Energía

Vamos a volver a la Edad Media: expertos avisan de que la próxima sequía no será de agua y será mucho peor

La sequía
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

A lo largo de la historia, siempre hemos asociado la palabra «sequía» con la falta de agua. Sin embargo, según las últimas advertencias de expertos y empresarios del sector tecnológico, la próxima gran sequía tendrá que ver con algo todavía más preocupante: la falta de electricidad. El desarrollo acelerado de la tecnología, especialmente en el terreno de la inteligencia artificial, está provocando un aumento sin precedentes en el consumo energético mundial.

Cada búsqueda, cada consulta a un chatbot y cada imagen generada consume energía. Y ese consumo, según las proyecciones, está creciendo a un ritmo tan acelerado que podría superar la capacidad de producción eléctrica en apenas unos años. En este contexto, algunos expertos ya han puesto sobre la mesa escenarios pesimistas.

La gran sequía de electricidad

Según los últimos análisis, si no se encuentran soluciones rápidas y sostenibles, buena parte del mundo podría retroceder más de cinco siglos en términos de calidad de vida, enfrentándose a cortes prolongados de electricidad, sistemas de comunicación inestables y un colapso parcial de la vida moderna. No se trataría de un regreso literal a la Edad Media, pero sí de un retroceso a una sociedad mucho más limitada.

Inteligencia artificial: el motor del consumo

En los últimos años, uno de los factores que más está contribuyendo al incremento del consumo energético es la inteligencia artificial generativa. Los modelos de última generación requieren una capacidad de cálculo gigantesca, basada en millones de chips y tarjetas gráficas de alto rendimiento.

Según estudios recientes, las últimas actualizaciones de estos sistemas consumen hasta 33 veces más energía que los algoritmos tradicionales. Esto significa que cada respuesta que un modelo ofrece a un usuario no solo implica el uso de un software avanzado, sino también el funcionamiento simultáneo de miles de procesadores que necesitan estar refrigerados en enormes centros de datos.

En 2022, el consumo energético de estos sistemas se estimaba en unos 460 TWh (teravatios hora). Las previsiones apuntan a que para 2026 esa cifra podría superar los 1.000 TWh, una cantidad equivalente al consumo eléctrico total de países enteros como Japón o Alemania.

Elon Musk y la alerta mundial

Uno de los primeros en advertir públicamente sobre esta situación ha sido Elon Musk, quien ha lanzado aviso contundente: «la próxima escasez será de electricidad».

Con esta frase, el magnate pone sobre la mesa un escenario en el que, más allá de las dificultades con materias primas o combustibles fósiles, el mundo podría enfrentarse a un déficit global de electricidad en los próximos años. Según Musk, la cantidad de chips necesarios para sostener la inteligencia artificial crece a un ritmo tan elevado que en poco tiempo no habrá suficientes recursos energéticos para mantenerlos en funcionamiento.

Musk ha ido incluso un paso más allá y ha pronosticado que «comenzaremos a ver las primeras señales de crisis energética el próximo año», en gran medida porque el desarrollo de la inteligencia artificial avanza «en un factor de 10 cada seis meses».

Medidas insuficientes

La situación actual se puede describir como una auténtica carrera contrarreloj. Mientras gigantes tecnológicos como Meta, Google, OpenAI o Tesla empujan los límites de la inteligencia artificial y la computación avanzada, sus desarrollos exigen una infraestructura energética cada vez más grande. En paralelo, los gobiernos tratan de responder con medidas que van desde la regulación del sector tecnológico hasta la inversión en renovables.

Aunque se están adoptando medidas, éstas parecen ir por detrás del problema. Las energías renovables se presentan como una de las mejores alternativas para los próximos años. En países con gran potencial, como España o Estados Unidos, se están impulsando proyectos de gran envergadura que buscan abastecer no solo a hogares, sino también a sectores industriales y tecnológicos de alto consumo. Sin embargo, las previsiones muestran que el consumo seguirá creciendo a un ritmo muy superior a la capacidad instalada de renovables.

En este escenario, algunos expertos plantean que es momento de volver a poner sobre la mesa la energía nuclear, una de las fuentes más estables y capaces de proporcionar grandes cantidades de electricidad en periodos cortos. Mientras las energías renovables dependen del sol, del viento o de las condiciones meteorológicas, las centrales nucleares pueden operar de manera continua, garantizando un suministro constante. De hecho, varios países europeos que habían iniciado planes de cierre de sus centrales han optado por ralentizar esa estrategia o incluso revertirla, conscientes de que la demanda energética futura no se podrá cubrir sólo con renovables.

Lo que está claro es que el tiempo juega en contra. Cada año que pasa la demanda aumenta, y cada avance tecnológico exige un respaldo eléctrico mayor. Si no se logra un equilibrio rápido, la humanidad podría enfrentarse a lo que ya se denomina como la «sequía eléctrica», un escenario en el que la falta de energía limitaría el progreso y nos obligaría a replantear nuestro estilo de vida.

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