Elecciones Castilla y León

Vea aquí la intervención completa de Pablo Casado en el Comité Ejecutivo del PP

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Queridos compañeros del Comité Ejecutivo Nacional. ¡El Partido Popular ha ganado las elecciones en Castilla y León! Por si alguien no se había enterado, o no se quiere enterar.

Enhorabuena, Alfonso por la victoria, Gracias al PP castellano y leonés por su esfuerzo en condiciones muy complicadas y a todos vosotros por vuestro apoyo.Nuestros paisanos han sabido reconocer la labor seria, sensata y eficaz del gobierno de la Junta, de su presidente y de sus consejeros.

Alfonso, cuentas con el respaldo de todo este Comité Ejecutivo para negociar la continuidad de ese gobierno de éxito. Los populares hemos ganado las elecciones, pese a todo y a pesar de todos, y los socialistas las han perdido, a pesar de sus trampas y mentiras.

Sánchez lleva 4 derrotas desde las ultimas elecciones generales, 3 de ellas pasando a ser 3ª fuerza política, sorpasado por los nacionalistas y la extrema izquierda.

Y el PP lleva 3 victorias desde entonces, recuperando 2 autonomías en las que perdimos hace dos años. Así que será el sanchismo, y no nosotros, el que tendrá que plantearse por qué pierde a pesar de poner toda su maquinaria de poder al servicio del partido.

Yo os quiero dar un mensaje de optimismo, que es incontestable: ningún otro partido de centro derecha en Europa está a la cabeza de las encuestas y recuperando gobiernos cada vez que se llama a las urnas.

Hace dos años el PSOE ganó en Castilla y León y hace sólo un año presentó una moción de censura con un tránsfuga de ciudadanos y se quedó solo a uno más de aprobarla. Eso es lo que planeaban hacer otra vez. Si Alfonso Fernández Mañueco no hubiera convocado elecciones, dentro de unas semanas tendría que haber cedido el gobierno al PSOE.

Quiero dejar una cosa muy clara. Una vez más. Jamás esta dirección nacional ha presionado, ni siquiera opinado sobre el adelanto electoral, ni en Castilla y León ni en ningún otro sitio. Repito: jamás. No vamos a permitir que se mienta y se nos insulte impunemente a todas horas y en todas partes.

Nunca se había vivido una lluvia ácida de fake news subastadas al mejor postor, y una campaña de post verdad tan corrosiva como esta. Ni tampoco una degradación institucional como la que hemos sufrido en esta campaña desde el Gobierno, que ha traspasado el umbral democrático.

Sánchez ha usado el CIS para cambiar la tendencia electoral, el congreso de los diputados para hacer oposición a un presidente autonómico, la mesa del parlamento para retorcer la voluntad de un diputado, el BOE para comprar votos, el consejo de ministros para patrocinar alianzas, los fondos europeos para hacer propaganda, y hasta la fiscalía general del estado para señalar adversarios. Es inadmisible.

Pues bien, ni aun así han conseguido que perdiéramos las elecciones. Los que pretenden desestabilizar a este partido pinchan en hueso. Ya hemos demostrado que no admitimos presiones de ningún tipo, ni para investir a Sánchez, ni para reforzarle en mociones trampa, ni para tragar con los indultos, la politización de la justicia o las contrarreformas ruinosas. Solo nos debemos a los españoles y seguiremos cabalgando mientras ladran los de siempre.

Queridos amigos, liderar hoy nuestro país es unir la derecha sin desunir España. Eso es lo que estamos haciendo: fortalecer un partido claramente situado en la derecha para que pueda hacer una tarea claramente de centro, acercándose a él y no a ningún extremo.

Es decir, hacer del centroderecha la piedra angular de una nueva etapa de reformas y progreso para todos los españoles, rechazar el bloque de ruptura que forman hoy los populismos a un lado y a otro y ofrecernos como plaza mayor del constitucionalismo, del reformismo, del autonomismo, del europeísmo y del atlantismo.

En estas coordenadas se situaron durante décadas mayorías abrumadoras de españoles en las urnas, y era alrededor de ellas pero nunca sobre ellas donde se producían las disputas partidistas. Ahora son esas bases las que están en cuestión y el PP va a ser quien las defienda y quien convoque de nuevo a la inmensa mayoría de españoles que no están dispuestos a que se pongan en cuestión las bases de nuestros avances de los últimos cuarenta años.

