Epidemia

La nueva epidemia silenciosa que crece en España y no es el covid: los médicos ya alertan de su impacto laboral

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Blanca Espada

En los últimos años, los centros de salud se enfrentan no sólo a enfermedades comunes que en algunos casos han crecido, o también se han tenido que enfrentar a la Covid-19. El crecimiento ahora se corresponde con un perfil de paciente cada vez más habitual: trabajadores que, agotados, ansiosos o directamente incapaces de seguir el ritmo, piden una baja porque ya no pueden sostener su día a día. No es una enfermedad nueva ni un brote repentino, pero sí un fenómeno que está transformando la forma en la que España entiende el trabajo y la salud. La llamada epidemia silenciosa de los problemas mentales ya está dejando un impacto visible en empresas, mutuas y familias.

Esta epidemia silenciosa no es nueva ni nació ayer. Se ha ido acumulando en un contexto de incertidumbre económica, presión creciente y falta de recursos. Tras la pandemia, lejos de mejorar, muchas personas arrastran un cansancio emocional que se deja ver en el trabajo con más claridad que nunca. Lo que antes se resolvía tirando para adelante sin más remedio, ahora termina, cada vez más, en una consulta médica. Las cifras que acompañan esta tendencia hablan por sí solas. Según AMAT, las bajas por trastornos mentales han aumentado un 176% desde 2015. En 2024 se registraron 415.374 casos, un volumen que ninguna mutua había manejado hasta ahora. Y lo preocupante no es sólo la magnitud, sino la trayectoria: cada año es más alto que el anterior.

La nueva epidemia silenciosa que crece en España y no es el covid

Cuando se repasan los datos de la última década, lo primero que sorprende es la regularidad del crecimiento. El salto no se explica únicamente por la pandemia. En 2016 ya se hablaba de 169.236 procesos y en 2018 se superaron los 222.000. Después llegó el paréntesis del confinamiento, pero fue eso, un paréntesis. En 2021, 2022 y 2023 las cifras volvieron a subir con fuerza hasta alcanzar el máximo histórico en 2024.

La incidencia mensual también confirma el rumbo: 2,18 bajas por cada 1.000 trabajadores protegidos en 2024. Un aumento del 9,55% respecto al año anterior y más del doble que hace nueve años. Para los médicos, esto supone que casi a diario aparece algún caso nuevo de ansiedad severa, depresión o estrés extremo directamente vinculado al trabajo.

Depresión y ansiedad van en aumento

Sanidad también ha puesto números a este problema. La Encuesta de Salud de España de 2023 apunta a que el 14,6% de los mayores de 15 años tiene síntomas depresivos y un 8% sufre un cuadro severo. Son niveles que no se habían visto nunca. Además, la prevalencia es claramente desigual: afecta más a mujeres y aumenta con la edad.

El uso de psicofármacos se ha normalizado de manera preocupante. Casi el 12% de la población toma tranquilizantes o pastillas para dormir y más del 6% utiliza antidepresivos. Los profesionales lo interpretan como una señal de que algo falla en el modelo de apoyo emocional tanto dentro como fuera del ámbito laboral.

El peso del trabajo en esta crisis silenciosa

La carga laboral se ha convertido en un detonante habitual. Quienes trabajan en psicología del trabajo repiten una idea: el ritmo actual es difícilmente sostenible. Plantillas ajustadas, sensación de disponibilidad permanente, teletrabajo sin límites horarios, presión por objetivos y miedo a perder el empleo forman un cóctel que termina en desgaste psicológico.

La llamada fatiga por conexión continua ha difuminado por completo la frontera entre vida personal y profesional. Y quienes más lo notan son los que carecen de apoyo emocional, estabilidad o alternativas reales. La OMS ya había avisado de que la depresión será una de las principales causas de incapacidad laboral en la próxima década. España, por lo que muestran los datos, ya está recorriendo ese camino.

Hacia un reconocimiento como enfermedad profesional

Ante esta situación, Gobierno y expertos han abierto un debate que llevaba años pospuesto: ¿deben ciertos trastornos mentales ser considerados enfermedades profesionales? La idea es que, cuando exista una relación clara entre el trabajo y el problema psicológico, la cobertura no recaiga como contingencia común.

La propuesta presentada en junio de 2025 señala que la valoración debe basarse en probabilidades clínicas, no en certezas imposibles. Aun así, reconoce que una parte importante de los pacientes identifica el trabajo como origen o agravante de su malestar.

Si la medida avanza, las mutuas asumirían un papel mayor en la gestión de estos procesos y el coste se redistribuiría entre cotizaciones empresariales y del trabajador. Para muchos profesionales sanitarios, sería un paso necesario para poner el foco en un problema que ya es estructural.

España encara ahora un desafío que no se se va a poder resolver con una sola norma ni con una campaña de sensibilización. La salud mental exige tiempo, recursos y una revisión profunda del modelo laboral actual. Mientras tanto, los datos siguen creciendo y las consultas siguen llenas. Quizá por eso los médicos hablan de una epidemia silenciosa: no hace ruido, pero atraviesa empresas enteras y condiciona la vida de millones de trabajadores. Reconocer su impacto es el primer paso para evitar que se convierta en una normalidad aceptada.

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