Armengol, esa inexportable tercera autoridad

He conocido a todas las presidentas (es) del Congreso de los Diputados desde el inicio mismo de la Transición. Unas y otros (de partidos distintos), con la excepción de llamado Patxi López, fueron personas dignas, preparadas y con sentido de la responsabilidad.
Francina Armengol, una pancatalanista embozada bajo las siglas del PSOE, es fiel reflejo de la égida sanchista, que la eligió para presidir la Cámara y de convertir la voluntad de dom Pedrone en ley.
Esta señora llegó a Madrid precedida de un fuerte tufo a corrupción camuflado también ese olor con formas suaves mediterráneas. «Esas formas, ocultan un bicho político ante al que hay que tener mucho cuidado», sostienen personas del PSOE que conocen bien a la señora que infló a pasta a su pareja cuando gobernaba Baleares y, además, ha demostrado ser una mentirosa en sede parlamentaria lo cual per se la inhabilita para presidir el Congreso de los Diputados.
Los datos que se van acumulando respecto a Armengol (por ahora exclusivamente periodísticos) confirman que estaba de hoz y coz en la trama Koldo y otras menudencias. Es una tercera autoridad del Estado tan patética como incapaz. Si apenas balbucea bien el idioma común de todos los españoles…
Armengol está donde está porque Sánchez deseaba tener en el poder legislativo a una vete a que hace lo que se le ordena. No creo que aguante mucho. Aunque si el mentir fuera fuelle, es posible que todavía pudiera aguantar algo, no mucho, pero algo.
Esta señora, sobre todo, si, finalmente y como parece, aparece como objeto de investigación por parte de la UCO, debe hacer la maleta e irse al ferry con destino a Palma de Mallorca. Eso sí, pasando antes por el juzgado y, posiblemente, con entrega de pasaporte.
Llegue o no la petición del Tribunal Supremo el nivel político de la redicha Francina, su genuflexa y sectaria actitud sanchista y su nula capacidad técnica, la descalifican de por vida para dirigir una Cámara que representa a casi 50 millones de españoles.