CARPE DIEM

¿Necesidad o despilfarro?

¿Necesidad o despilfarro?
¿Necesidad o despilfarro?

La plataforma del tren de Llevant lleva reivindicando desde 1998 la llegada del ferrocarril a Cala Rajada. Pero ahora, miren por donde, 24 años después, el Govern -a un año de las elecciones, algo que suena a electoralismo- ha anunciado que tiene la intención de invertir un millón de euros en tres estudios para ampliar la red ferroviaria: el tren de Manacor hasta Artà y Cala Millor, la línea Migjorn Palma-Campos y la prolongación de la línea de Sa Pobla hasta Alcúdia. Pero para los defensores del tren, todo ello supone una burla ya que nada se ha hecho desde que el año 2003 el tren llegó a Manacor.

El plazo para ejecutar los estudios de viabilidad en cuestión, sin los cuales no hay proyectos, es de seis meses. Y de aquí, según los casos, a la eternidad. Porque, por ejemplo, el proyecto de tren a Alcúdia se planteó ya durante la segunda legislatura de Antich pero se quedó en estudios previos, no se iniciaron las obras y de este asunto nunca más se supo. Y en el año 2014 sobre el trazado de la antigua vía del ferrocarril a Artà se construyó un corredor verde. Y punto.

Estamos a las puertas de que comience otra vez un enfrentamiento entre alcaldes, ecologistas partidarios del transporte público y la dura realidad. Entre el voluntarismo y el posibilismo. El tren de Llevant ya se presumía un proyecto insostenible económica y socialmente no rentable, pero aun así fue puesto en marcha. Aunque si entonces se hubieran realizado estudios exhaustivos antes de tomar la decisión de realizar el proyecto y construir este tren, habrían sabido a ciencia cierta si el trayecto hasta Artà tenía demanda suficiente o no. O sea, que empezaron el proyecto en los años 2007-2008 sin saber exactamente la demanda potencial, ya que no existían los necesarios estudios para sustentarlo. La pregunta sigue siendo la misma: ¿cuántos millones de pasajeros necesitaba y necesitaría ahora el tren de Llevant para ser rentable?

No se sabía por tanto cuántos pasajeros eran necesarios entonces para justificar su implantación y aunque en aquellas fechas se decía que existían un millón de usuarios potenciales, esto significaba multiplicar de forma exponencial el número de pasajeros que en ese momento utilizaban el transporte público en bus. Por mucho voluntarismo que existiera para su implantación, resultaba impensable que la demanda de 85.000 personas que entonces utilizaban las líneas de bus y que llegaban a todos los núcleos de población del Llevant, pasara a ser de un millón de pasajeros, los que supuestamente utilizarían el tren, aunque dejara de unir a todos los núcleos.

Y si esto antes era así, en la actualidad, aunque la cifra de usuarios de transporte por carretera pueda haberse duplicado 12 años después, no parece lógico pensar que puedan haberse alcanzado cifras que justifiquen de nuevo la implantación del tren de Llevant. Y es que con esta historia ocurre como con la mayoría de los proyectos que se plantean en estas islas. Casi todo se basa en la improvisación y en dar bandazos, como el vaivén del tren.

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