Hemos reconstruido un partido que necesitaba levantarse de nuevo desde sus mismos cimientos, que son estos y no los de ningún populismo. Somos partido que los españoles esperan, necesitan y quieren.

Aguantamos cualquier comparación: echemos un vistazo a la derecha alemana y su hundimiento; a la francesa y sus fracturas; a la italiana y su laberinto interminable. Miremos lo que ha sucedido en Portugal. Todas definen un contexto europeo adverso, y sin embargo nuestra recuperación se está produciendo.

Miremos cuántos partidos históricos han resistido en pie, cuántos alcanzan hoy la proyección de voto que tenemos nosotros y cuántos están en cabeza. Somos una excepción en positivo.

En el PP debemos valorar lo que estamos consiguiendo, lo que estamos superando, y también debemos decir alto y claro lo bueno que tenemos y lo bueno que hacemos. Nadie lo va a hacer por nosotros. Debemos ser autoexigentes, pero no autodestructivos.

Los españoles nos conocen y esperan de nosotros que hagamos algunas cosas y que no hagamos otras. La credibilidad y la confianza en nuestro partido son fundamentales.

Tenemos que estar muy orgullosos de lo que somos. Un partido de estado y de gobierno, una institución al servicio de los españoles y de nadie más.

Somos el partido que hizo la Transición con 4 de los 7 padres de la Constitución, el que mejor representa nuestra tradición de una Nación unida y diversa, vertebrada y plural, municipalista y autonomista; somos la familia política que fundó la Unión Europea y que vertebró la alianza atlántica, que defiende la globalización, como herederos de la Hispanidad que fue la primera globalización de la historia.

Somos el partido que fundó el euro, la red de seguridad de Europa, que nos ha salvado de dos recesiones, que ha creado 7 millones de empleos, que evitó la quiebra de las pensiones, de la sanidad y de la educación pública y que sacará a España y a Europa de otra crisis como la actual.

Somos el partido que cree en la igualdad real de oportunidades, que rompió el techo de cristal de las mujeres en política y en el mercado laboral. Y el pionero en la sostenibilidad de Kyoto, París y los ODS. Somos el partido que paró el plan Ibarretxe y el plan Puigdemont, el que defiende sin complejos el estado de derecho y la seguridad de todos sin buenismo pero sin xenofobia.

Y somos la memoria y el tributo por quienes dieron su vida en defensa de la libertad, para que la convivencia entre españoles fuera posible, y no para poner en marcha una máquina dispensadora de carnets de buen o mal español, como otros pretenden dispensar carnets de buen catalán o de buen vasco.

No somos un partido probeta de laboratorio, estamos hechos de abajo arriba, en las calles de los pueblos, las plazas de las ciudades, los centros de trabajo y de estudio.

Somos un partido español, que sirve a España y no a ninguna internacional de lo excéntrico. Y sabemos hacerlo muy bien. Esa es nuestra herencia, nuestro patrimonio y nuestra vocación. Sobre esas bases seguras y probadas se asienta nuestro día a día, nuestro trabajo político.

Esos principios los defendemos con el orgullo de ser el partido más importante de España, por lo que construye cuando gobierna y por lo que evita que se destruya cuando los españoles nos confían la tarea de oposición. Ningún partido ha hecho tanto frente a los que quieren destruir lo que es de todos. Ninguno ha construido tanto para todos.

Por todo ello queridos amigos, es evidente que nadie está en condiciones de ejercer ninguna supuesta tutela moral o programática sobre el Partido Popular. Y debemos ser claros sobre esto: la semilla del populismo y del radicalismo puede tardar más o puede tardar menos en dejar ver su fruto, pero siempre es un fruto amargo para las sociedades que lo cultivan.

El populismo y la radicalidad nunca producen progreso, ni concordia, ni respeto internacional; nunca pacifican ningún conflicto, siempre los empeoran todos. Nunca resuelven ningún problema, solo los multiplican. Nunca reúnen, siempre enfrentan. Nunca construyen, siempre destruyen. Nacen para eso, es lo que buscan y es lo que hacen tarde o temprano porque no creen ni en las instituciones ni en la política como tarea para la convivencia, aunque las utilicen para vaciarlas desde dentro, aumentar la polarización y debilitar el sistema.

