La disolución de ETA

Javier, escolta en el País Vasco desde 1997: «Yo no he visto todavía el fin de ETA»

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Borja Jiménez

Javier fue escolta en el País Vasco y en Navarra entre 1997 y 2015. Años duros, que le han causado problemas psicológicos y que le han dejado «marcado de por vida». Igual que las víctimas del terrorismo, no se cree el fin de ETA, y recuerda en una entrevista para OKDIARIO que en el País Vasco no se puede salir a la calle con la camiseta de la Selección, ni pensar distinto sin ser «señalado».

Javier comenzó su carrera como escolta en 1997, apenas una semana después del asesinato de Miguel Ángel Blanco. Su primer trabajo fue de escolta para el Partido Popular, aunque después estuvo con otros partidos como el PSOE o UPN o incluso protegiendo a jueces.

Según el ex escolta, la situación no ha mejorado mucho desde 1997: «Dependiendo de a quién le preguntes ha mejorado o no». «Evidentemente, en el País Vasco y en Navarra sigue habiendo gente señalada, sigue habiendo gente amenazada y, a día de hoy, la normalidad no sé para quién será, porque para la gente democrática, para la gente normal, la gente civilizada, que no usamos las armas para matar ni para imponer nuestras ideas, no está normalizada la situación», opina.

«En el País Vasco y en Navarra sigue habiendo gente señalada, sigue habiendo gente amenazada»

«Yo no he visto todavía el fin de ETA. ¿Que han dejado de matar? No es nada nuevo. Llevan ya unos años sin matar gracias a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, no nos engañemos», continúa Javier, que se pregunta «¿Qué es terrorismo? ¿El que mata, el que señala o el que dispara?». «Habría que empezar a definir qué es terrorismo y a quién denominamos terrorista. Los que señalan o los que dan datos, los que se ‘chivan’ de otras personas que piensan diferente, ¿no es terrorismo? Yo tengo muchas dudas al respecto», expone.

«Hace no muchas semanas, en la localidad de Orcoyen, en un pueblo de Navarra cercano a Pamplona, se realizaron una serie de pintadas contra el grupo municipal de Unión del Pueblo Navarro, con unas dianas. En otras localidades también han aparecido pintadas», recuerda Javier, que cree que «puede ser que, a lo mejor, los partidos estén diciendo a su gente que lo suavicen y no lo denuncien, o quizás alguien lo está paralizando desde una institución más alta. No sabría decir…».

«Desde Madrid lo ven todo muy bonito, pero a pie de terreno la cosa no es tan fácil».

El fin de los escoltas

A día de hoy los escoltas se encuentran prácticamente todos en el paro. Ni siquiera hay escolta por violencia de género. En Navarra directamente no hay y, de los 3.000 escoltas que estaban trabajando en el País Vasco, hay unos 30 ahora, según Javier, que incide en que «El Ministerio del Interior nos engañó, nos marcó un gol por la escuadra. Decían que se nos iban a recolocar y no ha sido así. Es mentira. A día de hoy, en todas las prisiones que hay por España te puedo decir que no hay más de 20 escoltas. Hay vigilantes de seguridad, que no se complican la vida».

«El Ministerio de Interior nos dijo que se nos iban a recolocar y no ha sido así»

«Te aseguro y garantizo que la totalidad de los escoltas estamos felices y contentos de que a día de hoy ETA haya dejado las armas, obligados, claro, por las Fuerzas de Seguridad del Estado. Yo me alegro a nivel personal. Nadie quiere eso. Habría que preguntarle a las instituciones más altas si les interesa o no que haya terrorismo, porque el terrorismo ha sido un negocio para muchos, no sólo para los escoltas. Porque los escoltas nos hemos jugado la vida, y las empresas de seguridad que no se jugaban la vida han ganado también mucho. Porque, si un escolta ganaba 3.000 euros, ¿cuánto ganaría la empresa?», se pregunta

«Yo tengo la conciencia tranquila de que mis protegidos están a salvo y haciendo su vida normal, entre comillas».

«Tengo varios recuerdos muy duros. Entre otras cosas las tensiones vividas en el Ayuntamiento de Hernani, donde éramos personas non-gratas, donde no éramos bien recibidos y donde la tensión era palpable. Tensiones en Ayuntamientos donde teníamos que atravesar grupos de mucha gente insultándonos y escupiéndonos mientras protegíamos a la persona para que no saltara alguna mano entre la muchedumbre», recuerda Javier.

«Quizás mis recuerdos más desagradables son los funerales a los que he tenido que acudir de concejales del PSOE o del PP que fueron asesinados porque no tenían escolta, y en concreto tengo uno, Froilán Elespe Inciarte, concejal del PSE/EE y teniente de alcalde de Lasarte (Guipúzcoa), en el que nosotros estábamos comiendo con nuestro protegido, que era otra persona, y nos avisaron de urgencia de que se había producido un atentado. En escasos minutos llegamos desde San Sebastián a Lasarte, y cuando llegamos no había más que una patrulla de la Ertzaintza, el cadaver estaba tirado en el suelo dentro del bar, le acababan de pegar varios tiros, y tuvimos que ayudar a la Ertzaintza a colocar incluso el cordón policial para que la gente no accediese», rememora el ex escolta.

«Psicológicamente he quedado marcado para el resto de mi vida»

«Para mí el final del terrorismo de ETA habrá llegado cuando se esclarezcan los más de 300 asesinatos que faltan por resolverse, cuando cumplan íntegramente sus condenas, cuando en las calles del País Vasco y de Navarra se deje de señalar, de amenazar y de pegar a la gente, cuando en las calles del País Vasco y Navarra uno pueda circular con la camiseta de la Selección española tranquilamente sin miedo a que te apuñalen. No hemos superado la Guerra Civil, como para superar el terrorismo… Tendrán que pasar muchos años para el fin de ETA. Bastantes», concluye.

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