Callada y sin levantar la mirada: el primer Consejo de Ministros de Irene Montero tras su purga
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Irene Montero está «devastada» tras ser purgada por parte de Yolanda Díaz de las listas que Sumar presentará de cara a las elecciones del 23 de julio. La ministra de Igualdad, «el principal activo político de Podemos», según la secretaria general de su partido Ione Belarra, no optará a ocupar un escaño en la próxima legislatura.
Eso ha provocado que la dirigente podemita «ya no vaya con la chulería que iba antes», explica una ministra del ala socialista. En el Consejo de Ministros de este martes, el primero en el que coincidía con Díaz tras confirmarse que no irá en la candidatura, Irene Montero estaba callada y con la mirada hacia abajo. Sin prácticamente cruzar mirada con la vicepresidenta segunda y líder de Sumar durante el encuentro. Una actitud parecida a la que ha mantenido en sus manifestaciones públicas y a través de las redes sociales en los últimos días. Mientras su pareja, Pablo Iglesias, y otros parlamentarios de su propio partido y socios como Gabriel Rufián salían en su defensa.
Irene Montero, según fuentes presentes en la reunión del Consejo de Ministros, «estaba como ausente» e interactuando «prácticamente sólo con su compañera Belarra». Sin alzar la voz en la mesa de reunión del gabinete ministerial, donde ha fijado con dureza el posicionamiento de su formación política como ha venido haciendo durante estos años. Llegando a «situar sobre la mesa ultimátums» para forzar al PSOE a «pasar por el aro» para no poner en peligro la estabilidad.
La ministra de Igualdad, que ya fue desautorizada meses atrás por Pedro Sánchez con la reforma de la ley del sólo sí es sí -que el PSOE acordó con el PP-, está viendo estos días cómo se desmorona toda su carrera política. Con un veto directamente impuesto por parte de los suyos que los morados tratan de revertir con fuertes presiones al equipo de Díaz para que la acabe incluyendo en las listas. La vicepresidenta no tiene intención de ceder.
Desde la salida de Pablo Iglesias del Gobierno, hace ya dos años, la ministra de Igualdad ejercía de lideresa oficiosa. A punto de perder todo el poder que mantenía hasta el momento, tanto en el Gobierno como en el grupo parlamentario, Irene Montero ha cambiado completamente su actitud. «Ya no adopta su actitud chulesca ni grita para imponer su pensamiento», dice de ella una ministra del ala socialista que la trata semanalmente. De hecho, los ministros del PSOE repiten a menudo que con Montero «es imposible trabajar». Una opinión generalizada que, sin embargo, cambia en el caso de Ione Belarra. «Con ella si se puede llegar a acuerdos», explica otra ministra y dirigente socialista.