El nuevo PSOE pasa de la marcha constitucionalista mientras el antiguo acude de la mano de Borrell

PSOE
Josep Borrell junto a Xavier García Albiol, en la manifestación de este domingo (Foto: EFE)

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ha dado la espalda a la manifestación que este domingo ha reunido a más de un millón de personas para defender la unidad de España en las calles de Barcelona.

Uno de los discursos más aplaudidos de la marcha ha sido la del ex ministro socialista Josep Borrell, quien desde el escenario ha realizado un vibrante alegato contra el nacionalismo: «Las fronteras son las cicatrices que la historia ha grabado a sangre y fuego. No levantemos más, porque bastante dolor hemos tenido que soportar».

Sin embargo, ni Pedro Sánchez ni ningún miembro destacado de su Ejecutiva se han dejado ver entre los manifestantes. El PP ha estado representado por dirigentes como la ministra de Sanidad, Dolors Montserrat; la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes; el líder del PP catalán Xavier García Albiol, el vicesecretario de Comunicación Pablo Casado y el ex presidente de Baleares José Ramón Bauzá.

En cambio, los socialistas han recurrido a figuras de segundo nivel, o de la vieja guardia, como el ex ministro Celestino Corbacho, el secretario de Organización del PSC Salvador Illa o el secretario segundo de la Mesa del Parlament, David Pérez.

Felipe González contra el golpe de Estado

El secretario general del PSC, Miquel Iceta, había enviado a los militantes un correo electrónico en el que les invitaba a acudir a las dos convocatorias del fin de semana: las concentraciones del sábado a favor del «diálogo» (promovidas fundamentalmente por Podemos y los independentistas) y la manifestación del domingo en defensa de la Constitución.

Este correo electrónico es el mejor reflejo del doble juego que está realizando Pedro Sánchez ante la crisis de Cataluña. Reflejo a su vez de las dos almas en las que ha quedado dividido el PSOE, desde la tormentosa dimisión y posterior reelección de Sánchez como secretario general del partido.

La vieja guardia del PSOE se ha alineado inequívocamente con la defensa de la unidad de España. Este mismo fin de semana, el ex presidente Felipe González ha rechazado cualquier fórmula de «mediación» para Cataluña y ha señalado que Rajoy debería aplicar, cuanto antes, el artículo 155 de la Constitución para suspender la autonomía de Cataluña y frenar el golpe de Estado de Puigdemont.

Y el ex vicepresidente Alfonso Guerra ha advertido públicamente: «No se puede negociar con los golpistas, hay que actuar». Por su parte, la presidenta andaluza Susana Díaz se ha apartado de la línea de Pedro Sánchez y ha apoyado en el Parlamento autonómico una moción de Ciudadanos en contra del desafío independentista.

El pacto en casa del millonario Roures

Mientras tanto, Pedro Sánchez ha entrado de lleno en el juego de los secesionistas. Primero, con la propuesta para reprobar a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría en el Congreso de los Diputados por las cargas policiales del 1-O. Destacados dirigentes socialistas como el ex presidente de Castilla-La Mancha José María Barreda han considerado especialmente inoportuna esta iniciativa, por considerar que hay que respaldar al Gobierno ante un golpe de Estado contra la Constitución como el que impulsa Puigdemont.

A continuación Pedro Sánchez se ha dedicado a hacer seguidismo al líder de Podemos, Pablo Iglesias, con continuos llamamientos al «diálogo» y la «mediación» para resolver el problema de Cataluña. Y ésta es precisamente la estrategia pactada por Pablo Iglesias y Gabriel Rufián en casa del millonario Jaume Roures: tras el referéndum ilegal del 1-O y el simulacro de declaración de independencia del próximo martes, los separatistas buscan desesperadamente que algún organismo internacional ofrezca su «mediación» para resolver el conflicto de Cataluña.

Los secesionistas saben que es la única forma de que la declaración de independencia llegue a gozar de algún tipo de reconocimiento internacional, dado que el referéndum del 1-O en el que los ciudadanos pudieron votar tantas veces como quisieron, y en el que los propios independentistas se encargaron de realizar el recuento, carece de cualquier credibilidad.

Lo último en España

Últimas noticias