El final del ciclo expansivo: nuevas alertas disparan el pesimismo sobre la economía española
La situación para España se complica con el paso de los meses. La desaceleración que vive la economía, sometida a un entramado de tensiones e incertidumbre, sigue acechando al crecimiento previsto. Con un entorno donde las tensiones políticas, así como las comerciales, continúan acrecentándose, la economía española sufre un mayor deterioro en sus previsiones. Previsiones, como es de esperar, externas, pues hasta ahora, el Gobierno de España se ha referido a la economía como un problema donde no hay cabida para la preocupación.
Preocupación que, por el contrario, si comparten otros organismos, instituciones y entidades financieras, así como los principales think tanks del país. De acuerdo con las últimas previsiones realizadas, la economía española sufrirá un deterioro mayor del previsto para este año. En consonancia con las previsiones realizadas por organismos como el Fondo Monetario Internacional, los indicadores sintéticos que hacía públicos la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) muestran un mayor pesimismo para una economía que, a priori, mostraba una mayor robustez y resistencia.
La OCDE, en su conjunto de publicaciones, emitía las nuevas lecturas del indicador compuesto CLI. Un indicador que, agregando una serie de magnitudes macroeconómicas y variables, trata de sacar una previsión de las tasas de crecimiento futuras de un país con alto grado de precisión. Indicador que, mientras pronostica un comportamiento más estable para aquellas economías que estaban comportándose peor, para España la situación se revierte, mostrando una lectura más pesimista de lo esperado y previendo un peor comportamiento que el resto de homólogos que forman parte de la Unión Europea.
El indicador de la OCDE, que trata de medir en un intervalo de 0 a 10 la capacidad de crecimiento de una economía en particular, registra un nuevo decremento para la economía española. Mientras el mes pasado veíamos el indicador en los 98,8 puntos, los nuevos registros a la baja sitúan el indicador en los 98,58 puntos. Un retroceso que supone el peor dato registrado para el indicador desde 2013. Una situación que pone de manifiesto la fatiga prevista de la economía nacional, ya previsto anteriormente por otros indicadores.
Así, la economía española sigue cosechando alertas negativas sobre el futuro económico del país. Alertas que parecen no tenerse en cuenta cuando giramos la mirada y la llevamos a sede parlamentaria, que sigue bloqueada ante la imposibilidad de lograr un Gobierno y que está todavía pendiente de unos nuevos comicios que traten de desbloquear la investidura. Mientras tanto, algunos partidos políticos tratan de desviar la atención a otros sucesos como la exhumación del dictador Franco, o la posible, y nefasta, revalorización de las pensiones.
La economía española sigue sin tener a una formación política en el parlamento que trate de, en primer lugar, gobernar, así como una estabilidad que, en segundo lugar, aporte una capacidad al país para sacar las reformas pertinentes para dar respuesta a los problemas, tanto estructurales como coyunturales, que posee la economía española. Seguimos sin Presupuestos desde los acordados por el Gobierno de Mariano Rajoy. Pero lo más preocupante sigue siendo la incapacidad de gobernar, en un escenario donde ni la investidura de un presidente está siendo posible.
La situación es más complicada de lo que parece. Recordemos que España posee grandes fallos en su sistema que acaban convirtiéndose en una vulnerabilidad cuando hablamos de posibles futuras recesiones en el escenario económico. Hablamos de que el indicador compuesto para España, en contraste con el decremento que ha sufrido el conjunto de países miembros de la OCDE, muestra una mayor incisión en la economía; es decir, el futuro de la economía española se muestra más pesimista que en otros países. Situación que, como decía, vuelven a dar relevancia a los discursos que, junto al consenso de economistas liberales, se ha ido desarrollando todos estos meses atrás, en los que se resaltaba la mala situación que vive una economía desacelerada, apagada, desde 2015.
Los crecimientos previstos no son buenos, a la vez que seguimos sin una opción política de gobierno comprometida con la necesidad de planes alternativos, adaptados a la nueva situación política. Hasta el propio Funcas -think tank económico- hacía una revisión a la baja de las previsiones, situando el avance del PIB para este año en el 1,9%.
Un repunte que, de acuerdo con los organismos mencionados, sufrirán un mayor deterioro en 2020 y 2021. De acuerdo con las estimaciones, los crecimientos oscilarán entre el 1,9% y el 1,6%; con lo que podemos observar que la economía española está viviendo un claro escenario de ralentización de la actividad.
Estamos ante el final de un ciclo expansivo. Los crecimientos comienzan a moderarse y, mientras, los gobiernos tratan de dar respuesta con paquetes de estímulos que traten de postergar esa indeseada desaceleración económica. Todos los gobiernos menos el de España, que sigue tratando de autocomplacerse diciendo que estamos ante una desaceleración económica “poco preocupante” y que hay “margen para crecer”.
No obstante, como se suele decir, la realidad siempre acaba saliendo a la luz, y negarla no produce ningún efecto positivo; pues suele ser al revés, ya que no se provoca una conciencia de hacia donde vamos y puede derivar en acciones equívocas que nos haga incurrir en errores futuros que podían haberse evitado.
En resumen, estamos ante una nueva alerta que, junto a las de creación de empleo, las de creación de empresas, la productividad, los PMIs, así como todo un conjunto de indicadores, muestran una clara visión de hacia donde está derivando nuestra economía.
Como dijo el Fondo Monetario Internacional, es tarea del gobierno tratar de aportar una nueva visión, adaptada, como poco, a un diagnóstico verídico y real de nuestra economía. El fallo en el diagnóstico, o en la percepción del mismo, puede llevarnos a una situación que, como la actual, provoque la toma de decisiones equivocadas, incurriendo en errores que solo dificultarán un escenario futuro.
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