La democracia se ha ido al cuerno

La democracia se ha ido al cuerno

Ciudadanos, su líder primípara Arrimadas, y el socialdemócrata Edmundo Bal, estarán contentos. Unas horas antes de que ellos le dieran su voto a Sánchez, el “destructor de la democracia” (“sic” en palabras nada antiguas de la próxima madre) éste obsequiaba a sus nuevos conmilitones con una encuesta del Centro de Investigaciones Sanchistas, antes Sociológicas, en la que, prácticamente, les declaraba ganadores del sondeo. El harem de gurucillos que rodea al todavía presidente -tres o cuatro sujetos más osados que ilustrados- ordenó hace tres semanas al simpar manipulador Tezanos una muestra “ad hoc” para galantear el corazón político de la mencionada líder. Dicho y hecho: Tezanos, monaguillo reverencioso, se aprestó a cumplir con una propuesta que avergüenza al menos capacitado estudiante de Sociología. Hay que recordar lo siguiente: el 29 de octubre del pasado año, el susodicho trilero llevaba a la consideración pública una adivinanza trucada sobre lo que iba a ocurrir unos días antes: el 10 de noviembre, domingo de las elecciones generales. Tezanos, sin vergüenza alguna, pronosticaba que el PSOE, el partido al que sirve, ganaría con más del 34 por ciento de los votos españoles, lo que le iba deparar un resultado esperanzador: casi 150 escaños.  Al PP, este gambeteador de pitiminí, le profetizaba un pírrico 18 por ciento y menos de 80 representantes, y a Ciudadanos, animosamente, el okupa del CIS le consolaba con el 10 por ciento y hasta 35 escaños.

La buena gente del país ya ni siquiera le creyó. Hizo bien: diez días más tarde del pronóstico los votantes arrearon un zurriagazo de órdago a la grande al trolero y le desmintieron clamorosamente: Sánchez se quedaba en el 28 por ciento, cuatro puntos menos de la estimación del tal Tezanos, un porcentaje que le deparaba únicamente 120 escaños raspados. Pablo Casado y su PP lograban frisar los 90 puestos en el Congreso, 88 en realidad más los dos del partido fraternal Unión del Pueblo Navarro, y Ciudadanos se postraba en una raquítico 6,79 por ciento y una escuálida delegación parlamentaria de sólo 10 escaños. Gran patinazo, enorme bochorno. Cualquier profesional digno de la demoscopia se hubiera ido con sus mentirosos datos a su casa. Tezanos, no; Sánchez confirmó al okupa del CIS en su puesto, y desde él, mes a mes, ha seguido el tipo difundiendo sondeos hasta llegar al de este martes, en el que, con un desahogo propio de un golfillo con los mocos arrancados, declara que su jefe le saca once puntos al PP y, contra todos los demás trabajos que se vienen publicando, entre ellos el de este periódico, aventura que Ciudadanos, los renovados cómplices se suben otra vez a los cielos. Eso a cambio de ser dos veces los “kleneex” del PSOE. Tezanos en el pecado de su ridículo desmán tiene la penitencia del desprestigio que deberá soportar lo que le quede de vida, y me refiero a la biológica que la profesional ya se la ha ventilado él mismo.

Pero Tezanos es sólo una penosa anécdota. Lo crucial es lo que está haciendo -ha hecho ya- Sánchez con el régimen modélico de la Transición. Sin ánimo de ser exhaustivo, como diría un colega ahora fugado porque la Hacienda confiscatoria de Montoro le quiso conducir a la limosna, tendré la paciencia de citar la pléyade de aberraciones, transgresiones antidemocráticas que ha perpetrado el aún presidente en los largos meses que viene sentado en el sillón de la Presidencia. Empiezo con última acción de tomar de poder a lo Maduro que ha realizado en Televisión Española. Allí ha sumergido en la noche a un lechero metido a periodista con esta sola razón: “En Los Desayunos manda Pablo Iglesias”. Se lo tiene bien ganado Fortes.  En su lugar ha colocado a una meteoróloga, otrora sancionada por valerse de la televisión oficial para sus negocios particulares, se ha cargado a una bondadosa locutora, y en el 24 Horas ha lapidado a un catalán, Marc Sala porque “no llevaba ministros al plató”. Televisión Española es el epítome de cómo entiende el marido de Begoña el ejercicio de la democracia.

Y ahora, en brevísimos apuntes, paso a relatarles algunas otras de sus fechorías: ha convertido el Estado de Alarma en Excepción para mandar sin molestas oposiciones; tiene al lado a un vicepresidente leninista que ha insultado al Rey, a los jueces, a los medios no afectos y a los empresarios que crean riqueza; ha ninguneado, hasta cerrarlo casi por completo al Parlamento, símbolo de la soberanía nacional; ha ocultado durante ya meses los datos brutales y reales que ha causado el maldito virus en España; ha dejado en cueros a los sanitarios que se han fajado sin medios y sin protección contra el Covid19; ha atacado con saña al Gobierno regional de Madrid sencillamente porque éste le ha ganado en eficacia, presteza y transparencia; ha hecho lo contrario de lo que han hecho otros  países como Alemania, Austria, Portugal, Taiwan, Hong Kong… en fin; ha irritado a la profesión médica, mermada ahora por la pandemia, y que es un grupo de cientos de miles de actores que han sido los auténticos vencedores del virus; ha cancelado los tres derechos fundamentales de la democracia; el de reunión, el de manifestación y el de expresión; ha controlado la Justicia con una fiscal atrabiliaria que concederá indultos a los golpistas de Cataluña; ha cambiado aliados naturales en el mundo como Estados Unidos o Francia (Macron no es que no le trague, es el que le detesta) por matones como Maduro u Ortega; ha realizado una reforma educativa que va a convertir en analfabetos a los pobres infantes que acudan a la nueva Ley de educación de Celaá; ha llevado al Centro Nacional de Inteligencia, a un socio de las dictaduras comunistas que se convertirá desde el Gobierno en su agente exterminador; y, por fin, ha mentido hasta extenuación a todo el país, hasta hacer que la verdad sea en España un valor inapreciable.

Este es Sánchez, esta es su obra, esta es la España de la que hay que expulsarle a toda prisa; este es el país en el que la democracia se ha ido al cuerno.

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