Los retos de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno
Pedro Sánchez ha sido elegido presidente del Gobierno con el apoyo de 180 diputados repartidos entre Podemos, los independentistas de ERC y PDeCAT y los proetarras de Bildu. Los retos que tiene Sánchez por delante, con únicamente 84 diputados, y una mayoría de socios de lo más variopintos desembocará en unas negociaciones complejas.
Este viernes el secretario general del Partido Socialista, Pedro Sánchez, se ha convertido en nuevo presidente del Gobierno. La votación de la moción de censura a Rajoy presentada por el propio Sánchez ha conseguido desalojar de La Moncloa a Mariano Rajoy. Los apoyos de fuerzas independentistas, nacionalistas vacos y podemitas convertirá en un verdadero quebradero de cabeza para Sánchez llegar a cualquier tipo de consenso con un gobierno dependiente de unas fuerzas tan atomizadas.
Prespuestos
El capítulo de los Presupuestos va a ser uno de los primeros escollos en la presidencia de Sánchez. El socialista, ya presidente, aseguró a los nacionalistas del PNV que mantendría lo pactado en los Presupuestos aprobados recientemente por Mariano Rajoy.
Sin embargo, este mismo viernes, a las pocas horas de convertirse en nuevo presidente del Gobierno, Pedro Sánchez ha podido comprobar que mantener su promesa no será un camino de rosas. Podemos, PDeCAT, Bildu, ERC y Compromís –cinco de los socios que han apoyado la censura a Rajoy– han presentado este mismo viernes sendos vetos al proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado.
Esta decisión de los grupos, argumentada en que consideran que no responden a la desigualdad y que incluso la “cronifican”, es el primer test para el nuevo presidente, que consiguió el apoyo del PNV en la moción con el compromiso de respetar el pacto alcanzado por los vascos con el PP.
La duda ahora es si el PP decidirá hacer alguna variación en los Presupuestos, en cuyo caso tendrían que volver al Congreso para su ratificación. El debate es la semana próxima -5, 6 y 7 de junio- y la votación, el 19.
Reforma laboral
Uno de los grandes logros del gobierno de Mariano Rajoy fue aprobar la reforma laboral que ha propiciado la vuelta a la creación de empleo, tras encontrarse el país con unos niveles de paro superiores al 20%, Rajoy, de la mano de Fátima Báñez, ha ido arañando puntos al paro –todavía queda por recuperar– lo que unido a las cifras de crecimiento han propiciado la recuperación económica tras el desastre que supuso la gestión del socialista José Luis Rodríguez Zapatero.
Uno de los caballos de batalla de Pedro Sánchez como candidato de la oposición al gobierno del Partido Popular sería acabar con la reforma laboral. «Lo primero que hará el PSOE será derogar la reforma laboral de Rajoy para recuperar los derechos de los trabajadores», ha repetido hasta fechas recientes.
En esta tarea seguro que encuentra el apoyo de Podemos, enemigo público de la reforma de Rajoy que propició el crecimiento de la economía. La respuesta de Bruselas, en cambio, será bien distinta. La reforma laboral fue una de las tareas que impuso Bruselas para no tener que rescatar a España, como hizo con Grecia. Además, el giro de Rajoy ha sido puesto como ejemplo en toda Europa –hasta Macron ha planteado realizar una reforma laboral en Francia semejante a la española– por lo que las autoridades europeas no verán con buenos ojos que se desande el camino andado.
Territorialidad
Este será uno de los capítulos más controvertidos del futuro Gobierno de Pedro Sánchez. Primero, porque para recabar los apoyos de los independentistas catalanes el líder del PSOE deberá realizar concesiones de manera inmediata. Pese a que Sánchez ha recalcado que sus decisiones no se saldrán en ningún momento del marco constitucional, PDeCAT y ERC pedirán a cambio nuevas concesiones soberanistas, incluso volver a investir al prófugo Carles Puigdemont como presidente de la Generalitat.
La tensión que existe en estos momentos en Cataluña, donde independentistas y ciudadanos a favor de la unidad chocan prácticamente todos los días, donde se atacan sedes de partidos como Ciudadanos, será otro punto caliente que deberá resolver de inmediato Pedro Sánchez.
El racista Torra, al que Pedro Sánchez afeó los mensajes de odio que difundió contra los españoles, ya se ha ofrecido a negociar –no sabemos el qué– con Pedro Sánchez una situación que desbloquee la crisis catalana. Poco podrá hacer Sánchez con respecto a los pasos que den tanto el Tribunal Supremo como los tribunales catalanes, pero deberá realizar gestos para contentar a sus nuevos socios políticos. Y está por ver si de nuevo se produce un desafío contra el Estado de derecho si Pedro Sánchez será capaz o no de volver a aplicar el artículo 155 de la Constitución
Guerra lingüística
Cataluña no es la única Comunidad Autónoma sometida a la dictadura lingüística de su gobierno. Baleares, con la socialista Francina Armengol, ha sufrido en los últimos meses un deterioro de la convivencia por culpa de las imposiciones lingüísticas del gobierno del PSOE. Exigencias de alto conocimiento de la lengua catalana han provocado el éxodo de médicos y otros profesionales presionados por la autoridades para aprender y usar el catalán en sus centros de trabajo. Hasta para tocar en la Orquesta Sinfónica de Baleares se exige un nivel mínimo de catalán.
Lo mismo está sucediendo en Valencia y Navarra, donde sus respectivos gobiernos imponen en los colegios, desde la educación infantil, el conocimiento del catalán y el euskera, respectivamente, lo que ha provocado la movilización de una parte de la sociedad civil que defiende el uso del castellano y no su exclusión.
Elecciones
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, descarta celebrar elecciones generales de manera inmediata. Uno de los argumentos utilizados por Sánchez es el de realizar cuanto antes las reformas que, según él, necesita el país y dar estabilidad ante las tensiones, especialmente territoriales, que vive en estos momentos España. En la misma línea, Podemos, su socio en la moción de censura a Rajoy, también descarta la convocatoria electoral, que muy probablemente sólo beneficiaría a Ciudadanos, a tenor de las últimas encuestas de intención de voto.