Debate “sobre el estado de la coalición” con España en llamas
Acertó plenamente Nuñez Feijóo al calificar al Debate sobre el Estado de la Nación de la pasada semana, de debate sobre “el estado de la coalición”. En verdad lo que más -y parece lo único- que le preocupa al actual morador del Palacio de la Moncloa, es mantener su residencia allí el mayor tiempo posible, ya que el alquiler lo pagan los españoles con las políticas que con sus socios de gobierno y aliados parlamentarios viene aplicando. Tras siete años sin el DEN, finalmente se ha efectuado colocándolo la presidencia, eso sí, como un entremés de un Pleno legislativo ordinario en el que se aprobaron leyes de gran calado ideológico. En especial una de ellas para contentar muy especialmente a Bildu -“ si es necesario lo repetiré 20 veces: no pactaré con Bildu”- , con el agravante de hacerlo justo el día y la hora en que se cumplían 25 años de un atentado que conmocionó y movilizó a la sociedad española como nunca antes se había producido ni ha vuelto a producirse.
La carencia de sensibilidad que demostró Sánchez con su conducta, sólo es comparable a la de la presidenta del Congreso no abriendo la Sesión con un minuto de silencio, para rematarlo quedándose sentada mientras el Hemiciclo en pleno, con el gobierno e incluso con los diputados de Bildu en pie y en silencio, «porque el debate lo ordena la presidencia». Habrá que recordarle a la presidencia, que el Reglamento de la Cámara está precisamente para que quien ejerce esa responsabilidad cumpla con su cometido, ya que si no lo hace, sucede lo que sucedió: que se impone la realidad . El Reglamento está al servicio del desarrollo adecuado del debate y no al revés. Valga esta digresión para remarcar que gracias a la portavoz popular Cuca Gamarra, cuando menos en el Diario de Sesiones constará esta jornada con este hecho para la historia parlamentaria.
Comenzó el Pleno al mediodía con Sánchez dando a conocer desde la tribuna a su socia vicepresidenta Díaz, lo que no le había explicado previamente para que “ no lo filtrara como hacia Iglesias” y en este caso además, porque “ le había robado la cartera” en forma de su programa fiscal que ahora lo “sumará” el partido socialista de Sánchez debidamente podemizado. Con esa oferta para contentar a sus socios, consideró asegurado su primer objetivo de amarrar la coalición muy deteriorada tras el espectáculo atlantista anterior y el incremento del gasto en Defensa. Solo faltaba ya sumar a ERC y a Bildu para poder asegurar la mayoría parlamentaria necesaria para sobrevivir a la debacle andaluza. A Bildu le pagó sus votos a un precio incalificable , con la ley “ de la Memoria Democrática”, convirtiendo a los palmeros políticos de ETA como relatores de nuestra historia en democracia. Su portavoz Merche Aizpurua ya lo había titulado 25 años antes en Egin al ser liberado del zulo donde había sido enterrado vivo, el funcionario de Prisiones Ortega Lara : “ Ortega vuelve a la Prisión”.
Por su parte, a ERC el pago se lo ha dado personalmente a Aragonés en la Moncloa, comprometiendo una próxima reunión de “la mesa bilateral para el diálogo”, eufemismo para escenificar la vergonzosa claudicación de España ante sus socios separatistas, que no satisfechos con haber sido indultados sin arrepentimiento y con la opinión contraria unánime del Tribunal Supremo y la Fiscalía, ahora exigen que vuelva a España con garantías de libertad el prófugo de la Justicia y ex presidente Puigdemont, con sus acólitos ya cansados de residir, ¡ ironía del destino! en Waterloo. La debilidad política de Sánchez es tan manifiesta como su carencia de principios para ostentar la elevada magistratura que ostenta, y así además se permiten exigirle la “desjudicialización” de la política. Es decir, que sus actos -y no sólo sus palabras- contra la unidad de España, radicalmente contrarios al fundamento mismo de la Constitución, queden impunes y no sometidos a las leyes. España está ardiendo en llamas -con Sánchez tocando la lira- , y no sólo por los incendios forestales y la ola de calor que nos asfixia .