El Madrid de las finales
No eran halagüeños los antecedentes para el Real Madrid en esta eliminatoria ante la Juventus. Los bianconeri eran el peor rival posible al que podían enfrentarse en cuartos de final, teniendo en cuenta la historia. Los italianos son el verdugo por excelencia del conjunto madridista en la Champions League, donde les han eliminado en las últimas cuatro veces en las que se han encontrado, además en su estadio, que era un fortín hasta el asalto. Sin embargo, esto no era un cruce cualquiera. Para los hombres de Zidane era una final. Y ya se sabe lo que pasa con los blancos en las finales.
De nada valió que el club madrileño llevara casi 60 años sin llevarse un triunfo de Turín. No sirvió viendo la mentalidad de este equipo, que ha sido capaz de ganar consecutivamente las dos últimas ediciones de la Champions. Era una final para el Madrid y así lo entendieron todos, dejando el billete para semifinales -salvo descalabro- sacado.
En el ADN madridista está incluido el no perder finales y así fue. Igual que pasara ante el PSG o en todos y cada uno de los ocho títulos que ha levantado este equipo con el francés en el banquillo, el conjunto madridista se llevó la victoria. Da igual quien juegue. Aunque en esta ocasión, Zizou fue el encargado de concienciar a los suyos de que era el partido de la temporada.
Por si quedaban dudas, se llevó a todos sus hombres a Turín, incluyendo a la única baja por lesión, Nacho. Por si no bastase, alineó sobre el césped del Juventus Stadium el once con el que pasó por encima de la Vecchia Signora el pasado mes de junio en Cardiff. Mismo rival y mismos jugadores en el verde que el día de la consecución de La Duodécima.
Con todo esto, el resultado no podía ser distinto. Además de lograr dejar su portería a cero, el conjunto madridista se lleva una renta difícilmente remontable por cualquier equipo, y menos en el Bernabéu. Las ganas de venganza de la Juve se encargaron de dejarlas a un lado entre Marcelo, Isco y Cristiano a los tres minutos de juego. El 0-1 fue una losa difícil de levantar por los de Allegri, que aún así lo intentaron.
Exhibición necesaria
La noche del 3 de junio de 2017 será siempre recordada como una de las mayores exhibiciones dadas por el Real Madrid en su historia reciente. El conjunto de Zidane cumplió en todas las facetas entonces. Para esta eliminatoria, las cosas debían desarrollarse de manera parecida si querían verse en la siguiente ronda. Y así fue. El conjunto blanco se puso su mono de las finales y solventó el partido de la mejor de las formas.
Desde Keylor, vital salvando a los blancos con el 0-1, hasta Ronaldo, de nuevo el mejor. Los laterales demostraron de nuevo por qué son los dos mejores del mundo. De uno llegó un gol que marcará época, el otro inició el primero y se guisó y se comió el tercero. Tampoco se puede dejar de lado a Modric, que se agigantó en el medio, ni a Isco, que dio otro recital. Las acciones defensivas fueron solventadas de la mejor forma posible y las ofensivas, convertidas del mismo modo.
El Madrid volvió a dejar claro quién manda en Europa. De nuevo, ante un rival de entidad. En esta ocasión, la bestia negra no existió. La Juve volvió a ser ese equipo que ha perdido sus últimas cuatro finales de Champions, dos de ellas ante los blancos. Los madridistas fueron, por su parte, ese que lleva ganadas las últimas seis que ha disputado de la máxima competición continental. Será difícil, con noches como esta, impedir que continúe con su hegemonía.