Los franceses y la ‘Guerra de España’

Los franceses y la 'Guerra de España'
Los franceses y la 'Guerra de España'

El pasado marzo se publicó en Francia la traducción del libro de Pío Moa Los mitos de la guerra civil, editado en España en 2003. De modo que esta traducción ha tardado diecinueve años en llegar. Si se tiene en cuenta que de Los mitos se han vendido más de 300.000 ejemplares, lo que lo convierte en el libro de historia más exitoso en nuestro país o en español en cualquier época, podemos preguntarnos cómo explicar esa notable dilación en su traducción al francés y su aparición en Francia. También podríamos preguntarnos -dada la importancia y fuerza de su industria editorial- por las razones de que ningún editor de EEUU o el Reino Unido haya tenido interés en publicar Los mitos, o lo tenía pero no se ha atrevido a hacerlo, igual que ninguno ha estado interesado o se ha arriesgado en Alemania.

Meses después de la aparición de Los mitos, Stanley G. Payne -que no necesita presentación- publicó en 2003, en Revista de Libros, hace ya casi veinte años, un comentario titulado “Mitos y tópicos de la Guerra Civil” en el que analizaba las aportaciones de los historiadores españoles al estudio de la Segunda República y de la contienda civil, y su conclusión era pesimista: “La mayor parte de las nuevas investigaciones que se llevan a cabo en España… aparecen… en forma de tesis doctorales. Se trata casi siempre de estudios… penosamente estrechos y formulistas, y raramente se plantean preguntas nuevas o interesantes. Los historiadores profesionales no son, a decir verdad, mucho mejores: casi siempre evitan suscitar preguntas nuevas y fundamentales sobre el conflicto…como si casi todos los grandes asuntos ya se hubieran resuelto. Esto, por supuesto, está muy lejos de la realidad, ya que la Guerra Civil española seguirá constituyendo, durante mucho tiempo, un objeto de estudio muy problemático”.

De esta visión pesimista escapaba, en opinión de Stanley G. Payne, Pío Moa, que ponía en cuestión “las interpretaciones habituales y políticamente correctas de la época”. Entre ellas, señalaba Payne, la noción de que la política izquierdista durante la República fue esencialmente democrática y constitucionalista; la idea de que la Guerra Civil fue el producto de una conspiración urdida por potentados reaccionarios y no una respuesta desesperada a un proceso revolucionario que ya había destruido en 1936, en buena medida, el gobierno constitucional; o la idea de que la República que sobrevivió a la sublevación militar del 18 de julio fue una continuación de la República democrática  nacida en 1931.

Los mitos de la guerra civil, publicado en Francia con el título Les mythes de la guerre d’Espagne, llegó a las librerías de allí este año y aunque se colocó muy pronto entre los libros más vendidos en Amazon-Francia, este suceso tuvo inicialmente poco eco en España. Todo ha cambiado a partir de la publicación, en el número de julio de Figaro Histoire, de una larga entrevista con Pío Moa; y de una presentación, accesible libremente en internet, a la obra de Moa y a la entrevista del Figaro Histoire, a cargo de Isabelle Schmitz, una de las personas que entrevistaron a Moa, y que ocupa, además, un puesto destacado en el grupo Figaro.

El interés en Francia por la obra de Moa puede estimarse con un par de datos: desde el 11 de agosto pasado, cuando el Fígaro hizo libremente  accesible en internet la introducción de Isabelle Schmitz, hasta el 19 de agosto se han registrado más de 1,2 millones de visualizaciones. Y Les mhytes de la guerre d’Espagne se sitúa, hoy, en Amazon-Francia como el número 1 en ventas en la sección de Historia del siglo XX.

Todo esto ha provocado reacciones furibundas, tanto en Francia como en España, protagonizadas por periodistas e historiadores inasequibles a todo lo que se ha investigado durante las últimas décadas, alineados con la visión frente-populista más tradicional, defensores, sin matiz ni reserva alguna, de los derrotados en la guerra civil española.

