Análisis

¡Cinismo o Libertad!

Isabel Díaz Ayuso
La presidenta de la Comunidad de Madrid y candidata a la reelección, Isabel Díaz Ayuso. (Foto: Europa Press)

«¿Con quién ibas a luchar de no ser por mi?, nadie sería rival para ti», Artemisia vs. Temistocles.

Hay adversarios que no son dignos merecedores de ser considerados rivales, hombres y mujeres que ofenden antes al que aman que al que temen, que imponen su desesperación y le llaman desnudo. Cobardes que sin duda, como decía Shakespeare, mueren muchas veces antes de morir.

Sabemos lo que somos, pero no sabemos lo que podemos ser. Y si algo tatué en mi ADN es la genuinidad. Dicen que es aquello que nos hace diferentes, esa maravillosa capacidad de persistir en una idea bajo la más absoluta Ley de la personalidad. Les ruego perspicacia, perseverancia y determinación como valores imprescindibles para esta sociedad venida a más, plagada de aburridos estereotipos y agnóstica de su propia incompetencia.

Todos somos víctimas de nosotros mismos, por mucho que nos esforcemos en cambiar, en adaptarnos, en ser lo que se espera de nosotros… al final siempre gana nuestra parte más auténtica, ¡la más animal! Lo que nos diverge es la valentía de plantear proyectos que sirvan ante cualquier tipo de adversidad, quien no coge ese tren acaba convirtiéndose muchas veces en un mediocre intento de progreso en sí mismo, vestido de palabras enturbiadas de inseguridades. La mediocridad suele ser hipócrita y muy víctima de dichas palabras, a veces es ese mismo populismo quien llevado a cabo por aquellos que hablan más que hacen, se desnuda a la misma velocidad que las palabras pasan a convertirse en hechos.

Y créanme, ¡con la Iglesia hemos topado! Tal es el victimismo y la hipocresía política que envuelve este país, que el más populista y victimista de los políticos actuales huye a la misma velocidad de un plató de radio, que le recoge su chófer personal, no vaya a ser que nos demos cuenta de que no es un taxi. ¿Cómo era aquello que trasbocaba acerca de la indecencia de los salarios públicos? Ay… Sr. Iglesias, cuántas cosas le diría que no le gustarían, una de ellas es que existe un feminismo pragmático que aprecia y valora la cultura de la caballerosidad, y un feminismo populista que si le abren la puerta ¡ladra! La fortaleza de una mujer se demuestra bajo el ímpetu que se respira en sus decisiones, en su propia valía, esa que impera ante cualquier tipo de reivindicación. Mujeres que guste o no, nos sobreponemos con una fuerza descomunal en nuestros sectores. Sea en un debate intelectual o electoral, vamos un paso por delante.

Hay quienes tratan de inventarse una historia al servicio de su proyecto y sus convicciones totalitarias. A quienes al parecer les escandaliza el discurso políticamente incorrecto de Rocío Monasterio, o la firmeza intelectual de Isabel Díaz Ayuso, pero lo cierto es que siempre es mejor una verdad dolorosa que mil mentiras encubiertas, ¿no creen? Y es que en una sociedad en la que domina más lo que piensan de nosotros, que lo que piensa uno de sí mismo, ser políticamente incorrecto para mi es una gran virtud, aún y considerándome amante del protocolo. Pero llegados a este punto, qué quieren que les diga, a mi me seduce ¡y mucho! la gente genuina, la que se muestra con total transparencia en todos sus campos, y se aleja de la burda moda de exponer incesantemente en RRSS aquello que desearía ser, y no lo que es. Por ende, aplaudidas quedan señoras. Y hablando de señoras, Ayuso se está convirtiendo por méritos propios en una dignísima adversaria política en este país. No solamente para Casado en su propia casa, sino también para Sánchez a nivel nacional aspirando meritocráticamente a coronarse como la primera presidenta de España, y no por ser un absurdo cupo más.

Isabel ha demostrado que la libertad económica concede a la sociedad un voto de confianza sobre sus propias decisiones, reflejando la hipótesis de un Estado que encomienda la responsabilidad a sus ciudadanos y que cree en que el centro de toda riqueza en una organización social parte más de la iniciativa privada, que no de la propia arrogancia de un estado redentor que se siente Santo y seña de la vida de los demás. La izquierda populista se ensancha constantemente utilizando los datos del dramatismo sanitario para defenestrar el peligro que les acecha desde la derecha, pero la única realidad es que Madrid se ha convertido en un lugar apto para emprendedores, que acoge cálidamente el progreso y se centra en el desarrollo de su comunidad, dando así confort a la capacidad de cada uno de contruir su propio camino, como el de una servidora. Tal es el miedo imperante en la izquierda española sobre la alargada sombra de la gran mujer que es Isabel Diaz Ayuso, que el vicepresidente de la España más populista de la historia se ha posicionado para intentar cortar una hemorragia, que lejos de ser efectiva, ha terminado, esperemos, con su carrera política de intento de progre comunista.

Como dijo nuestro querido Benjamin Franklin, la mentira siempre se posa sobre un pie, y la verdad sobre los dos. Cualquier proyecto social que se permita el lujo de construirse desde la hipocresía, está destinado al fracaso, y de ambos en España vamos un tanto sobrados últimamente. Hoy, el arte tiene un enemigo que se llama ignorancia, indigno de ser rival. Me temo decirles, que estamos ante una batalla que deja a las elecciones de Madrid, y a nuestro futuro, ante un plebiscito entre cinismo o libertad.

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