecha.

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