El tufo golpista de Monedero: «Los que votan a la derecha convierten la democracia en un vertedero»

Juan Carlos Monedero
Juan Carlos Monedero, cofundador de Podemos. Foto: EFE

“A ver si lo entendemos de una vez: los que votan a la derecha no son honrados ciudadanos que expresan su opción política. Están convirtiendo la democracia española en un vertedero y tienen responsabilidad”. Lo escribe Juan Carlos Monedero en un nuevo artículo/vómito en el digital habitual.

Con los antecedentes del autor, el párrafo apesta a golpismo. Esa mentalidad de salvapatrias que habita en todo Chávez que se precie. El dictador por el que Monedero babeaba ridículamente en la televisión venezolana o desde su despacho -pared con pared con Chávez- en Miraflores. Y del que cobraba una pasta. Por supuesto. Que, si no, no hay principios que valgan. Muchos periodistas españoles aún recuerdan las ínfulas del personaje cuando iban a Venezuela y Monedero les recibía en el palacio presidencial crecido por el hecho de saberse al lado de un sátrapa. Lo típico de un pobre hombre.

En su artículo -cargado de la pedantería del intelectual de izquierdas- Monedero añade sobre los votantes del PP: “Si uno deja que le salga el demonio que todos tenemos dentro y mata al ángel que también nos habita, basta de ese juego paternalista de tratarles [a los votantes de derechas] como irresponsables a los que hay que mimar”. ¿Qué está sugiriendo? ¿Los ladrillos de Vallecas o algo más?

Porque antecedentes tiene el personaje. Monedero, Pablo Iglesias, Errejón, Bescansa y tantos otros revolucionarios de papá y mamá que se forraron en Venezuela ayudando a Hugo Chávez a diseñar aquella dictadura criminal que ha provocado -según la ONU- el mayor éxodo del planeta tras el de Siria.

El encargo de la Fundación CEPS -por el que cobraron ingentes cantidades de dinero- fue específicamente ese: implementar métodos (incluidos los violentos) de aislamiento político y social, represión y eliminación de la oposición política. Los años han demostrado que, incluso, de eliminación física.

Entiendo la frustración de Monedero. Para su desgracia, vivimos en la España constitucional del 78 y en el ámbito de la Unión Europa y la OTAN y no en Venezuela o en Irán, de donde también pillaron aunque a los homosexuales se les cuelgue de grúas y a las mujeres se las humille. Estamos, a Dios gracias, en 2022 y no en su venerada II República tutelada por el criminal de Stalin y sus comisarios políticos. En los años 30, Monedero hubiera sido un peligro público. Afortunadamente, nuestra democracia sólo le da opción de excretar su odio vía ordenador.

“La cloaca de OK Inda”

Lo siguiente que hace Monedero, nuevamente, es señalar con pelos y señales a periodistas. Típico. Su rabia, ya, produce risa, pese al peligro real del personaje. Dice eso de “la cloaca de OK Inda”,  que ya le ha ganado nueve juicios a su colega de Galapagar y esposa.

Seamos claros. Monedero está enfadado con los medios porque ya no trinca de ellos. Simplemente eso. Ya no cobra la pasta brutal que cobraba por ir a las tertulias a blanquear su imagen mientras colaba sus diatribas cargadas de fanatismo. Era puro odio en prime time. ¿Alguien imagina a Goebbels sentado en una tertulia, como uno más, o haciendo el payaso vestido de Papa Noel en programas de máxima audiencia para que el lobo pareciera un corderito? Supongo que a eso se refiere Monedero en el artículo cuando dice que los medios nos tienen “anestesiados, entretenidos y distraídos”. Estoy de acuerdo. Nuestra democracia ha sido generosa con personajes como él o Iglesias y los ha normalizado cuando no pasarían la prueba del algodón en cualquier país occidental y sus programas seguirían en el lumpen mediático en el que estaban.

Aún recuerdo el día en que Juan Carlos Monedero me amenazó por haberme atrevido a recordarle en una tertulia que había defraudado a Hacienda y que sólo un chivatazo desde el entorno del ministro Cristóbal Montoro le libró del proceso penal. Le recordé que sacó más de 200.000 euros del bolsillo (como el que saca unas monedillas) y regularizó su situación en un pis pas antes de que lo pillaran los de la Agencia Tributaria. Le dije que como el Rey Juan Carlos y montó en cólera.

