Los tribunales rechazan los argumentos de Risto y Podemos contra los periodistas que difaman como ‘cloacas’

'Cloacas' del periodismo
Risto Mejide junto a Jaume Roures

El mismo día en el que la Sección Primera de la Audiencia Provincial terminaba de redactar, el pasado 26 de septiembre, el auto de desestimación al escrito de Podemos, dando la razón a los periodistas Eduardo Inda –director de OKDIARIO-, Dani Montero y Esteban Urreiztieta, el programa de Risto Mejide y de La Fábrica de la Tele seguía con su campaña de difamación en la segunda entrega del panfleto televisivo Las cloacas del Periodismo.

Por supuesto, ninguno de los argumentos esgrimidos por la Justicia aparecía en el informe espurio de Risto y de los reporteros de Roures, Patricia López y Carlos Enrique Bayo. La dirección de Las cloacas del Periodismo convertía a los colaboradores de Roures en las estrellas de un documental plagado de mentiras y errores. Los responsables del calificado como súper scoop televisivo conocían desde hace cinco años -como recuerda el auto judicial- que tanto la Fiscalía como el Juzgado de Instrucción número 2 de Madrid habían dado en todo momento la razón a los periodistas de investigación.

Por segunda vez, el programa de Risto y de La Fábrica viene a constatar que las verdaderas alcantarillas circulan por sus instalaciones. Para sustentar sus planteamientos se sirven de dos periodistas del diario podemita de Roures – Carlos Enrique Bayo y Patricia López- y del letrado con más antecedentes penales, Emilio Rodríguez Menéndez.

Patricia López acusa de «cloacas» a una serie de periodistas que durante años han desvelado los grandes casos de la Transición: GAL, Fondos Reservados, Escuchas del Cesid, Saqueo de Marbella, Paesa y Roldán, Urdangarín, Pujol, financiación irregular de Podemos, las cintas de Juan Carlos y Corinna… Una serie de exclusivas que copan el ‘top 10’ del periodismo español.

López, que trabaja para el magnate Roures cuya firma Mediapro fue multada por los tribunales de Nueva York al pago de más de 22 millones de euros por comprar con mordidas a directivos de la FIFA, se dedica a dar lecciones de ética y deontología periodística en el programa de Risto.

Patricia López y AUSBANC

En un momento de la emisión, una voz en off acusatoria señala que Luis Pineda disponía de dos medios de comunicación que había utilizado a su antojo: la revista AUSBANC y Mercado de Dinero. Y sentencia: «Desde sus páginas habrían disparado a entidades como Cajamadrid». Minutos después, aparece la “cloacóloga” López hablando de los sumideros periodísticos. Y el espectador se ve envuelto en una gran confusión. ¿Se refería a ella misma la trabajadora de Público, la misma que hizo de portavoz de los independentistas catalanes en la Plaza de Cibeles? Un gran equívoco porque la reportera trabajó en 2015 durante más de 300 días para la revista AUSBANC. Un año en el que cobró fondos de la «corrupta» AUSBANC sin enterarse de las supuestas extorsiones.

Igualmente, resulta estridente que aparezca como maestro de ceremonia del programa Carlos Enrique Bayo, quejándose de que unos periodistas manipularon la cinta de la reunión entre policías y espías. Escandaloso porque Bayo se ha especializado en la grabación y difusión de cintas manipuladas de entrevistas sin el conocimiento de sus interlocutores. Grabó al comisario García Castaño – a quien López suele llamar en sus artículos ‘El Gordo’-, a Villarejo en una reunión con colaboradores de Podemos y a Victoria Álvarez, la testigo del ‘caso Pujol’. Las cintas fueron reproducidas de manera tergiversada.

Bayo, en uno de los momentos estelares del programa, se queja de que unos periodistas muy malos llegaron a publicar dosieres contra Garzón por la “guerra sucia” contra ETA. Los GAL, uno de los casos más peliagudos de la historia del periodismo español, en los que nunca el reportero de Roures se retrató.

