Hasta el gorro de ti, Sánchez

Hasta el gorro de ti, Sánchez
  • Carlos Dávila
  • Periodista. Ex director de publicaciones del grupo Intereconomía, trabajé en Cadena Cope, Diario 16 y Radio Nacional. Escribo sobre política nacional.

Hasta el gorro. Hartos de ti, Sánchez. Hartos de que ahora te vayas a Barcelona con nuestro dinero para darles diezmos y primicias a los barreneros de España. Hartos de que te lo estés pasando chupi de viaje en viaje, de Falcón en Falcón, a costa de lo que nos sisas con los impuestos que dejó brutalizados el fiscalicida Montoro. Hartos de tus procaces mentiras, de tus contradicciones, de tus piruetas de mal payaso, de tus contradicciones, de tus falaces promesas, de tus irregularidades —y de las de tus ministros— biográficas, de tu obsceno aprovechamiento de los bienes públicos, de tus excursiones turísticas sin resultado alguno, de tus cesiones felonas a los dinamiteros de la Nación española.

También de tu complicidad con los soviéticos caribeños, de gobernar gracias a los que te escupen en la cara, de tu control leninista de los medios de comunicación, de tus seis o siete colaboradores con más trampas que una película de chinos, de tus miserables intenciones de indultar a los golpistas de octubre del 17, de amenazar día sí día no con un rebato electoral, de las exhibiciones horteras de tu señora presentándose como una mal remedo de Jacqueline Kennedy, de las ingeniosidades tontucias de tu gurucillo pelucón Iván Redondo, de tus derroches por tierra, mar y aire, de tus intromisiones totalitarias en todas las instituciones del Estado, Poder Judicial incluido, de tus ninguneos al Rey en complicidad con los monárquicidas de Bildu, de Podemos o de Esquerra Republicana —también del PNV—

De tu obsesión por remover la momia de Franco, de tu pretensión de hacer de nuestros escolares analfabetos bípedos, de tu tonillo de maestro Ciruela, de tus ocurrencias de melón con vistas a la bahía, de tu objetivo de salvarnos a todos porque hasta tu asalto al poder estábamos a la vera misma de la aniquilación, de tu odio confeso —confiesas que odias incluso hasta al Real Madrid— a todo el que se te opone o no piensa como tú, del manejo de paniaguados que actúan como guardianes de tu gulag, de tus plagios descarados, de tu decisión de llevarnos otra vez a la ruina, de tus modos de marido a lo Madame Secretary, de tus risas concesivas de perdonavidas. O sea, que ya no nos cabe ni un Sánchez más, estamos hasta el gorro de ti. Para el común de los españoles resultas más intragable que una pelota de tenis.

Salvo la ministra Delgado, o sea, Garzón, el pobre Ábalos desdiciéndose cada vez que habla, o la inefable Carmen Calvo, no te tragan ni tus colegas del baloncesto, uno de los cuales asegura que eras tan malo tirando a cesta como comportándote con los colegas. ¿Hasta cuándo durará esta pesadilla? Es complicado medir la resistencia de un personaje al que solo le interesa el Falcón y el sillón de La Moncloa. La verdad: tu única inteligencia, listeza del pardillo más bien, es haberte pitorreado de una derecha hasta ahora permanentemente instalada en la cobardía, más tonta que una oveja flaca. Una derechorra. Pero, ¡ojo, Sánchez! Ya está avisada, te quiere mandar al hule o al tinte que para el caso da lo mismo. El deseo de multitud de compatriotas es que te quede el mismo futuro político que a la llamada Falange Auténtica. Hasta el mismo gorro de ti estamos. No te vayas a Barcelona, vete fuera allá donde nos podamos olvidar de ti.

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