No estoy en política para llegar como sea, donde sea ni para hacer lo que sea. No fue ése el mandato que recibí de mi partido y no será ése el mandato que pediré a los españoles, porque jamás lo concederían.

Estoy para llevar el gran proyecto reformista y liberal del Partido Popular de nuevo al Gobierno. El PP es el reformismo español, no hay otro. El PP es el centroderecha español, no hay otro. El PP es la alternativa a los populismos y a los radicalismos de izquierda y de derecha, no hay otra.

Nadie nos va a mover de nuestro sitio, nadie nos va a rendir, nunca nos vamos a cansar de ser como somos ni de hacer lo que tenemos que hacer por España.

Queridos amigos, nuestro partido, hoy, es el resultado de la voluntad de unir a los españoles, y no de dividirlos. Y así ha sido siempre que ha tenido éxito a lo largo de nuestra historia. Porque para ser alternativa hay que poder conformar una mayoría social, y no hacer equilibrios sobre minorías radicalizadas, como lleva haciendo el socialismo 20 años. Que su declive sea lento o que no se hable de ello no quita nada de gravedad a la falta de estabilidad que eso supone para España.

Reivindicamos la mejor historia de España, que es la nuestra, y que no es la historia de quienes azuzan el miedo, destilan rencores, saltan al vacío o viajan al pasado, sino de la de quienes se reúnen, acuerdan y trabajan en libertad, con respeto a las instituciones, y con la mirada puesta en el futuro.

Y para lograr lo que nos proponemos, lo que pondremos al servicio de todos, no tenemos que cambiar de país; tenemos que cambiar de gobierno. A nosotros, España nos gusta, lo que no nos gusta es este mal gobierno.

Por eso ofrecemos una agenda reformista para la mayoría, y no un memorial de agravios o un manifiesto de ocasión. Porque el rupturismo es la peor argamasa para la convivencia, y los españoles lo que quieren es convivir: con respeto, con sus diferencias, con sus acentos, pero convivir, juntos, unidos.

Hace poco más de un año os dije que nuestro espacio electoral no es una pequeña parte de una supuesta derecha partida por tres, sino la hegemonía del inmenso espacio del centro reformista español. Hoy os lo reitero con más razón todavía. No nos engañemos; hay quienes equivocan sus prioridades, y están más preocupados por sustituir al PP que por cambiar al gobierno. Lo segundo les resulta imposible, y lo primero jamás ocurrirá.

La fragmentación del voto solo beneficia al puzzle de extremismos que desgobierna en muchos ayuntamientos, en demasiadas autonomías y en el gobierno de España.

En democracia, reunir fuerzas es reunir votos, recuperar voluntades, renovar esfuerzos y buscar los grandes objetivos nacionales que queremos para España y sus ciudadanos. Lo demás es perder. Y perder significa que gobiernan otros. Los peores. Así de simple.

Desde el PP hemos pasado tres años intentando reagrupar el espacio electoral con propuestas concretas para que Sánchez no fuera presidente.

Lo fácil sería sumarse a las estrategias de confrontación que están poniendo en riesgo nuestra convivencia. Lo cómodo sería dejarse llevar en la deriva polarizadora por un puñado de votos. Pero el Partido Popular no busca el arrastre del malestar contra nadie, sino el liderazgo de una política a favor de todos.

España no puede permitirse el lujo de desviar la atención de los problemas reales que acucian a las familias y las empresas. No podemos malgastar más energía en refriegas estériles por ver quién tiene las ocurrencias más sonoras cuando hay miles de mayores preocupados por su bienestar y miles de jóvenes desesperados con su futuro.

El patriotismo no consiste sólo en decir lo que piensas, también consiste en hacer lo que debes. Y amar a España es pensar qué necesita ahora de nosotros, y hacerlo. O salvamos lo común o nadie salvará lo suyo.

Por eso la nuestra es una agenda de libertad, donde la mayoría puede reencontrarse sin miedos, ni rencores y sin ira ni odios.

Somos por convicción y por experiencia, un partido que dialoga y que alcanza acuerdos. Lo hemos hecho a nuestra izquierda y a nuestra derecha, y podemos hacerlo también en cualquier otro eje de la política.

Pero quiero decir una cosa muy clara. Tenemos límites para pactar y para acordar.

