Luis Enrique, ‘The Especialito One’

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Luis Enrique, en rueda de prensa. (AFP)
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Si Guardiola meaba colonia, Luis Enrique mea fuera del tiesto, que es peor y encima deja todo perdido. Su desplante a la FIFA al no acudir a recoger el premio al mejor entrenador del mundo en 2015 es la prueba de que estamos ante un tipo rarito, un buen técnico sin duda, pero también un personaje con unas extravagancias que le convierten en un ser antipático y un pelín odioso.

Luis Enrique, que se pasa la vida enfadado con el mundo, tiene todo el derecho –y mucha razón– a pensar que el Balón de Oro es un truño que se ha inventado la FIFA para montar un circo mundial en Zúrich, pero él lleva en el sueldo ser un trapecista más. El desaire no sólo se lo hace al chiringuito de Blatter y sus secuaces, sino también al Barcelona, el club que generosamente le paga.

Si Mourinho era The Special One, Luis Enrique es The Especialito One. Sus rarezas estuvieron a punto de costarle el puesto la temporada pasada, pero Lucho tuvo entonces envainársela con Messi, porque sabía que si se enfrentaba al cacique del vestuario no iba a durar ni cinco minutos en el Camp Nou. Pero como la cabra tira al monte, a la mínima le vuelven a salir a Luis Enrique esos tics de sentirse por encima del bien y del mal, como si levitara.

A todo esto, la coartada del Barça no hay quien se la trague. Lo mismo se cree Bartomeu que todos somos Dani Alves. «Luis Enrique está muy preocupado por el partido del Espanyol», dijo el presidente culé en la gala de Zúrich. Sería comprensible si hubieran empatado el partido de ida o incluso si hubieran ganado por la mínima, pero con un 4-1 no cuela. O eso o los jugadores que sí acudieron –Alves, Iniesta, Messi y Neymar– están menos preocupados por el duelo de Cornellà que su propio entrenador.

Luis Enrique tiene que aprender que ser entrenador del Barcelona no sólo es subirse a un andamio a ver los entrenamientos, ni elegir el once cada semana con permiso de Messi, ni preparar los partidos. Todo eso lo hace cojonudamente, pero ser entrenador del Barça también es guardar las formas y representar al club en un acto como la entrega del Balón de Oro es algo que, insisto, va en el sueldo. Y si Luis Enrique no lo ve, lo mismo alguien debería explicárselo. Aunque sea Messi.

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