En la pausa de publicidad, enfurecido, me espetó: «Ten cuidado, Vicente, con lo que dices». Los cámaras del programa alucinaron con la altanería del personaje. A mí no me extrañó nada. Ahora, a Monedero le parece todo mal en los medios porque ya no cobra el pastón que cobraba. El negocio ha ido a menos, aunque el dinero le sigue sobrando.

Golpismo

Pero Monedero va a más en su artículo al hablar de los votantes de derechas: “Su voto es soberano, pero su decisión es estúpida porque están votando a sus verdugos y están tirando piedras sobre la democracia, que es la única que puede hacer prosperar a las mayorías”. En ese “pero” está la cuestión que desnuda al personaje, aunque cumpla el trámite del “voto soberano”. La frase podría ser de Chávez o de Pinochet, de los Castro o de aquellos militares argentinos que se deshacían de los opositores tirándolos vivos y atados, desde aviones, al océano para que murieran del impacto o ahogados lentamente. Dicho en verso: a Juan Carlos Monedero, en ese “pero”, se le ha visto el plumero.

Luego habla de la corrupción del PP (como si de corrupción Podemos no supiera nada), del “acomplejamiento” de la izquierda y del “escenario latinoamericano” al que vamos en España. ¡Ya le gustaría a él! Se ha forrado en aquellas latitudes: Venezuela, Ecuador, Bolivia, Perú, México, Argentina (donde asesora al peronismo amigo de Franco). Ahora lo intentan en Chile y Colombia. Todo para ampliar, a ser posible, la nómina de narcoestados vestidos de cruzada bolivariana castrista. Unos listos.

Monedero y la ultraderecha: Dios los cría

Monedero habla en el artículo de “la extrema derecha que se come a la derecha en todas sus versiones”. Esto me recuerda algo si me lo permiten.

Cuando se destapó hace años la implicación de la Fundación CEPS en el diseño de la dictadura criminal de Venezuela, me pregunté qué había podido unir al presidente de la fundación, el catedrático valenciano Roberto Viciano, con personajes como Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero o Rubén Martínez Dalmau (vicepresidente hasta hace poco de Ximo Puig).

Roberto Viciano y sus hermanos habían sido compañeros míos de colegio en Valencia. Compartimos un año de Derecho en la facultad. Roberto era la Fuerza Nueva de Blas Piñar y la extrema derecha más recalcitrante de aquella Valencia de -casi- recién muerto Franco. Su interés por el Derecho Constitucional era una obsesión política muy clara que no disimulaba: cómo volver al franquismo «de la ley a ley» dándole -legalmente- la vuelta a la Transición, de la misma forma que se había pasado del franquismo a la democracia.

Con los años, y con la Transición consolidada en España, Roberto Viciano se convirtió en el gran cerebro gris (con dinero de Cuba) del constitucionalismo bolivariano. Ahora están muy centrados en Chile, la siguiente parada de este gran negocio: la excusa del “estado social” para ir a un poder constituyente que lo cambie todo. ¿Les suena?

Juan Carlos Monedero hablando de la extrema derecha es una broma. ¿Qué le unió a él y a Iglesias con la extrema derecha? ¿El golpismo que rezuma su artículo? ¿La represión del todo vale contra el opositor? Quizá, más sencillo: sus cuentas corrientes y el casoplón de Galapagar. Ideología y negocio. Golpismo y represión si es necesario para mantenerlo.

Levanto la mirada del ordenador. En Génova siguen atrincherados. Hasta la derrota final. Están muertos, pero no lo saben. Como los personajes de El Sexto Sentido, de Bruce Willis. Sólo los GEO -parece- pueden sacarles de allí. Sería más digno que se entregaran. Por patriotismo. Que se lean hoy a Juan Carlos Monedero y entiendan lo que hay en juego. Como Pedro Sánchez les convoque elecciones, terminan como la UCD.

Lo último en España

Últimas noticias