Basta ya de favorcetes a estos ladrones
Los rigores carcelarios son menos si te llamas Jordi Pujol Ferrusola. ¿Qué sabrán los miembros de este clan delictivo para gozar de prebendas incluso cuando están en prisión? Dado que las casualidades no existen —o se dan tan poco que es como si no existieran— llama poderosamente la atención que la llegada del primogénito de la famiglia a la prisión madrileña de Soto del Real haya coincidido con un traslado de presos para evitar la masificación del módulo 4 de primarios, justo el espacio que ocupa él desde hace 72 horas. A pesar de lo llamativo del caso, tampoco puede extrañar en exceso. Tanto el molt honorable president como su descendencia y allegados han sido unos privilegiados del sistema a pesar de perpetrar un latrocinio desaforado durante décadas.
Para ver al primer Pujol entre rejas han tenido que pasar cinco años desde que El Mundo sacara a la luz los escándalos de unos ladrones que esconden 3.000 mil millones de euros en varios paraísos fiscales. Una dilación que sin duda ha sido clave para que tanto Pujol Ferrusola como el resto de la familia hayan podido destruir pruebas, mover el dinero entre diversas sociedades offshore y, en definitiva, campar a sus anchas riéndose en la cara de todos los españoles y perjudicando gravemente los servicios públicos de esa Cataluña que sólo utilizaron como excusa para cubrir con la estelada un impulso delictivo irrefrenable.
Cabe esperar que el trabajo de un juez impecable como José de la Mata desentrañe detalle a detalle una trama que debería acabar con todos los miembros de esta estirpe en prisión. La actitud del titular del Juzgado de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional es prometedora y ha acusado a Jordi Pujol Ferrusola de pertenencia a banda criminal, blanqueo o delito contra la Hacienda Pública y falsedad documental. Además, De la Mata ha decidido asumir todas las causas que tienen relación con los Pujol. De esa manera, al margen de que el primogénito haya entrado en la cárcel, la investigación irá hasta el final de los hechos, caiga quien caiga. Justamente lo que necesitan los ciudadanos: saber que quien robe dinero público pagará las consecuencias.