11M, 15M, 8M: las emes siniestras de la izquierda española

11M

España es otra desde un 11 de marzo de 2004. Algo se rompió entonces en esta nación que tenía cosidas sus heridas del pasado gracias a la voluntad de un pueblo convencido en su mirada al frente. Todo se detuvo hace veinte años, y al destrozo causado por unas bombas, se sumó la indignidad miserable de quienes manipularon a la opinión pública para llegar al poder. Hoy somos los escombros de aquella basura mediática y política que la izquierda española sembró y vertió por todo el mundo.

España, tras aquel fatídico día, pasó de tener un papel decisivo en Europa y en el concierto internacional (Tratado de Niza y alianza predilecta con Estados Unidos) a la insignificancia más absoluta de la que goza en la actualidad. De ser la octava potencia del mundo en PIB a ser campeón de la deuda pública y superado por países en vías de desarrollo y a la cola de Europa en desempleo. Sólo los enemigos de España se beneficiaron de aquella tragedia. Bueno, y el PSOE, que llevamos varios artículos contando que podría perfectamente liderar dicho grupo. No se ha visto en la historia contemporánea un partido político, salvo los pertenecientes a los satélites soviéticos de Europa del Este (que obedecían el diktat de Moscú), que trabaje más en contra de los intereses de la nación que representa y que, por desgracia, ahora preside y dirige con empedrado autoritario y dictatorial, como el fundado por Pablo Iglesias Posse.

Del 11M salimos con las heridas abiertas y la verdad cerrada, sin que sepamos todavía quién cometió el asesinato terrorista. El juez que instruyó el caso acabó sus deliberaciones sobre las manchadas pruebas con el célebre «España no está preparada para conocer la verdad». Después de sufrir al siniestro Zapatero, al pusilánime Rajoy y al felón antisocial de Sánchez, permitir el ascenso del podemismo más vomitivo, ver cómo perdonan a golpistas y amnistían a delincuentes que robaron por siete votos, y asistir sin perturbación a la deconstrucción de valores y cimientos que edificaron la nación en la que todavía vivimos, concluimos que los españoles no merecen la verdad porque no han querido buscarla, y ahora que prescribirán los delitos, seguiremos sin saber quién ideó, perpetró y originó la masacre de la que hubo muchos beneficiados que ahora pululan por el poder y sus alrededores.

Sin embargo, no es la única fecha que el Gobierno de la mentira y la corrupción utiliza para enfangar el debate público y seguir construyendo su costra mafiosa de intereses e influencias. También lo hace con el 8M, la penúltima excusa del colectivismo zurdo para vivir de un negocio en el que ser mujer se ha convertido en otra vía más con la que enfrentar a una población hastiada de tanto bloque polarizado. O con el 15M, cuando los hijos de papá Estado venían a limpiar de inmundicia la política, y sólo sirvió su desafuero montonero para convertirse en la peor casta posible. La izquierda perrofláutica sigue diseñando sus revoluciones desde el sofá, usurpando las reivindicaciones con la misma solvencia con la que destroza la verdad y el mobiliario urbano en su defensa. No hay manifestación o concentración del wokismo iletrado que no empiece por el piquete liberticida que impide al resto de ciudadanos andar por la vía pública y termine por liderar la violencia contra todo lo que su mente totalitaria no admite como contrapunto y contrapeso.

Su guerra cultural es tan permanente como la dimisión de la derecha en este campo, que sigue sin enterarse de qué va el asunto, salvo destacadas excepciones que todos conocemos. Sea como fuere, la historia de la izquierda es un compendio de engaños, malversación y propaganda pública, una caja retórica de emes y memes que simboliza en lo que se ha convertido cada partido de puño cerrado y robo manifiesto que dice representar la farsa del buenismo y la defensa del débil y el menos pudiente. 15M, 11M, 8M, símbolos numéricos que recuerdan mentiras creadas, muertes planificadas y conciencias manipuladas. Algún día se acabará todo, o peor, acabarán con todo.

Coda: Veinte años del peor atentado terrorista de la historia de España y la misma pregunta que desde entonces se hacen millones de españoles que se resisten a ser infectados por la propaganda socialista: ¿Qué le debe el PSOE a Marruecos?

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