‘Chaletningrado’: la mansión de los príncipes rojos

‘Chaletningrado’: la mansión de los príncipes rojos

Lenin, Stalin, Castro, Ceaucescu, Broz, Breznev, Xiaoping o Mussolini. Ninguno de ellos ha sufrido jamás penurias urbanísticas. Todos han vivido en residencias acordes a la dimensión de sus egos. Multipropietarios de palacios plagados de lujos, disfrutaron sin pudor de comodidades inimaginables e inalcanzables para la mayoría de los ciudadanos de sus países —arruinados por las perversas ideas del comunismo, que tanto defendieron en la teoría, cosechando miserias históricas y sistemáticamente repetidas en la práctica—. Pablo Iglesias e Irene Montero no podían ser la excepción a la habitual hipocresía de la izquierda extrema. Celebro que hayan descubierto las bondades del capitalismo y se hayan rendido a sus ventajas. Me complace sobremanera que con ello hayan puesto en evidencia las falacias y maldades de su discurso.

Al margen del cinismo, nada extraño, entre el decir y el hacer de los políticos neocom, lo que más enerva el ánimo de quienes han sido conocedores de la novedad arquitectónica de la pareja, es que los tomen por imbéciles. Los “mesías” del cambio, los salvapatrias de La Gente se creen que con 800 € al mes un español puede aspirar a comprarse una casa de 600.000 € mientras repiten hasta la extenuación, cual mantra, que los mileuristas son los nuevos pobres y que los jóvenes en situación de precariedad laboral no pueden independizarse ni tener hijos porque no existen empleos decentes que les permitan el acceso a una vivienda digna.

La indignidad de la pareja real podemita es ilimitada. Su desvergüenza, sublime. Los dirigentes de partidos comunistoides y asimilables jamás han vivido de acuerdo a las consignas que predicaban para los ciudadanos de base. Macho Alfa y Portavoza continúan la herencia recibida y sobradamente advertida. Él de profesor suplente del suplente del titular, en la Complutense, con ropa de Alcampo y modesto piso en Vallecas a copropietario burgués en enclave privilegiado. Ella de “aprendiz de la lucha por el derecho a la vivienda” —como se autodefinía en su ficha política— a dueña aventajada de una parcela con bosque y piscina y baños en mármol, que ni la mismísima Cleopatra.

Para que luego digan que el 15M no sirvió de nada. Sí se pueden cambiar las cosas y si no, vean cómo han mejorado su vida y status los tortolitos morados. La metamorfosis del tándem era cuestión de tiempo y han batido su propio récord. El carisma del humilde chico de barrio trabajador y deslomado, mutado en la responsabilidad del futuro paterfamilia, parasitario de lo público. Chaletningrado, la mansión de los príncipes rojos, preparada para la llegada de los okupas, desahuciados y refugees de toda España… Oh, wait! Welcome retoños. Pronto empezará el casting de cuidadoras para sumar manos proletarias expertas en vuestra crianza, ahora que vuestros padres son casta. Pobres mellizos, desde que lleguen al mundo cabalgando las contradicciones de sus progenitores. Dios los coja confesados. Perdón, perdón, que Marx… y Engels les iluminen.

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