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Cómo cuidar a los padres cuando envejecen

Cuidar a los padres cuando envejecen es algo que debemos afrontar como hijos. Dependiendo de cada caso, el cuidado de los ancianos puede ser más o menos livano, por lo que analizamos qué es mejor hacer en cada caso.

cuidar a los padres cuando envejecen
Cómo cuidar a los padres ancianos paso a paso
Blanca Espada

Con una esperanza de vida que ha aumentado bastante en las últimas décadas y que ya sobrepasa los 80 años, cada vez más son las personas que deben enfrentarse al hecho de cuidar de sus padres ancianos. ¿Cómo hacerlo cuando nuestro ritmo de vida es a veces incompatible? Veamos a continuación, una guía de pasos en la que te explicamos Cómo cuidar a los padres cuando envejecen.

El hecho de cuidar a los padres cuando estos envejecen es algo que todo hijo debe asumir al llegar a determinada edad, pero lo cierto es que el cuidado de unos padres ancianos puede ser variable teniendo en cuenta que va a depender de los niveles de autonomía de nuestro querido anciano, de cómo está estructurada la casa, así como de la presencia o ausencia de ayuda o de familiares que observen las necesidades reales durante el día y la noche. Veamos entonces una guía bastante general en la que respondemos a cómo cuidar a los ancianos, en función de diversos factores.

Pasos para cuidar a los padres cuando envejecen

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  1. Lo primero que tenemos que señalar, es que en los casos más complejos y cuando desciende el nivel de autonomía, los familiares tienen derecho al análisis más objetivo posible sobre las necesidades de asistencia y atención, lo que dificulta el salto entre lo que dicta el corazón y lo que sugiere la cabeza. Las soluciones en este caso pasan por la intervención de personas competentes y confiables para que sean ellos los que se dediquen a la asistencia a nuestros padres.
  2. Por otro lado, es necesario identificar la asistencia más adecuada en función de las capacidades de la persona mayor : si padece enfermedades cognitivas y degenerativas, si se producen discapacidades motoras o si ambas situaciones coexisten.
  3. Las cifras profesionales que ofrece el sistema hoy en día son muy extensas y, a veces, poco conocidas: además de la ayuda para el cuidado diario (lavado, vestimenta, alimentación, movimiento) representada por figuras profesionales más tradicionales, como el cuidador, enfermero o trabajador social, es posible activar un soporte de fisioterapia en el hogar para la actividad física, así como contar con los servicios de un profesional de terapia ocupacional para conservar las habilidades de memoria y administrar el entretenimiento mental y cognitivo. Hoy es posible recurrir a un vasto grupo de profesionales capaces de operar en casa y de alguna manera, que nos ayuden con el cuidado de padres ancianos.
  4. Para aquellas personas que no tienen recursos económicos suficientes como para poder tener a un cuidador en casa, existen opciones como la de los centros de día, algunos de ellos especializados en enfermedades específicas como el Alzhéimer, pero también estos son de pago, aunque siempre es posible solicitar una plaza pública en uno de estos centros, de modo que el coste se reduce bastante.
  5. También existe la posibilidad, en el caso de que los padres, sean todavía bastante autosuficientes, que vivan cerca de los hijos, o que la familia viva toda junta. Esto requiere una nueva «estructura relacional» dentro de la familia. Para la persona de edad avanzada no es fácil aceptar la vejez, especialmente si en el curso de la vida siempre ha sido independiente y útil para los demás. Los ancianos a menudo destacan dos tipos de necesidades crecientes: la necesidad de dependencia física (dependiendo de sus condiciones de salud) y la necesidad de preservar una identidad adulta (necesidad de autonomía). El conflicto entre estas dos necesidades marca profundamente el significado de las relaciones entre padres e hijos. Los padres de edad avanzada deben tener la idea de tener que depender de sus hijos y estos a su vez deben pensar en tener padres cada vez menos autónomos. Este nuevo evento pone a prueba todo el sistema familiar. Es necesario crear un espacio para la nueva estructura familiar, redefiniendo también la estructura de la casa, dando como no una habitación a la madre o padre, o padres, sacrificando un espacio para los niños. Esta nueva redefinición puede crear inconvenientes para la «nueva familia», por lo que debemos poder mediar con todos los miembros presentes.
  6. Por otro lado, en el caso de que sean varios hijos, no se debe dejar las responsabilidad de cuidar a los padres ancianos a uno solo de los hijos (quizás el que vive más cerca o el que trabaja menos), sino que entre todos se deben organizar turnos de cuidado que de alguna manera puede que incluso permitan que los padres vivan en su propia casa el máximo de tiempo posible.
  7. No debemos dejar de tener en cuenta lo ya mencionado: la autosuficiencia de los padres ancianos, ya que en el caso de que tengan enfermedades realmente graves o que hayan llegado a un punto de sus vidas en el que necesitan asistencia obligada las 24 horas, las residencias son tal vez el recurso que nos puede dar una mejor solución.
  8. Por último debemos estar al corriente de todo lo que piensan y sienten los padres cuando llegan a la vejez. Quizás sean ellos los que decidan pedir ayuda, pero a medida que envejecen, podemos fijarnos en su actitud (si tal vez es más irascible o se sienten más tristes), en su lucidez, y en signos físicos, como una repentina pérdida de peso o una menor movilidad, para procurar que sean atendidos y para que además, no tengamos que acabar sobrepasados por la situación.

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