Parece una distopía futurista, imágenes extraídas de una película sobre un futuro en el que algo ha salido mal. Pero no es el caso, es una realidad que ya está aquí -o, al menos, en Francia- y, de momento, para quedarse. Agentes de policía patrullando las terrazas al aire libre de cafeterías para pedir ‘los papeles del Covid’ a los ciudadanos para permitirles seguir con sus cafés, sus desayunos o sus tentempiés.
Ese futuro en el que algo ha salido mal es presente, y desde luego que sí que hay algo que ha salido mal, la pandemia mundial que lleva asolando al ser humano ya durante más de año y medio desde que el virus se escapase de algún lugar de China. Científicos y gobiernos han luchado contra la enfermedad desde entonces, con mayor, menor o escaso éxito en diferentes lugares, y actualmente empezamos a ver las primeras imágenes de un nuevo estadio en esta batalla: la de una vigilancia al ciudadano como nunca antes se había visto en el mundo libre.
La Francia de Macron ha entrado en una nueva dimensión desde este lunes 9 de agosto, día en el que ha comenzado a funcionar el pasaporte sanitario Covid. Se trata de una aplicación móvil en la que se figura el código que se obtiene tras haber sido vacunado, tras haber superado un test PCR con hasta 3 días de vigencia o tras certificar que se ha superado recientemente la enfermedad.
Este pasaporte es, desde ya, obligatorio para todo tipo de actividades, que incluyen entrar en bares o restaurantes, ir al cine, al teatro o a conciertos, a piscinas, discotecas, festivales… Es obligatorio para todos los franceses y para los turistas, que deben convalidar los certificados obtenidos en sus países con la aplicación franesa.
Así, desde este mismo lunes nos encontramos con escenas tan sorprendentes hasta hace sólo un día como las que vemos en el vídeo: gendarmes franceses haciendo rondas entre las mesas de las terrazas para pedir el pasaporte a los allí presentes. Son escenas que sí que desprenden un auténtico aroma a ‘nueva normalidad’.
En España, de momento no se vislumbra esta posibilidad a corto plazo. El Gobierno central no se ha referido a esta cuestión más allá de las palabras de Fernando Simón, quien se mostraba en contra de esta obligatoriedad al ser preguntado este fin de semana.