Malestar en el PSOE con Sánchez por el retraso del acuerdo con Puigdemont: «Nos está humillando»
Puigdemont retrasa el acuerdo para la investidura de Sánchez por su exigencia de amnistiar a presuntos corruptos
Las negociaciones entre el PSOE y Carles Puigdemont para la investidura de Pedro Sánchez impacientan a muchos en Moncloa y en Ferraz. Los socialistas, según les había trasladado el presidente del Gobierno en funciones, presumían que esta semana Sánchez ya habría sido investido. Pero las exigencias incesantes de Puigdemont lo han impedido. De ahí que algunos dirigentes del PSOE, incluso muy cercanos al candidato, adviertan desesperadamente que el ex president «nos está humillando».
Hace más de una semana que el PSOE iba vendiendo a la opinión pública, a través de filtraciones a periodistas y medios cercanos, que el acuerdo con Puigdemont para investir a Sánchez estaba a punto de cerrarse. De hecho, se esperaba que fuera el pasado jueves cuando se estampase la firma de los representantes del PSOE y Junts en un mismo documento. Pero la desconfianza de Puigdemont respecto a Sánchez y algunas peticiones concretas, difíciles de encajar jurídicamente, retrasan el acuerdo y la investidura.
Fuentes conocedoras de la negociación aseguran que «cuando parece que está cerca de cerrarse el acuerdo, Puigdemont siempre sitúa algún elemento nuevo sobre la mesa que lo retrasa». Algo que genera desazón en Moncloa y en Ferraz. En público prácticamente nadie habla de que se pueda llegar a torcer todo. Que las negociaciones se rompan y España se vaya a una repetición electoral el 14 de enero. Pero sí admiten que «está jugando con nosotros» y «nos está poniendo en una situación muy complicada ante nuestros propios cuadros y nuestro electorado».
Físicamente en Bruselas, ciudad a la que ha viajado en distintas ocasiones a lo largo de la última semana, es el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, el que pilota las negociaciones con Puigdemont para que la investidura de Sánchez llegue a buen puerto. El presidente del Gobierno en funciones, que a diferencia de lo que hizo con Oriol Junqueras ha evitado contactar telefónicamente con el ex president de la Generalitat, ha rechazado que sea ningún ministro de su gabinete el que hable directamente con Puigdemont.
Precisamente el hombre que negocia en nombre del PSOE, al que se le atribuye el fracaso electoral de Juan Espadas en Andalucía, es otro de los elementos que inquietan a muchos en Ferraz. Hay cierta desconfianza en Santos Cerdán. Más aún teniendo en cuenta que, a excepción de Sánchez y algún colaborador cercano más, pocos saben lo que está ocurriendo. Muy pocos tienen detalles de la negociación más allá de lo que trasciende a los medios de comunicación. Algo que aumenta esa incertidumbre y tensión por el hecho de que las cosas no estén saliendo como querían. Lamentan que «no podemos defender lo que se está acordando porque no sabemos de qué se está hablando exactamente».
Los negociadores, en especial el entorno de Sánchez, les recetan «paciencia» a los suyos. «Todo está encauzado y saldrá bien», les explican. Si bien lo que se vive estos días en Bruselas, con Puigdemont y Cerdán sin tan siquiera verse las caras pese a haber estado a menos de 300 metros, y con un intercambio constante de documentos que son revisados por los servicios jurídicos de ambos partidos, dan fe de que las cosas no van tan bien como les dicen. Como mínimo respecto a los planes iniciales.