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La historia de los sefardíes: un legado que perdura

La historia de los sefardíes es una ilustración de la resiliencia y la riqueza cultural que emerge de la adversidad.

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La historia de los sefardíes.
Francisco María
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Los judíos sefardíes son los descendientes de los judíos que vivieron en la Península Ibérica desde el siglo I a. C. hasta finales del siglo XV. Durante todos estos siglos, las comunidades judías generaron grandes poetas, filósofos e historiadores que terminaron siendo expulsados de los reinos de Castilla y Aragón por los Reyes Católicos en 1492. Las poblaciones provenientes de estas comunidades conforman una de las dos divisiones étnicas judías de Europa, más conocidas como judíos sefardíes o sefarditas.

¿Quiénes son los sefardíes?

El término bíblico sefardí proviene etimológicamente de Sefarad, que aparece en el libro profético de Abdías (1:20). A partir del siglo II d.C., los judíos españoles identificaron “Sefarad” con la Península Ibérica y empezaron a referirse a sí mismos como judíos sefardíes.

Los sefarditas son, por ende, los descendientes de los judíos expulsados de la Península Ibérica a finales de la Edad Media, que terminaron formando comunidades en diversos países de Europa, el Mediterráneo Oriental y el Norte de África.Judaísmo

La presencia judía en la península ibérica

La presencia de los judíos en la península ibérica se remonta a la época de las legiones romanas. Sin embargo, no fue sino hasta el año 70, (siglo I d.C.), cuando el general romano Tito, hijo del emperador Vespasiano conquista Jerusalén, destruye el Segundo Templo y pone fin a la primera de las guerras judeo-romana, expulsando a los judíos, que las comunidades judías convirtieron a España en su hogar durante más de 1500 años.

Durante los siglos XII y XIII, los reinos cristianos convivieron sin problemas con los judíos, quienes eran conocedores y trasmisores de la cultura árabe por su asimilación y dominio del idioma. En este periodo, los judíos se convirtieron en intermediarios entre las dos culturas y desempeñaron un papel muy importante en las escuelas de traductores de Toledo, bajo el mando de Alfonso X el Sabio. De hecho, muchos de los colaboradores de Alfonso X eran judíos.

A pesar de que los judíos sirvieron en las cortes como, administradores, colectores de impuestos y médicos, el antisemitismo y la intransigencia crecieron progresivamente entre los cristianos en el siglo XIV. Después de las juderías de Castilla y Aragón fueron saqueadas e incendiadas en 1391, las relaciones entre cristianos y judíos fue cada vez más hostil y muchos de ellos tuvieron que elegir entre la conversión forzosa o la muerte.

La expulsión definitiva de los judíos sefardíes

La expulsión de los judíos más conocida fue la que se produjo a finales del siglo XV, con el Edicto de Granada, emitido el 31 de marzo de 1942 por los Reyes Católicos. Según los monarcas, la expulsión de los judíos respondía a los “crímenes y transgresiones contra la santa fe católica” que cometían las comunidades judías en sus territorios. De esta manera, los Reyes Católicos ponían fin a la presencia judía en la península ibérica.

El decreto ordenaba la salida definitiva de los judíos en un plazo de cuatro meses. Muchos de los judíos optaron por convertirse al cristianismo para evitar la expulsión, pero alrededor de 200.000, fueron al exilio. En un principio, los judíos sefardíes se refugiaron en Portugal y el reino de Navarra, pero tuvieron que trasladarse al centro y norte de Europa tras ser nuevamente expulsados en 1497 y 1498, respectivamente.

Las comunidades sefarditas asentadas en Portugal emigraron a Inglaterra y Flandes, mientras que los de Navarra se instalaron en Bayona. La diáspora sefardí, en sus diferentes épocas (siglos XV-XVII) se asentó en el norte de África, donde ya existían comunidades judías, el Oriente Próximo, Italia, los Balcanes y el Imperio Otomano, lugar en el que gozaron de una gran prosperidad, así como también en el norte y centro de Europa y finalmente las Américas.

Desde luego, el proceso de emigración y formación de las comunidades de la diáspora sefardí fue complejo y se extendió a diversas generaciones. No sólo por las difíciles condiciones en las que debían trasladarse, sino porque era común que una persona o una familia divagara de un país a otro, hasta establecerse definitivamente.Judíos

Diáspora y legado cultural

A pesar de esta diáspora, los sefardíes han mantenido viva su identidad y tradiciones. En los países donde se establecieron, como Turquía, Grecia, y los Balcanes, los sefardíes desarrollaron una rica cultura que combinó elementos de su herencia judía con influencias locales. Su lengua, el ladino, un dialecto del español antiguo, se convirtió en un símbolo de su identidad. Este idioma, que incluye palabras de hebreo, árabe y turco, se ha transmitido a través de generaciones y es considerado un tesoro cultural.

La música, la gastronomía y las festividades sefardíes son también un reflejo de su historia. Canciones tradicionales, danzas y platos como el «borek» y el «pastrami» han perdurado, reviviendo la cultura y las costumbres de un pueblo que ha sabido adaptarse sin perder su esencia.

Reconocimiento y revitalización

En los últimos años, ha habido un renovado interés en la historia de los sefardíes. En 2015, el gobierno español aprobó un decreto que permite a los descendientes de los judíos sefardíes obtener la nacionalidad española, como una forma de reparar el daño histórico causado por la expulsión. Este gesto ha permitido a muchos sefardíes redescubrir sus raíces y conectar con una herencia que había sido reprimida durante siglos.

Conclusión

En la actualidad, los sefardíes continúan siendo un símbolo de diversidad y de la importancia de preservar la memoria histórica, recordándonos que el pasado no solo moldea nuestra identidad, sino que también puede ofrecer caminos hacia el futuro.

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