Las 24 horas que cambiaron la opinión de Sánchez: así se decidió el cierre de la producción no esencial

Pese a negar hasta 24 horas antes que iba a paralizar la producción, Sánchez tenía sobre la mesa esa posibilidad desde hace varios días

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Pedro Sánchez durante una intervención en el Pleno del Congreso sobre el coronavirus.
Joan Guirado

Viernes por la mañana, Palacio de La Moncloa. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, acompañado de los ministros Margarita Robles, Fernando Grande-Marlaska, Salvador Illa, José Luís Ábalos y María Jesús Montero, ocupa una de las seis sillas dispuestas en una mesa redonda del Departamento de Seguridad Nacional.

Como viene siendo habitual, desde el decreto del estado de alarma, saluda por videoconferencia a 14 de sus ministros –solo faltan Carmen Calvo, Irene Montero y Carolina Darias, de baja las tres por Covid-19– y les hace una pregunta: «¿Qué os parece endurecer las medidas de confinamiento paralizando la producción no esencial?».

Horas antes de lanzar esa pregunta a sus ministros, el jefe del Ejecutivo había encargado un informe a la ministra de Industria, Reyes Maroto, sobre qué actividades deberían parar y cuáles deberían continuar operando para garantizar los servicios básicos. Esa misma mañana había trasladado a sus socios del PNV que no preveía ese escenario. No era la primera vez que lo decía. Los vascos no han escondido su enfado por sentirse engañados.

El encargo se produjo esa misma semana minutos después de asegurar, en el Pleno del Congreso de los Diputados, que esa medida no estaba sobre la mesa. Pero sí lo estaba, y desde hace días. Una semana antes, una fuente solvente de Moncloa apuntaba a OKDIARIO que «la siguiente medida, si la hay, será parar la actividad laboral».

Todos los ministros expresaron su opinión. Los de Podemos, con Pablo Iglesias a la cabeza, aplaudieron la idea de Sánchez que, en el Pleno del miércoles, le había solicitado el portavoz de la formación morada Pablo Echenique. También se lo había pedido a gritos ERC, EH Bildu y Quim Torra, que ya le ha agradecido la decisión. En el PSOE había más recelo. El sector más ortodoxo del Ejecutivo, liderado por Nadia Calviño, expresó sus dudas sobre la efectividad de una medida que antes tomó Italia.

El Consejo de Ministros siguió con otros temas sobre la mesa. Se trataba de una reunión extraordinaria cuyo objetivo principal era la prorroga del estado de alarma para 15 días más. Como hoy, al término del encuentro, las encargadas de dar explicaciones fueron Montero, Díaz y ese día Salvador Illa. Pocas novedades más allá de la prohibición de despedir trabajadores mientras el estado de alarma siga vigente. Una medida que resultó ser fake.

24 horas más tarde, tras reunirse con el Comité Técnico y el Comité Científico que hace un seguimiento de la Covid-19, Sánchez cambia de opinión. Las cifras de la evolución de la epidemia en nuestro país que le ponen sobre la mesa no son buenas. De hecho, según explican fuentes conocedoras, son mucho peores de las que reconoce en público el Gobierno. Los expertos, con el catalán Antoni Trilla al frente, le aconsejan reducir todos los desplazamientos y eso conlleva paralizar la mayoría de la producción.

Pegado al móvil, y tras una ronda de consultas a su equipo más cercano –Calvo, Ábalos, Adriana Lastra e Iván Redondo–, Sánchez decide de forma unilateral que debe ordenar el cierre de las actividades laborales no esenciales. Es mediodía y en Moncloa comparece Fernando Simón. El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias asegura en rueda de prensa que en algunos lugares de España se ha llegado al pico. En un despacho cercano, Sánchez activa a la maquinaria mediática y pide a su equipo que le prepare una declaración institucional para las seis y media de la tarde.

La convocatoria a los medios de comunicación, mediante mensaje de Telegram, llega a las 17.46. Es sábado y la gran mayoría de periodistas descansan en su casa junto a sus familias. Pese a tener la certeza que comparecería el fin de semana ya no se le esperaba para esa tarde. Los mensajes van y vienen entre informadores y miembros del Gobierno.

Pocos saben qué va a decir y los que lo saben no quieren contarlo. Minutos antes de aparecer en la sala de prensa de La Moncloa comunica la decisión a su Gabinete y les emplaza a un Consejo de Ministros extraordinario para el domingo. Además se pone en contacto también con los líderes sindicales y patronales.

Tras varios minutos cargando contra los socios europeos, cebándose especialmente con Alemania y Ángela Merkel, sin ninguna autocrítica por su gestión, salta la bomba. Pese a alardear a diario, como consigna gubernamental, que España había tomado las medidas más restrictivas de la UE y del mundo, Sánchez vuelve a seguir los pasos de Italia y, con más de 5.000 muertos, decide paralizar el país. Si antes todos los días eran lunes, según el Jefe del Estado Mayor de la Defensa, ahora el Gobierno quiere que todos los días sean domingo. Película, manta y sofá… el plan para los próximos nueve días.

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