No se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo
Uno de los más grandes políticos de la historia, el ex presidente de Estados Unidos Abraham Lincoln, dejó una sentencia para la posteridad que bien podría resumir la trayectoria de Ignacio González: «Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo». El ex presidente de la Comunidad de Madrid (2012-2015) ha utilizado todos los mecanismos en su mano para tratar de compatibilizar sus trapicheos con la actividad política sin tener que rendir cuentas ante la Justicia. La mentira ha sido su modus operandi, justo lo contrario de lo que debería ser el comportamiento de un representante público. Para ello no dudó en activar todos los resortes a su alcance.
Un ejemplo fue la destitución del comisario general José Enrique Rodríguez Ulla, hombre que investigó el lujoso dúplex de Marbella y que fue cesado por el Ministerio del Interior a causa de esa investigación. El engaño y la mentira también marcaron su actuación en el caso del Canal Isabel II, institución que González presidió de 2003 a 2012. Bajo su mandato, la empresa pública trató de ocultar que había adjudicaciones destinadas a fines espurios. Ahora, el fin de su larga escapada parece estar a la vuelta de la esquina. En la operación dirigida por el juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco —y apoyada por la Fiscalía Anticorrupción y contra el Crimen Organizado— los investigadores han detectado el pago de comisiones y sobreprecios por parte del Canal para la compra de empresas en Brasil y Colombia.
A expensas de lo que dictaminen finalmente las investigaciones, Ignacio González está en una encrucijada de la que difícilmente saldrá airoso. Hace tan solo una semana, la Fiscalía solicitaba a la titular del Juzgado de Estepona (Málaga) que prorrogara las investigaciones para desentrañar el caso del célebre dúplex que El Mundo sacara a la luz hace ya más de cinco años. En toda esta maraña de investigaciones, informes y pesquisas, una realidad numérica habla por sí sola: el antiguo jerarca autonómico pagó 4 millones de euros en bienes inmobiliarios con un sueldo mensual de 5.800 euros. No hace falta ser Pitágoras de Samos para saber que las cuentas no salen de ninguna manera. Ignacio González y el banquillo de los acusados es un binomio a punto de unirse.