Nuestros principios son nuestras condiciones. Repito, nuestros principios son nuestras condiciones y no vamos a renunciar a ellos. Nunca.

La política sin principios sólo puede llevar a un final incierto. España afronta grandes problemas que no se solucionan con grandes palabras, sino con un proyecto claro, asentado en principios firmes y confirmado cada día con una acción coherente.

Tenemos enfrente a un gobernante y un partido que paga las consecuencias de la renuncia a su propia identidad, porque los españoles no conciben premiar a quien hace tiempo que está desnudo de principios.

Alfonso ha pedido un gobierno fuerte, estable y en solitario, con pilares firmes, sin trajes prestados y sin la espada de Damocles continua. Y tiene todo nuestro apoyo para llevarlo adelante, con nuestros principios siempre presentes.

Para nosotros la igualdad no es negociable, ni la cohesión territorial, ni la integridad autonómica, ni la integración en Europa.

Nosotros no aceptamos el colectivismo que busca dividir a las personas por el color de su piel, su género, su acento o su orientación sexual.

Nosotros no aceptamos el revisionismo constitucional, ya sea en contra de las comunidades autónomas, las diputaciones, la monarquía o la Justicia independiente.

Porque creemos en la España de convivencia y tolerancia, de derechos y libertades, de la igualdad real, el progreso económico y el bienestar social.

Hablamos de lo que hizo posible la democracia, la libertad, los derechos. Hablamos de Constitución, de leyes, de Europa, del euro, de igualdad, de empleo, de bienestar. Hablamos de consenso, de concordia, de justicia.

La responsabilidad fundacional del PP fue unir a todo lo que estuviera a la derecha del PSOE, pero ahora tenemos que conseguir el reagrupamiento de todos los constitucionalistas, incluso aquellos socialdemócratas avergonzados por lo que está haciendo Sánchez, o aquellos regionalistas que quieren seguir viviendo en una España unida y diversa que nos dimos en 1978.

Por eso nosotros ya hemos presentado formalmente en nuestra última convención nuestro Contrato con los españoles que pondremos en marcha nada más llegar al gobierno, ampliando la sociedad y reduciendo el gobierno, devolviendo el poder a las personas frente a los políticos, reformando todo lo que no funciona para poner este país de nuevo en marcha.

Nunca antes se ha hecho público con dos años de margen un plan tan ambicioso para España para el fortalecimiento institucional, la creación de empleo y la sostenibilidad del estado del bienestar.

Y aun menos se había ofrecido ya al gobierno en numerosos pactos y propuestas. Hemos demostrado que sabemos dialogar y pactar, otra cosa es que se nos haya rechazado todo siempre.

Hemos propuesto un proyecto presupuestario para bajar impuestos y flexibilizar el mercado de trabajo, un plan de reconstrucción para fortalecer el sistema sanitario y sostener el de pensiones, un paquete de actuaciones de para garantizar el agua y la vivienda para todos, una estrategia nacional de natalidad y contra la despoblación, una reforma educativa y energética, un pacto de Estado por una Justicia independiente y la unidad nacional, una agenda para reforzar la seguridad ciudadana y la política exterior.

Y todo lo que hemos querido aportar ha sido despreciado por los mismos que están presos de la radicalidad de los herederos de ETA, los independentistas y los comunistas. Por quienes mienten sobre la recuperación económica, discriminan con la financiación según se les apoye o no, y que son incapaces de ayudar a los españoles asfixiados por la inflación. Un gobierno atrapado, voluntariamente, con las peores compañías.

Y ante esto existe una alternativa, está preparada y con los mejores. Y el tiempo nos dará muy pronto la razón. Y termino queridos amigos.

España tiene problemas. Muchos. Pero casi todos nacen de uno solo. Hace más de cuarenta años que le ganamos el pulso al pasado y abrimos espacios de libertad para toda la sociedad española. Hoy esos espacios se están cerrando porque ese es el precio que el PSOE ha aceptado pagar para volver al Gobierno y para mantenerse en él.

Y esos espacios hay que abrirlos de nuevo. Nuestra tarea histórica para España se resume en esto: volver a abrir espacios de libertad para la sociedad española y rechazar los procesos de radicalización.

La libertad nos unió como Nación en 1978 y la libertad debe unirnos ahora una vez más. Cuento con todos vosotros para conquistar, de nuevo, ese futuro.

Muchas gracias

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