La corrupción funde al PP

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El expresidente de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus, junto a la exalcaldesa de Valencia, Rita Barberá. (Foto: EFE)

El Partido Popular es una formación con las bombillas fundidas que sale a caso de corrupción diario. Uno tras otro, la formación que hasta hace muy poco era el mayor depositario de poder de la historia reciente de España es, hoy en día, un amasijo de delitos, irregularidades y sospechas que lo ponen más cerca de la Policía y los juzgados que del principal activo que poseyó: los votantes. Gürtel, Púnica, Acuamed o Taula son ya nombres que, de un modo u otro, irán siempre de la mano en la historia del PP. Recuerdos de una hegemonía que se han convertido en los nombres propios de numerosas causas judiciales que se multiplican sin control como si fuera una pandemia.

Figuras como Alfonso Rus, Francisco Granados o, incluso, tótems como Rodrigo Rato o Rita Barberá, han hecho trizas la reputación del partido en base a dispendios, lujos e irregularidades que han convertido a la formación presidida por Mariano Rajoy en un Titanic a punto de hundirse definitivamente por la enorme vía de agua que ha dejado tras de sí la corrupción en serie que, a este paso, entre silencios e inacciones, va a acabar con el partido. Tanto es así que, según revelan fuentes del propio partido a OKDIARIO, tan sólo se ha descubierto la punta del iceberg contra el que lleva años chocando el trasatlántico popular. 

El pasado 22 de enero, la propia Cristina Cifuentes reconocía que al Partido Popular «le ha faltado humildad y le ha sobrado corrupción». Algo a lo que ha contribuido la laxa posición del presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, que con su silencio, y sin pegar un necesario puñetazo encima de la mesa, no cortó de raíz todos estos casos. Cuando este viernes se entreviste con Pedro Sánchez, el gran acuerdo entre las fuerzas moderadas que podría salvar a España del populismo no estará difícil sino prácticamente imposible. Pocos factores han contribuido más al auge, consolidación y éxito de Podemos que la corrupción del Partido Popular, cuyos registros, además, sirven para la chanza de Pablo Iglesias y el resto de la banda.

España necesita al Partido Popular, pero lo necesita limpio. Las urnas lo castigaron con dureza el pasado 20 de diciembre, donde se dejaron más de 3,5 millones de votos, pero esta concatenación de escándalos puede convertirlo en un muerto viviente de la política. La formación de Génova 13 debe comenzar un profundo proceso de regeneración para seguir existiendo con credibilidad. Su futuro cercano pasa por un congreso nacional a modo de puertas abiertas, donde, como reclamó el expresidente José María Aznar, el líder sea elegido por cada uno de los 865.000 militantes que tiene el partido. El inicio del camino está en preguntar a sus bases, recurrir a ellas ahora que sobre la cúspide se ha instalado una tiniebla que tardará en desaparecer.

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