Santiago Carrillo fue el responsable de la matanza de 5.000 personas en Paracuellos
El uso partidista y selectivo que el PSOE y Podemos hacen de la Memoria Histórica no puede borrar los crímenes cometidos por destacas figuras políticas de la izquierda como el ex secretario general del PCE Santiago Carrillo, al que todos los historiadores señalan como el máximo responsable del asesinato de cerca de 5.000 personas en las matanzas de Paracuellos de Jarama.
Estas ejecuciones masivas se prolongaron durante cerca de un mes, a partir del 6 de noviembre de 1936, cuando el presidente socialista Francisco Largo Caballero decide trasladar el Gobierno a Valencia, dado que las tropas de Franco se aproximaban a Madrid.
Santiago Carrillo contaba entonces 21 años y se había convertido en el secretario general de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSC), fruto de la alianza entre las organizaciones juveniles del PSOE y el Partido Comunista. Carrillo logró que, antes de abandonar la capital, el Gobierno de Largo le nombrara responsable de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid.
Fusilados por ser católicos
En este cargo debía decidir el futuro de los más de 5.400 presos políticos que permanecían hacinados en las cárceles madrileñas desde el principio de la guerra. Entre ellos había numerosos religiosos, y muchos otros que se encontraban en la cárcel, sencillamente, porque habían sido señalados por ser católicos.
En la noche del 6 de noviembre, ya bajo la responsabilidad de Santiago Carrillo como consejero de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid, se inician las primeras «sacas»: traslados de presos que, en grupos de 400 o 500, son conducidos a Paracuellos de Jarama para ser fusilados. El objetivo no era otro que evitar que fueran liberados cuando las tropas de Franco llegaran a Madrid.
Las matanzas de Paracuellos se prolongaron desde 6 de noviembre al 4 de diciembre de 1936, aunque algunos historiadores sitúan el comienzo de los asesinatos un poco antes, a finales de octubre. Santiago Carrillo en ningún caso podía alegar que desconocía estos hechos, pues varios políticos de la República y representantes internacionales intentaron mediar para frenar las ejecuciones.
La checa de Fomento
Ya el 7 de noviembre, tras la noticia de los primeros fusilamientos registrados la madrugada anterior, el cónsul de Noruega, Félix Schlayer, se había dirigido personalmente a carrillo para pedirle que frenara estos asesinatos y garantizara la seguridad de los presos. Pero el joven líder de las Juventudes Socialistas le respondió airadamente que los presos no corrían ningún peligro. Los fusilamientos se habían iniciado sólo unas horas antes.
De la logística del traslado de preso y los fusilamientos se encargó el Comité Provincial de Investigación Pública (conocido como la checa de Fomento), bajo la responsabilidad de Santiago Carrillo y su número 2, Segundo Serrano Poncela, al que había nombrado director general de Seguridad.
El historiador británico Paul Preston señala que Santiago Carrillo quizá «no fue quien dio las órdenes, que seguramente vinieron de Moscú y de la cúpula del partido en España, ni tampoco ejecutó la matanza, pero sí fue un elemento clave en su organización. Su responsabilidad va mucho más allá de lo que él nunca ha reconocido ni públicamente ni en sus memorias».
Y luego dedicó buena parte de su vida, sobre todo tras el restablecimiento de la democracia, a borrar la huella de aquellos crímenes esparciendo «abundantes falsedades y confusiones deliberadas», señala Preston, quien cifra entre 2.000 y 5.000 el número de personas asesinadas en Paracuellos.