Pérdida de competitividad

España retrocede 26 puestos como productor de cemento mundial en once años

Cemento
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España ha pasado de ocupar uno de los primeros puestos en la producción de cemento mundial a retroceder 26 posiciones en once años. En 2007 -a las puertas de la crisis- nuestro país era el quinto productor de polvo gris, un estatus privilegiado que perdió en 2018 bajando a la posición número 31, según los datos estimados de The Global Cement Report recogidos por Oficem. A cierre de 2018 España produjo 14,7 millones de toneladas de cemento.

Por delante de España se colocan países como Marruecos (29), Nigeria (24), Pakistan (16) o Argelia (20) donde los costes de producción son mucho más más reducidos. También salimos perdiendo si nos comparamos con nuestros socios y vecinos europeos como Alemania (19), Italia (26) o Francia (27).

La lista formada por 114 países la encabeza China, India y Estados Unidos, mientras que en la parte baja se sitúan Lituana, Bhután y El Salvador. 

Uno de los problemas que arrastra el sector cementero español es el elevado sobrecoste energético al que tiene que hacer frente. Al tratarse de una industria electrointensiva cerca el 30% de los costes de producción se dedican a pagar la factura de la luz. El sector reclama al Gobierno que cumpla su palabra y ponga en marcha un marco normativo justo que reduzca el precio del megavatio hora.

«De media, la tarifa eléctrica de una fábrica en nuestro país es un 27% más cara que la de una en Alemania y un 21% más que una en Francia. En este sentido solicitamos al nuevo Gobierno que desbloquee la puesta en marcha del prometido Estatuto de la industria electrointensiva y la aplicación efectiva del mismo», dice la agrupación de fabricantes de cemento de España.

La situación se ha visto acentuada por la evolución del precio de los derechos de emisión de CO2. Las cifras de Oficen confirman que en últimos tres años el precio se ha disparado, pasando de 5,83 euros por tonelada de media en 2017 a 24,84 euros por tonelada en 2019, lo que «lastra la competitividad de la industria europea frente a terceros países con escaso compromiso en la lucha contra el cambio climático».

El elevado coste eléctrico al que tiene que hacer frente la industria cementera ha impacto directamente en la balanza comercial del cemento. Las exportaciones han encadenado dos años y medio de caídas ininterrumpidas, con un descenso del 23% en el conjunto de 2019 y la pérdida de casi 200.000 toneladas. Por su parte, las importaciones se han duplicado hasta rozar el millón de toneladas.

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