La economía española es la locomotora de Europa con un crecimiento del 3,2% en 2016
La economía española es la locomotora de los principales países de Europa con un crecimiento del 3,2% anual al cierre de 2016, lo que supone duplicar la tasa de Alemania, triplicar la correspondiente a Francia e Italia y superar en dos veces la contabilizada en la media del conjunto de la eurozona.
El avance del 0,7% del Producto Interior Bruto (PIB) registrado en el último trimestre del ejercicio ha permitido a España igualar el crecimiento anual de 2015 evitando la temida desaceleración económica. España ha dejado definitivamente atrás la crisis con más de medio millón de puestos de trabajo creados en términos netos y cumpliendo el objetivo de déficit público pactado con Bruselas.
Así lo muestran los datos del avance de Contabilidad Trimestral publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). El crecimiento del 3,2% coincide con el previsto por el Banco de España y Gobierno, que ha servido para realizar el cuadro macroeconómico enviado a Bruselas junto al avance del borrador presupuestario de este año.
La tasa es aún provisional y hasta el próximo marzo no se conocerán los datos a nivel desagregado, por lo que es posible que pueda ser incluso una décima superior según las estimaciones de la oficina económica de la presidencia del Gobierno.
Alemania está creciendo a un ritmo anual del 1,7%, es decir, lo mismo que la media de la eurozona; mientras que el PIB de Italia está repuntando un 1% anual, lo mismo que Italia. Exceptuando países con economías menos importantes que la española (como Eslovaquia) o países rescatados con un Impuesto de Sociedades cuyo tipo es la mitad del español (como Irlanda), España ha cerrado 2016 como el país que ha logrado un mayor crecimiento del PIB.
Y todo ello a pesar del bloqueo político e institucional que ha provocado que durante tres trimestres haya estado en funciones, lo que no ha permitido realizar nuevas reformas estructurales. En todo caso, en el cuarto trimestre el crecimiento del PIB respecto al periodo julio-septiembre se mantuvo en el 0,7%, acumulando trece trimestres consecutivos de avances.
El consumo de los hogares (la tradicional demanda interna, que es uno de los principales componentes del PIB) y el impulso del sector exterior por la vía de las exportaciones, junto con un desapalancamiento (reducción de deuda) por parte del sector privado han sido los elementos internos claves que explican esta recuperación.
Las previsiones del Gobierno enviadas a Bruselas tras la revisión de su cuadro macroeconómico indican apuntan a un repunte del consumo privado del 3,4%, cinco décimas superior al contabilizado en 2015. Por su parte, las exportaciones elevan hasta el 5,8% su contribución al crecimiento de la economía. La tasa de paro, a pesar de la creación de empleo de este año, cierra el ejercicio en el 18,6%, un porcentaje demasiado alto y que duplica que la media europea.
En cuanto a los factores externos que han generado los denominados “vientos de cola”, destacan la reducción del precio del petróleo y el eterno apoyo financiero del Banco Central Europeo (BCE), que han permitido a España ser la locomotora del crecimiento en la UE.
Reformas para cumplir el déficit
A pesar de la existencia de un Gobierno en funciones, el Ejecutivo ha aprobado tres medidas fundamentales para lograr recuperar la credibilidad de los mercados internacionales y para evitar las sanciones de la Comisión Europea por no cumplir los objetivos presupuestarios. En primer lugar, se aprobó un acuerdo de no disponibilidad de 2.000 millones de euros para el Estado y de 1.500 millones para las comunidades autónomas, con el objeto de reducir el gasto público.
Además, se adelantó el cierre presupuestario a julio para evitar incrementos de partidas presupuestarias no previstas y, finalmente, se aprobó una reforma del sistema de pago fraccionado del Impuesto de Sociedades para lograr ingresos extra que permitieran cerrar el año con un déficit público por debajo del 4,6% del PIB.
Todas estas medidas convencieron a las autoridades comunitarias. Tras analizar el informe de “medidas efectivas” elaborado por España, Bruselas decidió “suspender” el proceso de déficit excesivo (que es como se conoce el procedimiento sancionador a un Estado miembro por incumplir el Pacto de Estabilidad y Crecimiento), de forma que no habrá congelación de fondos estructurales ni multa al Gobierno español.
Con estos mimbres, España se prepara para un 2017 que no va a ser fácil, ya que la rebaja del déficit público debe ser la mayor de la historia: del 4,6% del PIB al 3,1% de PIB. Para ello el Ejecutivo ha aprobado nuevas medidas fiscales que entraron en vigor el 3 de diciembre y con las que Hacienda espera ingresar 7.600 millones de euros extra.
No obstante, todo dependerá de los PGE que finalmente vean la luz en el primer trimestre de 2017, cuyas negociaciones están ahora atascadas por la exigencia del PSOE de que el PP respalde la inclusión en ls cuentas de este año de una renta mínima para desempleados con un coste de 11.000 millones de euros. El crecimiento del PIB previsto en estos nuevos Presupuestos para 2017 es del 2,5%, lo que supone una notable desaceleración pero es suficiente para seguir reduciendo el desempleo, que es la gran tarea que debe afrontar España en los próximos años.