Del lado francés puede ponerse como ejemplo de esta actitud hostil un artículo publicado en el periódico parisino Liberation el pasado 18 de agosto, un diario que puede considerarse actualmente “de izquierdas” o de “centro-izquierda”, y que sólo se explica por la ignorancia o la deformación deliberada de hechos bien conocidos y que ya nadie o casi nadie discute. En este artículo titulado “Guerra de España: ¿por qué Le Figaro ha sido acusado de revisionismo?”, la autora, la señora llamada Elsa de la Roche, empieza citando a un profesor suizo llamado Charles Heimberg, cuya competencia y dedicación a la historia de España son desconocidas, que afirma que el video del Figaro es “odioso, apoyando las mentiras sobre la guerra de España del impostor Pio Moa” y concluye: “Absolutamente repugnante”. Después, cita a un “arqueólogo español estudioso de los conflictos armados” que lamenta que el ‘Figaro’ «se haga eco de las invenciones grotescas de Pio Moa, un franquista desenmascarado” y también a un periodista español que se queja de que Moa “sea calificado de antiguo militante antifranquista”.  Más adelante, afirma que “los cuatro periodistas contactados por CheckNews” –es decir, la sección de Liberation -coinciden en afirmar que Pio Moa es, más bien, un “falsificador” y que la “comunidad científica está de forma unánime contra él”.

Tras este comienzo, la señora de la Roche trae en su apoyo a alguien con, en principio, mejores credenciales de conocimiento y competencia en la historia de la guerra civil española: Pierre Salmon, un joven profesor francés que ha terminado su “agregación” (equivalente a “doctorado” en España) en Historia y que ha estado dos años en la Casa de Velázquez, en Madrid, habiendo investigado el suministro de armas al gobierno del Frente Popular durante la guerra civil. Pero, sorprendentemente, las afirmaciones que ‘Liberation’ recoge textualmente de Salmon son, la primera, una injuria ya lanzada antes: “Pio Moa está considerado en España como un  falsificador”, por supuesto, sin apoyo documental alguno y aunque nunca, que sepamos, se ha acusado en España a Moa de falsificar nada; y la segunda, una invención que ni siquiera el PSOE, Izquierda Unida o Podemos han sostenido jamás: Salmon dice que “Pio Moa ha conseguido en España hacerse pasar por historiador… gracias al apoyo muy importante del Partido Popular”, lo que es, obviamente, otra invención sin base alguna.

Pero el profesor Salmon no se queda aquí. Al parecer, y así lo cita la señora de la Roche, Salmon no le da importancia, o no acepta, el resultado de la investigación de Alvarez Tardío y Villa, (1936 Fraude y Violencia en las elecciones del Frente Popular, Espasa, 2017), que aclaró y precisó, de forma que parece definitiva, lo que realmente sucedió en las elecciones de 1936, unas conclusiones cuya validez nadie, ni los historiadores españoles más a la izquierda y más estrictamente antifranquistas se han atrevido a negar o discutir. Y lo que sucedió fue, en resumen, que unos 50 diputados, elegidos legítimamente para ocupar escaños del centro y la derecha, fueron desplazados mediante fraudes y diferentes manipulaciones y decisiones por candidatos del Frente Popular; sin este transvase fraudulento de escaños, el Frente Popular no habría podido hacerse con el poder como lo hizo.

Moa ha tenido la suerte de contar para la versión francesa de su libro con un excelente prólogo que firma el historiador vasco-francés, buen conocedor de nuestra historia, Arnaud Imatz. Contiene el relato de las conjuras de silencio, descalificaciones, simples mentiras e insultos con los que, sin entrar casi nunca en la discusión de sus posiciones e interpretaciones, se ha intentado, durante más de dos décadas, acallar y expulsar a Moa de la discusión histórica y de nuestra vida cultural.  Esta operación de ninguneo y exclusión empezó cuando Moa publicó, en 1999, “Los orígenes de la guerra civil”, para muchos, la mejor y más documentada explicación de lo que ocurrió en España en 1934, y por qué el intento de golpe  para hacerse con el poder organizado por el PSOE, y su fracaso, condenó a la República y fue el verdadero inicio de la guerra civil, algo que ahora aceptan bastantes, por no decir muchos, historiadores.

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