El periodista de Público, en todo caso, no necesitaba recorrer muchos pasos para encontrar a los fustigadores de Garzón. El ejemplo lo tenía muy cerca, en su propia casa. Basta repasar el libro de su padre Eliseo Bayo, GAL: punto final, para comprender quiénes lavaban la imagen del Gobierno de Felipe González y pretendían edulcorar la “guerra sucia” contra ETA.

Los lectores no necesitan leer las 318 páginas del libro, salpicado de patrañas y alucinaciones. Basta con echar un vistazo a la contraportada en la que el autor hace un resume de su obra. «Casi nada de lo que se ha dicho hasta ahora de los GAL responde a una base cierta. La opinión pública ha sido manipulada. Vera y Barrionuevo no crearon los GAL ni les dieron cobertura de ningún tipo, sino que fueron ellos, como se documenta en este libro, quienes desmontaron la estructura conspirativa que hizo posible la guerra sucia».

Vera y Barrionuevo fueron más tarde condenados por el Tribunal Supremo por el secuestro en 1983 por un comando de los GAL del ciudadano francés Segundo Marey.

Y Bayo padre continúa con su fábula: «Utilización de testigos falsos, manipulación de testimonios, presiones y coacciones a los implicados, enemistad manifiesta de un juez (Garzón), falsificación de documentos para hacerlos pasar por piezas oficiales de los servicios secretos, encarcelación de personalidades por la declaración de testigos más que dudosos. Si se demuestra que todo esto ocurrió con el escándalo judicial de los GAL, se trataría de un golpe de Estado de proporciones desconocidas». ¿Les suena el discurso?

Y en eso llegó Menéndez

Y, por último, los productores de La Fábrica y Risto echan mano para descalificar a varios periodistas del personaje más desacreditado de la abogacía española. Un tipo que ha sido condenado, prófugo de la Justicia, encarcelado y que pronto volverá al banquillo para enfrentarse a una petición fiscal de 42 años de cárcel por nueve delitos, según ha informado Confilegal.

Se trata del letrado José Emilio Rodríguez Menéndez, más conocido por ‘El Turbio’, que utiliza las cloacas de Risto y La Fábrica para ajustar cuentas con los periodistas que, gracias a sus investigaciones, lo metieron en chirona.

La primera condena contra Menéndez fue en julio de 2002. La Sección Primera de la Audiencia Provincial de Madrid lo sentenció a dos años de prisión por la distribución, en 1997, de un vídeo de contenido sexual del entonces director de El Mundo, Pedro J. Ramírez.

La segunda sentencia se produjo en febrero de 2005. La Sección 17 de la Audiencia de Madrid lo condenó por un delito continuado contra la Hacienda Pública a 6 años de prisión, multa de 24.753.698,52 euros y a indemnizar con 1.839.716,85 euros a la Agencia Tributaria.

Antes de ingresar en prisión, Rodríguez Menéndez se fugó a Argentina, donde fue detenido. Poco después fue extraditado a España para cumplir su condena.

Para Risto ese era el perfil de su personaje estrella, sin suda alguna el más adecuado para aportar luz a las oscuridades de las cloacas.

En un momento de la entrevista, el sagaz reportero de TEM pregunta a Menéndez si ha pagado a periodistas. Como no podía ser de otra forma, el ilustre letrado contesta que sí. Insiste el intrépido entrevistador y le pide que le aporte nombres. Cuando parece que el abogado del ‘Nani’ y de la ‘Dulce Neus’ va a soltar la lengua, se produce un silencio. ¿Un fallo de edición? ¿Un defecto de la tarjeta de sonido? ¿Qué ha sucedido si hace unos días en Todo es Mentira, en una pieza de promoción, apareció Menéndez afirmando que había pagado dinero a los periodistas Manuel Cerdán -quien suscribe este artículo- y Antonio Rubio, de El Mundo?

¡Censura! ¿Por qué la dirección de TEM no se atrevió a reproducir la misma acusación contra los periodistas si la patraña ya estaba consumada y los efectos penales también? ¿Se creían o no se creían a Menéndez?

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