Sánchez se apropia de la residencia real de La Mareta con la excusa de que así «promociona el turismo»
En 2015 se firmó un convenio por el que La Mareta lo gestiona la Secretaria de Estado de Turismo
El objetivo de ese acuerdo era ceder la residencia a "instituciones internacionales y figuras de la cultura"
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Pedro Sánchez, presidente del Gobierno en funciones, utiliza cada verano para sus vacaciones la residencia real de La Mareta aprovechando un convenio firmado por el Gobierno de Mariano Rajoy por el que Patrimonio Nacional cedía esta residencia, regalada por el rey Hussein de Jordania a Juan Carlos I, para «la promoción turística» de la isla de Lanzarote y de «la marca España».
La excusa que esgrime en respuestas oficiales el Ministerio de la Presidencia para que año a año Pedro Sánchez, su familia, sus amigos y su perra acudan estas instalaciones públicas es ese convenio. Un texto que cuando se firmó en realidad tenía el propósito de que «mandatarios o representantes de instituciones internacionales o figuras del mundo de la cultura, entre otros, sean invitados a hospedarse y disfrutar de las instalaciones de La Mareta, para contribuir así a la promoción y refuerzo de la marca España, en general, y de Canarias y la isla de Lanzarote, en particular».
Se firmó en 2015. Mariano Rajoy nunca llegó a disfrutar de vacaciones ahí. Prefería Galicia o Doñana. Ahora La Mareta se ha convertido en el coto privado de Sánchez y su entorno más íntimo. El líder socialista dejado a un lado su apartamento de vacaciones de Mojácar (Almería) para abonarse a la pensión completa de La Mareta. Canarias es un lugar habitual de relax de mandatarios internacionales como Angela Merkel, que se alojaba en La Gomera, o su sucesor, Olaf Scholz, que se instaló en otro complejo en Playa Blanca (Lanzarote).
La web de Patrimonio Nacional aún recoge la referencia del convenio para «ceder la utilización de la Residencia Real de La Mareta a la Secretaría de Estado de Turismo del Ministerio de Industria, Energía y Turismo». El acuerdo se firmó el 2 de diciembre de 2015 por parte del entonces ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria y por el presidente de Patrimonio Nacional, Alfredo Pérez de Armiñán, en los mismos jardines exteriores de La Mareta.
Mediante este convenio Patrimonio Nacional, «por expreso deseo del Rey [Felipe VI], se facilita la utilización de la mencionada Residencia Real como bien al servicio de los intereses de España, poniéndola a disposición de la Secretaría de Estado de Turismo para la promoción y defensa de los intereses turísticos de España en el ámbito de sus competencias».
En teoría, sobre el papel, la Secretaria de Estado de Turismo debía «compensar a Patrimonio Nacional por los días de utilización y en concepto de costes estimados de suministros, servicios y medios propios». «Patrimonio Nacional tomará las medidas oportunas para que la Residencia Real sea apta para el desarrollo de los actos propuestos, y supervisará y autorizará tanto las instalaciones finales que se requieran como los aforos que se establezcan», se estipulaba.
El convenio, asimismo, contemplaba «la posibilidad de que se adhieran otras instituciones estatales, así como el Gobierno de Canarias, que ya he manifestado su voluntad de suscribirlo». Sin embargo, Sánchez llegó en Nochevieja de 2018 a estas dependencias y quedó prendado. Previamente, la Nochebuena estuvo en la finca de Las Marismillas, en el Parque Nacional de Doñana, donde había descansado ese mes de agosto. Sin embargo, fue llegar a Lanzarote y cogerle el gusto a esta isla de origen volcánico, perfilada con un toque urbanístico único del artista César Manrique.
La residencia se construyó por orden del rey Hussein de Jordania en los años 70. Él nunca se hospedó en el complejo a pesar de que era habitual de Lanzarote. Únicamente su hijo disfrutó de esta residencia en su luna de miel. En 1989, la Casa Real jordana cedió la residencia al rey Juan Carlos I.
La Mareta encuentra su nombre por el agua que ahí se recogía antes de construirse. Es una antigua casona al borde del mar que precisamente fue remodelada por gurú local, César Manrique. Le dotó de su sello único que marca la mayor parte de la arquitectura local: escasa altura, fachadas blancas con puertas y ventanas verdes y grandes espacios de jardines, lagos artificiales y piscinas. Por otra parte, dispone de un espacio propio para invitados, canchas deportivas, un helipuerto y acceso directo al mar. Precisamente Sánchez fue captado en bañador explorando esa zona rocosa que conecta con el Océano Atlántico, uno de los puntos más cercanos del archipiélago a Marruecos y al Sáhara Occidental.
Antes del convenio, La Mareta alojó a cancilleres alemanes (Helmut Kohl y Gerhard Schröder), a presidentes de Chequía y Kazajstán y al expresidente de la URSS, Mijail Gorbachov y su esposa Raisa, que cada tarde realizaban largas caminatas por Costa Teguise. También José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero acudieron en alguna ocasión.
Los Borbones vivieron ahí varios días clave. En 1993 acudieron tras la muerte del conde de Barcelona, don Juan, en abril; y entre esas paredes perdió la vida acompañada por sus hijos, nietos y bisnietos la madre del Rey, María de las Mercedes, en enero de 2000. De ahí que Juan Carlos no quisiera volver.