La metamorfosis de Marlaska: condenó a Txapote a 24 años y ahora le envía al País Vasco sin arrepentirse
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha firmado esta semana el acercamiento al País Vasco de Francisco Javier García Gaztelu, alias Txapote, el que fuera jefe operativo de ETA y responsable de al menos 14 asesinatos. Entre ellos, el de Miguel Ángel Blanco, concejal del PP en Ermua (Vizcaya), en 1997. Hace tan sólo 9 años, el propio Marlaska ejercía de ponente en el juicio contra Txapote por el intento de asesinato del diputado del PP Ramón Rabanera. Un atentado encargado directamente por Gaztelu que fracasó porque el coche-bomba que iba a ser utilizado se averió. Marlaska le condenó por ello a 24 años de prisión.
La figura del juez Marlaska no aguanta una comparación con la del ministro Marlaska. En 2013, con el ahora titular de Interior presidiendo la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, Txapote se sentó en el banquillo acusado de haber encargado el asesinato del diputado general de Álava Ramón Rabanera. Fue un juicio duro y desafiante, como todos los que protagonizó Gaztelu en su periplo ante la justicia española. El tribunal trató de conocer la versión de los hechos por parte de Txapote pero el líder de ETA se negó a colaborar. Guardó silencio durante las preguntas que le realizaron y tan sólo se limitó a no reconocer la legitimidad de la Audiencia Nacional, calificándola de «teatro» y acusándola de «no respetar los derechos de los vascos».
Reprimenda a Txapote
De aquel juicio, Txapote salió con una condena extra de 24 años a sumar a los más de 300 que acumulaba en ese momento. El tribunal consideró probado que el vehículo con el que se iba a cometer el atentado sufrió un fallo mecánico y eso impidió el asesinato. En la sentencia, de la que fue ponente el propio Marlaska, figura incluso una reprimenda al reo por su «silencio». Consideraba que «tal actitud puede robustecer la carga de la prueba que se practique en el juicio oral». Es decir, que ante las acusaciones y pruebas presentadas, el silencio de Txapote no hizo más que confirmar las sospechas del tribunal. «Si se le ofrece la posibilidad de una explicación y no ofrece ninguna, la conclusión es clara: no hay explicación exculpatoria alguna», concluía en el texto de la sentencia 16/2013.
En aquel juicio, Marlaska conoció de primera mano la obsesión de Txapote por no colaborar ni un ápice con la justicia en el esclarecimiento de los crímenes de ETA. Los suyos y otros. La misma que ha mantenido hasta ahora, incluso al ser acercado por orden del mismo Marlaska a una cárcel en el País Vasco sin que medie arrepentimiento, disculpa o colaboración.
El de Txapote fue uno de los múltiples procesos que el magistrado Grande-Marlaska impulsó contra el entramado de ETA, tanto el militar como el político. El actual ministro del Interior, el hombre que más actas de acercamiento de etarras ha firmado, se convirtió en uno de los objetivos judiciales más codiciados por ETA.
La banda intentó incluso asesinarle aprovechando una visita de Grande-Marlaska a su pueblo vacacional de Ezcaray (La Rioja). Un talde del comando Vizcaya le siguió durante un tiempo y planificaron un atentado con coche-bomba, que terminaron descartando por las grandes medidas de seguridad que protegían al entonces juez azote de ETA.