Presos de ETA

Urkullu veta a los presos de ETA navarros en su ‘paraíso’ carcelario: sólo acepta vascos

Presos ETA
La presidenta de Navarra, María Chivite y el Lehendakari, Íñigo Urkullu.
Pelayo Barro

La fiebre entre los presos de ETA por conseguir un traslado a cárceles del País Vasco tiene un claro motivo: el modelo carcelario diseñado por el Gobierno de Iñigo Urkullu permite acceder a un régimen de semilibertad sin los condicionantes de colaboración con la justicia o petición de perdón que se exigen en otras cárceles españolas. Pero para el Gobierno de Urkullu hay presos etarras de primera y de segunda: algunos de origen navarro han visto denegadas su petición de traslado por el hecho de no ser vascos de nacimiento, por lo que carecen de «arraigo».

El Gobierno de Urkullu mira el DNI también cuando se trata de presos de ETA. Así, mientras no ha tenido reparos en aceptar en su sistema penitenciario a algunos de los rostros más infames de ETA, como los recientemente acercados Javier García Gaztelu, Txapoteo Henri Parot, la Consejería de Interior ha rechazado peticiones de presos no nacidos en el País Vasco.

Uno de quienes solicitó acomodo en una celda vasca pero recibió un ‘no’ por respuesta, según explican fuentes penitenciarias a OKDIARIO, fue el que fuese jefe de ETA José Javier Arizkuren RuizKantauri. Uno de los hombres que encargó el asesinato de Miguel Ángel Blanco con una fatídica instrucción comunicada a sus pistoleros: «Si no podéis secuestrarlo, le dais caña y a por otro». El navarro, que cumple condena en su tierra natal, buscó la posibilidad de hacerlo en un terreno más favorable para su horizonte penal.

Son, al menos, cinco los presos de ETA a los que la Consejería de Interior vasca ha negado su traslado a sus cárceles desde que el Gobierno de Urkullu asumiese esas competencias, regaladas por el Gobierno de Pedro Sánchez el pasado 2021. El próximo mes de octubre se cumplirá un año de esa cesión.

Esos cinco, explican las fuentes consultadas, son todos navarros. Algunos cumplen condena ya en la Comunidad Foral -como Kantauri- mientras otros aún están en cárceles más alejadas. Como navarros, carecen del «arraigo» que exige el País Vasco para asumir a un etarra en sus celdas.

Txapote

El de Javier García Gaztelu es uno de los casos más representativos de cómo funciona el modelo de «arraigo» vasco en las prisiones. Allí, Gaztelu no deberá acreditar haber pedido perdón a los familiares de las víctimas de sus asesinatos, requisito necesario para que una junta de tratamiento valore la posibilidad de flexibilizar su condena. Nunca ha pedido perdón.

Tampoco deberá colaborar con la justicia, tal y como viene haciendo desde que iniciase su condena. Son conocidos los desafíos de Txapote a la justicia y a los jueces, incluso por el actual ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska.  No reconoce a la justicia ni la legalidad penitenciaria, pero tampoco eso le penalizará en el País Vasco.

En cambio, Txapote, como vasco, si tiene puntos por «arraigo». Y los más importantes se los otorga el hecho de tener dos hijos -una de ellas, menor de edad- residentes en el País Vasco.

Fuentes penitenciarias aseguran que en la próxima revisión de grado, que deberá acometerse antes de que termine este 2022, Txapote podrá esgrimir ese arraigo -así como el hecho de haber cumplido más de la mitad de su condena- para solicitar sus primeras salidas de prisión. Un régimen semiabierto por el que apuesta el modelo vasco y que le supondría, según las mejores previsiones, salir de prisión con un permiso estas navidades.

 

 

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