General Dynamics amenaza con demandar al Gobierno si le deja fuera de los contratos de Defensa
El choque se produce en la antesala de la adjudicación de 31 programas de Defensa para Europa


La tensión entre el Gobierno y General Dynamics escala en un momento clave para la industria de Defensa en España. La multinacional estadounidense ha trasladado a distintas instancias que podría emprender acciones legales contra el Ejecutivo si los nuevos contratos de programas militares se adjudican siguiendo un criterio de nacionalidad y autonomía estratégica, como marcan las directrices del Ministerio de Defensa. Según fuentes del sector, la «amenaza de demandar al Gobierno se apoya en la posibilidad de llevar el caso ante la Comisión Europea, replicando tácticas utilizadas anteriormente en otros litigios».
El choque se produce en la antesala de la adjudicación de 31 programas de Defensa para Europa, valorados en 3.800 millones de euros, de los que 31, asignados a España, empezarán a repartirse en las próximas semanas. Entre los primeros proyectos figuran un programa de lanzapuentes y otro de artillería autopropulsada, considerados estratégicos para modernizar las capacidades de las Fuerzas Armadas.
El artículo 346 y la autonomía estratégica
El Ministerio de Defensa planea recurrir al artículo 346 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea, que permite la adjudicación directa de contratos cuando está en juego la seguridad nacional. El Ejecutivo argumenta que la autonomía estratégica exige que las capacidades críticas se desarrollen y fabriquen en territorio español, con empresas de capital nacional.
Sin embargo, General Dynamics sostiene que esta interpretación vulnera la libre competencia comunitaria y abre la puerta a impugnar los contratos. Las mismas fuentes señalan que la compañía ya ha presentado una «propuesta no solicitada» ante el ministerio sobre esos contratos para cubrirse las espaldas en Bruselas y, posteriormente, alegar discriminación en caso de ser excluida. «Es la misma estrategia que emplearon cuando el Gobierno sancionó a Tess; entonces, amenazaron con demandar y finalmente la maniobra se frenó gracias a la presión del resto de compañías implicadas», explican.
Santa Bárbara, en la cuerda floja
El núcleo de la batalla es Santa Bárbara Sistemas, filial española de General Dynamics, que durante dos décadas ha mantenido un monopolio de facto en la fabricación de vehículos blindados para el Ejército. Sin los nuevos contratos, su continuidad estaría en entredicho. «Si no logran adjudicarse alguno de los programas estrella, Santa Bárbara tendría que replantear su estrategia, porque bajaría mucho su carga de trabajo», apuntan las fuentes.
La situación es aún más compleja porque General Dynamics ha vaciado progresivamente el carácter nacional de la compañía. La empresa adquirió en Alemania la división de ‘lanzapuentes’ y la incorporó a Santa Bárbara, pero posteriormente la transfirió de nuevo a su matriz germana, de modo que ya no puede considerarse capacidad española. En el caso de la artillería autopropulsada, las opciones de producción pasarían por subcontratar a terceros también extranjeros. «Utilizan Santa Bárbara como puerta de acceso a los contratos», pero luego derivan la ejecución a «filiales internacionales», denuncian las mismas fuentes.
Los informes de General Dynamics
General Dynamics argumenta que sus vehículos ofrecen la mejor relación calidad-precio y asegura que cuenta con informes que lo avalan. No obstante, estos estudios no proceden del Ejército ni del ministerio de Defensa, sino que han sido elaborados por la propia compañía y enviados directamente al departamento dirigido por Margarita Robles. “No hay una validación técnica independiente, lo que genera serias dudas sobre su fiabilidad”, remarcan expertos del sector.
El Gobierno español insiste en que la experiencia acumulada por una empresa no puede ser el único criterio de adjudicación en contratos de I+D, donde se piden soluciones innovadoras que no existen previamente en el mercado. Es precisamente aquí donde General Dynamics se siente en desventaja: su posición dominante durante dos décadas ha dependido más del control de Santa Bárbara que de la competencia abierta.