Este buenismo lo carga el diablo

Este buenismo lo carga el diablo

El buenismo en política puede derivar en un ejercicio de peligrosa irresponsabilidad. Ahora que las grandes ciudades europeas están tomadas por los policías, y sus ciudadanos encogidos bajo la amenaza de atentados como los de París o Bruselas, OKDIARIO les cuenta en exclusiva cómo el Gobierno español ocultó que Osama Abdul Mohsen tenía vínculos con personas que luchaban en la yihad de Siria y que, además, simpatizaba con el Estado Islámico, la organización terrorista más sanguinaria del mundo. Las autoridades de nuestro país permitieron que Mohsen llegara el pasado 17 de septiembre y se asentara aquí como un héroe a pesar de que, según la filial del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), había estado en el Frente Al Nusra, facción afín a Al Qaeda, y también había participado en la represión de los propios kurdos en la ciudad de Qamishlo, donde murieron más de 50 personas en 2004.

Ante la incipiente amenaza del islamismo radical que coloniza nuestros días, primó la vana publicidad solidaria y la condescendencia hacia un hombre que se había convertido en un símbolo tras la zancadilla de la reportera húngara Petra Lazslo. Mohsen fue presentado entonces como un padre coraje que huía de la sinrazón con su hijo en brazos. Un potente recurso de marketing político, enarbolado por parte de la comunidad internacional, que fue suficiente como para que nuestro Ejecutivo le permitiera llegar a España a pesar de las conclusiones de los servicios secretos, que detectaron a través de Facebook su vinculación con militantes y simpatizantes de ISIS. Precisamente, las redes sociales funcionan como importantes focos de propaganda y reclutamiento del extremismo a nivel mundial. Entornos donde Mohsen posee un extenso catálogo de experiencias e interacciones con los radicales.

El primer ministro de Francia, Manuel Valls, advertía este mismo miércoles de que “Francia sufrirá más atentados y más inocentes perderán sus vidas”. Un aserto escalofriante que está llevando al Gobierno francés a un estado de práctica excepción. Una situación difícil de mantener y que, además, somete a la población a un estrés insoportable. Por eso es muy importante que los países actúen unidos y coordinados ante la mayor plaga de muerte y destrucción que ha conocido hasta el momento el siglo XXI. Para ello, no sólo son necesarias acciones militares sobre terreno del propio Estado Islámico, también hay que extremar las precauciones en las fronteras, ya que con la llegada de los refugiados — víctimas indudables de los mismos verdugos— muchos criminales pueden aprovechar la confusión para infiltrarse entre la masa y así tratar de llegar hasta los distintos países de Europa. Para evitarlo, los Estados han de ser rígidos y considerar con sumo cuidado la información proveniente de los servicios secretos. En nuestro particular, el Gobierno ha de dar explicaciones al respecto de Osama Abdul Mohsen. El fatuo buenismo sólo nos puede llevar a descubrir la verdad cuando ya sea demasiado tarde.

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