Es imposible ser más hipócrita que García-Page

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El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, se ha sumado a la campaña de acoso y derribo contra la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, al asegurar que los madrileños se han convertido en una «bomba radioactiva vírica» que ha causado el 80% de los contagios en su región. Page es un hipócrita que al tiempo que carga contra los madrileños les invita a visitar Castilla-La Mancha. Se gastó tres millones de euros en una campaña  bajo el lema «Tus vacaciones nunca habían estado tan cerca» orientada a captar turistas madrileños y la promoción turística llegó hasta el metro de Sol, con proyecciones gigantescas en Callao y el cine Capitol.

García-Page es así: un cínico que ahora se suma al plan contra Ayuso diseñado por Pedro Sánchez, al que cuestiona cuando le interesa por su alianza con el independentismo y luego le rinde pleitesía. El presidente castellano manchego juega a ir de independiente cuando, en realidad, se ha plegado a la pérfida alianza del socialcomunismo con el separatismo. Pía, pero luego, a la hora de la verdad, consiente y acata pastueñamente las decisiones de su jefe.

Su ataque contra los madrileños es, sencillamente, indecente y revela la catadura moral del personaje. Calificarles de «bomba radioactiva vírica» es una ignominia. En su campaña promocional se vertían lemas como «lo que tenemos al lado es lo mejor del mundo» o «sentirnos cerca nos da seguridad». La hipocresía elevada a su enésima potencia. Pocas veces un  dirigente autonómico ha tratado a los ciudadanos de otro territorio con tanto desprecio después de convertirles en principal reclamo de una campaña turística que, vista con perspectiva, era tan hipócrita como el mismísimo presidente socialista de Castilla-La Mancha.

A partir de ahora, Page puede ahorrarse el dinero de las campañas promocionales. Los madrileños seguirán visitando Castilla-La Mancha porque, pese a su presidente, es un territorio hermoso, de un esplendor cultural que merece ser conocido. No porque lo diga Page: su palabra no vale nada.

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