Juan Carlos I a sus amigos íntimos: «Me arrepiento de haber abdicado y de irme de España»

Juan Carlos I
El Rey Emérito Juan Carlos I
Manuel Cerdán

El Rey Juan Carlos ha reconocido ante su círculo más íntimo de amistades haberse equivocado en dos de las últimas decisiones más importantes de su vida: «Me arrepiento de haber abdicado y de irme de España». Esas fueron las palabras exactas del ex jefe de Estado desde el exilio de Abu Dabi. El Rey emérito renunció a la Corona en junio de 2014 a favor de su hijo Felipe VI y, en el verano de 2020, decidió fijar su residencia en el emirato árabe, tras estallar el escándalo de su patrimonio oculto en el extranjero.

El monarca emérito también ha admitido ante sus allegados que, en un principio, había contemplado establecer su domicilio en Roma o en Londres. En la capital italiana, porque allí fue donde recaló su abuelo Alfonso XIII, tras salir por el puerto de Cartagena después del triunfo de la II República. Y en la capital inglesa, porque siempre ha sido una de las ciudades que más ha atraído al monarca. Junto a las aguas del río Támesis mantuvo una relación sentimental -después, de amistad- con Corinna Sayn-Wittgenstein durante casi diez años, y visitó a menudo a la familia de Constantino de Grecia, el hermano de Doña Sofía.

Don Juan Carlos se ha lamentado ante sus amistades más fieles de su extraña abdicación, que estuvo precedida por una gran presión sobre el monarca tras el accidente de la cacería de Botsuana en abril de 2012 y el escándalo de sus relaciones sentimentales con la empresaria alemana. Según ha mantenido Corinna, el entonces jefe de Estado estaba dispuesto a divorciarse y contraer matrimonio con ella.

El propio Juan Carlos I llegó a confesar a Corinna, quien entre 2011 y 2013 todavía era una buena amiga, las maniobras que se desataron en el Palacio de la Zarzuela -«conversaciones secretas a mis espaldas», según las palabras del monarca emérito- para conseguir su abdicación.

La entonces amiga de Juan Carlos I, en la entrevista que concedió a OKDIARIO en Londres, aseguró: «Estoy aún tratando de entender las complejidades de lo que ocurrió. Diría que, sin duda, al principio cuando Juan Carlos estaba muy enfermo, así que me refiero de 2011 a 2013, creo que fue víctima de una conspiración para que abdicara. Él me identificó de forma muy directa a la Reina Sofía. Dijo que ella sólo se había quedado ahí tanto tiempo para ver a su hijo ascender al trono. Esas fueron sus palabras precisas».

Las pretensiones de Rajoy

En mayo de 2010, Juan Carlos I fue sometido a una operación en una clínica de Barcelona para extirparle un nódulo en el pulmón derecho. Entonces, estuvo acompañado todo el tiempo por Corinna. Un año después, le implantaron una prótesis en la rodilla derecha, afectada por artrosis. En ese mismo año también fue operado del tendón de Aquiles del pie izquierdo. Después llegaría el accidente de la cacería de África y una serie de operaciones en la cadera izquierda y en la zona lumbar de la columna vertebral.

Según Corinna, un año antes de su abdicación, Juan Carlos I le confesó a ella que estaba muy molesto con el presidente Mariano Rajoy porque no lo trataba “de manera positiva” y pretendía “reducir su poder”.

En medio de ese escenario de lucha de poder, Juan Carlos I optó por abdicar el 18 de junio de 2014. Curiosamente, el mismo periodista que publicó en exclusiva la noticia de la abdicación -con el titular: “El rey abdica para salvar a la Monarquía de la crisis institucional”- ha desvelado recientemente que Juan Carlos estaba dispuesto a regresar a España si fijaban su residencia en La Zarzuela y recuperaba la asignación económica que le retiró su hijo en 2019.

También adelantó que el decreto del archivo de la causa del Tribunal Supremo estaba concluido y que se dictaría antes de 17 de diciembre para evitar la prórroga de las diligencias 44/2020. Pero, finalmente, no acertó en sus previsiones porque la Fiscalía General del Estado ordenó una nueva prórroga de seis meses para que continuaran las investigaciones, como adelantó OKDIARIO.

Juan Carlos, desde que fijó su residencia en una urbanización de lujo en la isla de Zaya Nurai de Abu Dabi a gastos pagados por la realeza emiratí, ha mantenido una fluida relación con amigos íntimos que lo han visitado en la capital de los Emiratos Árabes. Esa relación ha sido tan próxima que 12 de ellos participaron en la colecta para reunir los 4,4 millones de euros a fin de cubrir la cantidad de la regulación fiscal que le exigía Hacienda por los vuelos en jets privados de Air Partners, pagados durante años por la Fundación Zagatka.

El Rey emérito en todas sus conversaciones confiesa a sus visitantes sus deseos de regresar a España, pero nunca se ha quejado del abandono o la soledad. Uno de sus amigos lo ha reconocido hace unos días a OKDIARIO: “Algunos miraron para otro lado cuando tuvo que salir de España, pero los incondicionales siempre han estado ahí”.

Un regreso sin fecha de caducidad

Las autoridades de Abu Dabi, uno de los siete estados que constituyen los Emiratos Árabes Unidos (EAU), reconocen que la estancia del Rey emérito, aunque los miembros de su seguridad personal son funcionarios españoles, «está pagada por sus anfitriones desde el primer día», porque para el emirato «es un orgullo que Juan Carlos I se encuentre en el país».

El ex monarca siempre ha mantenido unas excelentes relaciones con el actual presidente de los EAU, el emir Jalifa II bin Zayed Al Nahayan y, previamente, con su padre Zayed, que falleció en 2004. Como rey en activo o como rey emérito, tenía la costumbre de asistir todos los años al Gran Premio de Automovilismo de Fórmula I en el circuito de Abu Dabi.

Juan Carlos I sabe que su regreso a España está condicionado por el discurrir de las investigaciones judiciales y por la presión política ante el Gobierno de Pedro Sánchez de los partidos republicanos e independentistas como Podemos o ERC. En ese escenario, la opinión de la Casa Real cuenta poco. El Rey Felipe VI está condicionado a lo que decida La Moncloa y sus socios comunistas y separatistas.

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