La ministra que habla con el Metro

Pilar Llop, la ministra que habla con el Metro
La ministra que habla con el Metro

Resulta enternecedora la confesión de la ministra de Justicia, Pilar Llop, sanchista hasta el último cabello, mujer técnicamente muy preparada, acerca de que escucha en el Metro las ansías del ciudadano común por renovar el Consejo General del Poder Judicial y, de paso, el resto de las instituciones encargadas de repartir la fruta.

Una persona con tantos galones, libros leídos, experiencias vividas e idiomas hablados no debería decir paqueiradas porque en boca de la notaria mayor del Reino no es nada glamuroso y resulta una miaja ridícula.

A una mayoría de españoles les importa tanto como una higa esa obsesión del jefe de la ministra por dicha renovación. Preocupados como están por la mera supervivencia -¿la ministra no va al supermercado, ni paga la gasolina, ni el gas? ¿no tiene hijos que van al colegio?-, para que les vengan ahora y en estas circunstancias con qué jueces próximos al Gobierno tienen que ocupar las instancias judiciales para que desde ahí hagan lo que les dicte Sánchez. Lo que esos ciudadanos a los que la ministra dice oír en el Metro saben es que el Gobierno indultó a una porción de golpistas y pretende ahora indultar a uno de los suyos que malversó más de 800 millones de euros y lo que viene ahora. Sorprende que una persona que ha dedicado tanto tiempo al estudio salga por esas peteneras. ¡Cómo debe ser la presión que sobre ella ejerce su jefe! Al fin y al cabo le debe la anterior presidencia del Senado y ahora el cargo de ministra de Justicia, que como todo el mundo sabe, es un ministerio de Estado. Un respeto, señora Llop.

El CGPJ debe ser renovado y el Tribunal Constitucional también. Con arreglo a los principios exigidos por la Unión Europea, que informe el frontispicio en materia democrática y de libertades de los Estados miembros.

Y, de paso, comprometerse a que a todo aquel juez, magistrado o fiscal que haya decidido colgar la toga para afiliarse -con carnet físico o sin carnet- a la militancia de un partido político no pueda volvérsela a colgar.

Lo demás, cuentas del Gran Capitán. Metro incluido. Un respeto para el contribuyente, señora ministra.

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