Puig, Cirsa, Cosentino, Astara, Holtelbeds y Restaurant Bands quieren salir a Bolsa pero ninguno se atreve
El mal comportamiento del Ibex, el frenazo económico y la subida de tipos frenan las operaciones
Cosentino prevé concentrar el 60% de sus ventas en EEUU y Canadá en 2023 tras el alza de sus inversiones
Astara Move y emovili se alían para ofrecer cargar un coche eléctrico por suscripción
El fondo Cinven compra Burger King España en la mayor operación de la restauración hasta ahora
Numerosas empresas españolas se agolpan a las puertas del parqué, pero ninguna de ellas se atreve a dar el salto de momento. Nombres como Puig (perfumes), Cirsa (juego), Cosentino (diseño), Hotelbeds y Restaurant Brands tienen preparadas sus salidas a Bolsa mediante una OPV (oferta pública de venta) a la espera de un momento adecuado que no llega por la combinación de la pobre evolución del Ibex 35, el parón previsto de la economía y la subida de tipos, que complica la financiación de los inversores.
Estas compañías se dividen en dos grupos. Por un lado, están las que tienen una estructura familiar y los fundadores quieren dar el salto al parqué para «poner en valor» su participación, preparar la sucesión para la siguiente generación o dar entrada a socios minoritarios. En estos casos, es fundamental para el fundador mantener más del 51% y así asegurarse el control. Lo cual normalmente implica ofrecer un importante descuento a los inversores, ya que no van a tener ninguna influencia en la gestión de la compañía para rentabilizar su inversión.
En ese primer grupo se incluye la catalana Puig, la propietaria de marcas como Carolina Herrera, Paco Rabanne o Jean Paul Gaultier. Algunas valoraciones llegan a 8.000 millones, pero en el mercado creen que eso es inalcanzable en las circunstancias actuales y en una colocación que llegará como máximo al 49%. La almeriense Cosentino también se encuadra en esta categoría familiar, con una valoración de entre 2.500 y 3.000 millones, y ha reordenado su accionariado de cara a la OPV. En ambos casos, los bancos de inversión contratados para diseñar las operaciones son JP Morgan y Goldman Sachs.
Fondos de inversión
La otra categoría es la de empresas participadas por fondos de inversión. En este caso, estos vehículos ya han cumplido su período de permanencia y necesitan una salida para materializar sus plusvalías. En estos casos, la colocación suele ser de una mayoría del capital, lo que puede dar el control a un potencial inversor (por ejemplo, otro fondo), y eso permite unas valoraciones más elevadas.
Aquí aparecen Hotelbeds, Cirsa y Restaurant Brands. La hotelera mallorquina tiene detrás a Cinven y CPP Investments, y pretende alcanzar una valoración de 5.000 millones. La empresa de juego catalana que posee la marca Sportium es propiedad de Blackstone, que la adquirió a su fundador, Manuel Lago, en 2018 por 1.600 millones. Ahora su intención es venderla por unos 3.000. Restaurant Brands es la dueña de Burger King y Popeyes en España. Cinven adquirió la mayoría en 2021 por una valoración total de 1.250 millones e intentará colocarla por el doble.
Finalmente, Astara es la empresa de automoción del grupo vasco de logística Bergé, y cuenta con la distribución en España de marcas asiáticas como Mitsubishi, Subaru y Ssangyong. Bergé valora esta filial en unos 2.000 millones.
Muchos de estos nombres ya han intentado salir a Bolsa en el pasado sin éxito y, en algunos casos como el de Cosentino, han mantenido negociaciones con fondos de inversión como alternativa a la cotización, pero tampoco han fructificado. Según las fuentes del mercado consultadas, va a ser muy difícil que ninguno se atreva a dar el salto este mismo año, sino que lo dejarán para 2024 si el entorno mejora.
Entorno negativo
Las salidas a Bolsa necesitan un entorno favorable de mercado para alcanzar los precios deseados, y el Ibex es incapaz de mantener una tendencia alcista: aunque recupera más del 20% en lo que va de año, ha sido incapaz de superar niveles de 9.700 y ha vuelto a la zona de 9.200. Esta situación se explica por otros dos elementos que dificultan las OPV. Por un lado, la incertidumbre económica con las previsiones generalizadas de un deterioro en los próximos meses que reducirá el negocio de todas estas empresas. La incertidumbre política es menos relevante, puesto que ninguna es regulada.
Por otro lado, está la subida de los tipos de interés, que reduce las valoraciones (se hacen con una fórmula en la que los tipos pesan bastante) y hace más atractivas las inversiones sin riesgo como los bonos. Además, este factor encarece la financiación para los potenciales compradores, en especial los fondos, que suelen operar con mucho apalancamiento. Es decir, si para comprar las acciones tienen que pedir un crédito al 5,5% de interés, necesitan que la inversión genere una rentabilidad superior al menos a esa cifra. Lo cual presiona para que las valoraciones sean lo más bajas posible.
Por último, tratar de salir a Bolsa ahora supone un salto al vacío, ya que no ha habido ninguna OPV en España desde Opdenergy el año pasado. En Europa y Estados Unidos tampoco ha habido muchas operaciones, y menos aún exitosas, salvo los casos de Porsche (que saltó al parqué en Alemania hace ya un año) o el fabricante de chips Arm en Estados Unidos. «Todas están esperando a que otra se atreva y, si sale bien, irán detrás. Pero nadie quiere dar el primer paso», sentencia una de las fuentes.