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Qué pasa si no presentas la declaración de la renta

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Agencia Tributaria
Benjamín Santamaría
  • Benjamín Santamaría
  • Economista, analista, conferenciante y máster de educación. Redactor de economía en OKDIARIO y autor de "La economía a través del tiempo" en el Instituto Juan de Mariana

¿Alguna vez se ha planteado dejar de presentar su declaración o ha llegado tarde al plazo? Ahora que se acerca el fin del plazo de presentación de este tributo directo este 2023, le contamos cuáles son las consecuencias de no pagar o no ingresar a tiempo el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF). Y cuidado, pues Hacienda puede imponerle desde un recargo hasta, si es usted deudor de grandes cantidades, penas de cárcel.

Si Hacienda no le pilla

Si la declaración le sale a pagar pero desde la Agencia Tributaria (AEAT) no le han hecho un requerimiento, le aplicarán un recargo que irá aumentando un 1% por cada mes de retardo.

Por ejemplo, si usted debe a Hacienda 100 euros y tarda un mes en cumplir, deberá pagar 101 euros. Sin embargo, si se demora hasta 12 meses el importe aumentará a 112 euros. Una vez que se sobrepase el año, se aplicaría un 15% además de sumarse a la deuda los llamados intereses de demora, que son aquellos que debe pagar el moroso por el simple hecho de serlo.

Ahora, si usted hace la declaración con un retraso pero ingresa el dinero dentro de un plazo determinado, la AEAT le perdonaría el 25% del importe extra que debe. Es decir, si usted está 12 meses debiendo 100 euros y tras declarar hace el ingreso rápido, tendría que pagar 109 euros.

Si la declaración le sale a devolver, en cambio, le podrían imponer una multa de 100 euros.

Si Hacienda le pilla

Si tiene la mala suerte de que la AEAT le enviara un requerimiento (y ya no son tan fáciles de devolver pues la legislación da por notificadas casi cualquier intento de notificación al contribuyente) podrían suceder varias cosas. Si desoyera el requerimiento, se abriría inmediatamente un procedimiento sancionador.

Abierto este procedimiento, en el caso de que la declaración le saliera a devolver, la multa se multiplicaría por dos, teniendo usted que ingresar, siguiendo el caso anterior hasta 200 euros.

En cambio, si su declaración no presentada adrede y por la que le hubieran cazado, y además le hubiera salido a pagar, la cosa se pondría bastante peor. La sanción podría variar entre el 50% y el 150% de su deuda, en función del perjuicio económico que haya podido ocasionar o de si ha cometido reiteradas infracciones similares. Es decir, si usted debe 100 euros y le imponen el castigo más severo, podría tener que llegar a pagar hasta los 250 euros.

Si entona el ‘mea culpa’

Eso sí, cuando le pillan, no se acaba el mundo. La legislación tributaria también contempla una serie de reducciones para los penitentes. En concreto, si aceptara el castigo le rebajarían un 30% y, si abonara la deuda en el período que establece la notificación, descendería otro 40%.

Por ejemplo, en el caso anterior, de un descubierto de 250 euros, si lo acepta, la cifra descendería hasta los 175 euros y, si cumpliera con el límite temporal determinado, hasta 105 euros.

Eso sí, si usted insistiera en no hacer el desembolso estando en el ojo de la AEAT, la Administración podría proceder al embargo de sus bienes.

Lo peor que puede pasar

Si usted sigue sin pagar y la cantidad supera los 120.000 euros, según el artículo 305.1 del Código penal, podría llegar a entrar en la cárcel. En concreto, las penas de prisión son de uno a cinco años y la multa desde lo que se debe hasta seis veces esa cifra.

De forma que, en el peor caso, si usted tuviera que ingresar en Hacienda 120.000 euros y no lo hace podría ser privado de libertad durante cinco años y tener que pagar 720.000 euros.

Además, perdería usted «la posibilidad de obtener subvenciones o ayudas públicas y del derecho a gozar de los beneficios o incentivos fiscales o de la Seguridad Social durante el período de tres a seis años».

En definitiva, no tiene usted ninguna forma de eludir una deuda de este tipo sin que a cada paso se agrave la situación y se vea obligado a sufrir castigos peores. Multas, requerimientos, embargos… No es fácil escapar de Hacienda, pues pone tanto esmero en vigilar al contribuyente que hasta es capaz de geolocalizar los teléfonos para ver si usted vive donde dice.

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