Almeida para los pies a quienes enaltecen el terrorismo
Vayamos primero a los hechos. El cantante César Montaña Lehman –de nombre artístico ‘César Strawberry’–, líder del grupo musical Def Con Dos, fue condenado en firme por la justicia por un delito continuado de enaltecimiento del terrorismo y humillación a las víctimas por varios comentarios difundidos en Twitter entre noviembre de 2013 y julio de 2014. Entre los mensajes se encuentran los siguientes: “A Ortega Lara habría que secuestrarle ahora”, “El fascismo sin complejos de Aguirre me hace añorar hasta a los GRAPO” o «Cuántos deberían seguir el vuelo de Carrero Blanco…».
El Madrid Orgullo es una fiesta que, según sus promotores, pretende celebrar «la igualdad y la diversidad, de una forma lúdica y divertida». Sólo por este motivo, para mantener la fidelidad a los principios de la celebración, un grupo como Def Con Dos está fuera de lugar. No haya nada más triste ni más divisivo que los cantores del odio, que aquellos que pretenden hacer ‘arte’ –de tremendo mal gusto– con la humillación a las víctimas.
Por si no fuera este motivo suficiente, hemos de añadir una segunda razón. El Orgullo recibe dinero público, en este caso de la Comunidad y del Ayuntamiento de Madrid; ambos son promotores oficiales. Ya que el dinero proviene de instituciones del Estado, el respeto a los valores de la Constitución tiene que ser máximo.
Vemos, por tanto, que a poco que se aplique la lupa del sentido común la polémica en torno a la contratación de esta banda revela su artificialidad. Y es que Strawberry fue condenado en firme –insistimos– nada menos que por incitación al odio. El problema de fondo es que en este caso las víctimas lo son del terrorismo, y no son mujeres víctimas del machismo o inmigrantes víctimas del racismo o la xenofobia. Resulta inquietante que una parte de la izquierda distinga entre clases de víctimas, es decir; entre víctimas ‘buenas’, a las que no se puede humillar, y víctimas ‘malas’, con las que cabe toda clase de burlas y barbaridades.
José Luis Martínez–Almeida ha actuado correctamente sin entrar en estos distingos, porque cualquier persona que incite al odio y humille a víctimas –con independencia de quienes sean sus verdugos– está absolutamente fuera de lugar en las fiestas que patrocina un ayuntamiento democrático.