Crisis empresarial

De Quinto, el Saracho de Abengoa: no tiene nada que perder y saldrá a hombros si salva la empresa

El expresidente de Coca Cola y exdiputado de Ciudadanos es el elegido de los pequeños accionistas

La lucha de poder entre los minoritarios y Santander, junto con la marcha atrás de Andalucía, acerca el concurso

Marcos de Quinto defiende que Abengoa es viable y confía en la ayuda de la Junta de Andalucía

Santander responde al golpe de Estado en Abengoa con la conversión de créditos impagados en acciones

De Quinto, el Saracho de Abengoa: no tiene nada que perder y saldrá a hombros si salva la empresa
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Eduardo Segovia
  • Eduardo Segovia
  • Corresponsal de banca y empresas. Doctor y Master en Información Económica. Pasó por El Confidencial y dirigió Bolsamanía. Autor de ‘De los Borbones a los Botines’.

Marcos de Quinto, expresidente de Coca Cola España y exdiputado de Ciudadanos es la gran esperanza de los pequeños accionistas de Abengoa, que esta semana han destituido a Enrique Urquijo como presidente. De Quinto está en una posición parecida a la que tenía Emilio Saracho cuando cogió las riendas de Banco Popular: no tiene nada que perder (la quiebra es el escenario más probable con él o sin él) y, si consigue salvar la compañía, saldrá como un héroe.

El martes pasado, fecha en que vencía la última prórroga para llegar a un acuerdo de refinanciación, los pequeños accionistas se hicieron con el poder de la matriz, Abengoa S.A. (vieja Abengoa) y destituyeron a su presidente, Gonzalo Urquijo, si bien no pudieron nombrar como sustituto a Marcos de Quinto porque el consejo saliente lo impidió. La intención de una asociación que los agrupa es impugnar esa resolución.

Si finalmente logran colocar a De Quinto en la presidencia, este se encontrará en lo que en la jerga empresarial se llama una situación win-win. Ahora mismo, la salvación de la nueva Abengoa, AbenewCo, que es a la que se ha traspasado todo el negocio, se antoja muy difícil. Y más con el enfrentamiento entre los minoritarios de Abengoa S.A. -un holding que posee el 77,5% de AbenewCo- y los acreedores. Por ello, si finalmente va a concurso, nadie podrá culpar a De Quintos. Se dirá que llegó demasiado tarde o que por mucho que hiciera, la suerte ya estaba echada. Nadie habría podido salvarla.

Pero si consigue un acuerdo con los bancos y los fondos que sustituya al alcanzado en agosto -que dejaba a Abengoa S.A. con solo un 2,7% de AbenewCo, razón de la rebelión de los minoritarios- más favorable para los pequeños accionistas y que permita a la compañía seguir viva, saldrá a hombros por la puerta grande por lograr lo imposible. Aparte, claro está de volver al foco mediático tras su salida de Ciudadanos. Esta misma semana, ha concedido ya varias entrevistas, y eso que no está nada claro que finalmente vaya a ser presidente.

Una situación similar a la de Saracho

Emilio Saracho se encontraba en una situación similar cuando accedió a la presidencia de Banco Popular a principios de 2017 tras otro golpe de Estado en el consejo de la entidad que destituyó a Ángel Ron. La diferencia es que entonces no era del dominio público la crítica situación del banco, mientras que la insolvencia de Abengoa es conocida desde 2014, cuando los bancos la salvaron del concurso por primera vez y muchos de ellos vendieron sus deudas a fondos de los llamados ‘buitres’ a muy bajo precio porque las consideraban irrecuperables.

Pero Saracho, como De Quinto ahora, sabía que el Popular era inviable en solitario y que, si no tomaba medidas, acabaría en resolución (los bancos no entran en concurso, sino que se les aplica una normativa especial europea). Pero creyó realmente que era capaz de conseguir su salvación y por eso aceptó la presidencia. Si lo hubiera conseguido, habría puesto el broche de oro a su brillante carrera de banquero de inversión en JP Morgan. Como no lo logró, siempre puede decir que la situación era muy difícil, que se la encontró y que no se le puede culpar a él que solo estuvo 108 días en el banco.

En realidad, su exceso de transparencia al decir públicamente que el banco no era viable y que requería una nueva ampliación de capital o su venta a otra entidad aceleró su caída en bolsa, las bajadas de rating y la retirada final de depósitos que provocó su falta de liquidez y su resolución.

De quinto contra Ana Botín

De Quinto, como presidente in pectore de Abengoa, ya ha empezado a poner en marcha su proyecto. Ha dicho que está al habla con los acreedores para tratar de renegociar el plan de refinanciación, se ha mostrado conciliador con Urquijo -dice que los dos deben dar un paso atrás en favor de una tercera persona- e incluso ha tomado una primera medida no demasiado original: pedir a la Junta de Andalucía que cumpla su promesa de aportar 20 millones de liquidez, cuyo incumplimiento lleva retrasando (prórroga tras porórroga) el cierre del acuerdo desde septiembre, con constantes ultimátums por parte de la empresa.

No obstante, no tiene demasiados apoyos para llevar adelante su estrategia. Pare empezar, los empleados se oponen a su llegada, algo que tiene bastante lógica: amenaza el plan acordado en agosto que garantizaba sus puestos de trabajo. Si los minoritarios se enfrentan a los acreedores, estos llevarán a AbenewCo (nueva Abengoa) a concurso y ellos se quedarán en la calle.

Por tanto, la clave está en la actitud de los acreedores. Y no tiene pinta de que vaya a ser muy favorable a De Quinto. Como ha adelantado OKDIARIO, el principal acreedor, Banco Santander, ha respondido a la toma de control de los minoritarios en la vieja Abengoa con un plan para transformar una serie de créditos impagados en acciones de AbenewCo que le den suficiente capital para controlar la filial y dejar de nuevo sin poder a los pequeños accionistas.

Dado que otros acreedores tienen dudas sobre la legalidad del movimiento, el banco que preside Ana Botín ha pedido un informe a Uría que lo aclare. Si finalmente lleva a cabo su plan, la rebelión de los minoritarios se diluirá como un azucarillo y Marcos de Quinto, aunque presida la vieja Abengoa, será irrelevante. En caso contrario, tendrá que elegir entre negociar con el nuevo presidente (apasionante batalla De Quinto contra Botín) o tirar la toalla e instar el concurso definitivamente.

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