La lucrativa vida de Iván Redondo asesorando contra la industria nacional de Defensa: 700.000 € en 2024

El sector de Defensa nacional está atravesando uno de los años más complejos de su historia moderna, con distintas fusiones a la vista y otras que ya se han producido, pero en todas las compañías ha resonado durante el último año y medio el nombre de Iván Redondo. El que fuera gurú estratégico de Pedro Sánchez aterrizó en Santa Bárbara, a razón de 30.000 euros mensuales, para dirigir la línea de comunicación de General Dynamics en España, y evitar que un gran conglomerado de Defensa en nuestro país implicase un duro golpe para la compañía estadounidense.
La estrategia industrial de defensa diseñada por el Ejecutivo ha chocado de lleno con los intereses de los grandes contratistas internacionales. En especial, con la estadounidense General Dynamics European Land Systems (GDELS), filial del gigante norteamericano, que ha mantenido en los últimos años un pulso abierto con Moncloa a cuenta de los contratos de blindados y vehículos de combate. En este contexto, el Gobierno ha reforzado su apuesta para que el sector quede en manos nacionales, donde tanto Escribano Mechanical & Engineering o Indra tienen mejor posición. Es lo que pide Europa, y es lo que Margarita Robles y su ministerio de Defensa, de momento, están poniendo en marcha.
La confrontación no es menor. Los programas estrella de esta inversión son el centro de un tablero en el que las multinacionales tratan de marcar la agenda frente a la línea del ministerio, que apuesta por fortalecer la soberanía industrial, como decimos. Y en ese barro se está moviendo desde hace tiempo Iván Redondo, que ha pasado de facturar unos 3.000 euros del sector a lorgar más de 700.000 euros en el pasado año. Redondo «intenta enfangar», dicen fuentes del sector que han sido objeto de su trabajo, «vendiendo información que no se corresponde con la realidad», o «dirigiendo una estrategia de amenazas mediáticas contra el Gobierno».
Según cuentan a OKDIARIO, el propio Iván Redondo estaría también detrás de las presiones que reciben en Moncloa, para evitar el viraje completo a una estrategia nacional que pondría muy complicada la continuidad del gigante General Dynamics en Europa.
General Dynamics se hizo con Santa Bárbara (concesionalmente) para gestionar varios contratos a los que ésta última accedía casi en forma de monopolio, pero el crecimiento de Indra, Escribano y el resto de empresas nacionales amenaza con quitarle esos contratos a Santa Bárbara, dejando a General Dynamics en un apuro, puesto que la carga de trabajo de su división en España se vería muy disminuida.
Para eso ficharon a Redondo, y en eso está trabajando, tratando de que un gigante internacional, con base en EEUU, parezca europea e, incluso, española. Para eso trata que cale en el ministerio la idea de que la filial General Dynamics European Land Systems (GDELS), con sede en Madrid, es española y, por lo tanto, puede ocuparse de la estrategia nacional.
Desde el sector están «muy enfadados» con este tipo de fichajes empresariales, «vengan de donde vengan», porque están «enfangando» el normal funcionamiento de las compañías, y también «el propio cumplimiento de los contratos, que requieren muchísima discreción».
El negocio de Redondo
La tensión se ha visto amplificada por la irrupción de figuras que, tras abandonar responsabilidades públicas, han pasado a asesorar a compañías extranjeras enfrentadas al plan industrial del Gobierno. En el caso de GDELS, el apoyo externo ha venido acompañado de una rentable red de consultoras privadas. De acuerdo con la información disponible, este entramado empresarial ha multiplicado sus beneficios: de apenas 3.000 euros en 2023 a cerca de 700.000 en 2024.
El grupo se estructura en torno a seis sociedades distintas (Grupo Redondo Global SL, Redondo Kapital SL, Erre y Asociados Consultores de Comunicación SL, Opina 360 SL y Redondo y Asociados Consultores Políticos y de Estrategia SL, entre otras), todas bajo control familiar. Desde estas firmas es desde donde Redondo habría canalizado esos contratos de asesoría, en un movimiento que el Ejecutivo interpreta como una maniobra para debilitar la apuesta nacional y favorecer a los grandes contratistas internacionales.
El pulso con General Dynamics se ha hecho visible en la adjudicación del último programa de blindados, pero no será la última disputa que matendrán.
Más allá de la disputa empresarial, el fondo del conflicto es político y estratégico. Mientras los grandes contratistas internacionales buscan asegurar cuotas de mercado en un momento de expansión del gasto militar, el Gobierno intenta cumplir con Bruselas y blindar la capacidad tecnológica española, convencido de que la autonomía en defensa es tan importante como la pertenencia a la OTAN.