El líder de los arreones
El Real Madrid es el líder de los arreones. Resolvió el duelo de Butarque con tres goles en ocho minutos y luego se pegó un tiro en el pie al encajar dos tantos en un decir amén. Fue una torrija propia de Semana Santa, que corrigió en un segundo tiempo disputado con oficio. James abrió el marcador y Morata firmó un hat-trick en un partido que el Madrid jugó, empezando por su entrenador, con un ojo puesto en el derbi del sábado.
Zidane puso al equipo como quien va a planchar una camiseta estampada: del revés. De los que jugaron ante el Alavés apenas repetían dos –Danilo y Nacho– y de los que jugarán el sábado contra el Atlético estaban cuatro: Keylor, Sergio Ramos, Marcelo y Casemiro. No es la primera vez que Robespierre Zizou saca la guillotina en su alineación y ruedan cabezas de las estrellas. Con Kroos, Bale y Cristiano pegados a la tele para ver a su equipo, también descansaban en el banquillo Carvajal, Pepe, Modric o Benzema, sin ir más lejos.
Enumeremos a los presentes, que divago. Keylor Navas bajo los palos y bajo sospecha. Danilo y Marcelo de laterales, con Ramos y Nacho de centrales. Casemiro en el eje, con Kovacic y James a su lado. Arriba, a falta de la BBC la delantera del MAL: Morata, Asensio y Lucas Vázquez. Once internacionales absolutos por mucho cambio que hubiera. Que se veían obligados a ganar después de que el Barça solventara el duelo ante el Sevilla con una inesperada (o esperada) placidez.
Apretó de inicio el Leganés, descarado igual que un albañil delante de una rubia. Achicaba agua el Real Madrid mientras sus mediocampistas le tomaban el pulso al partido. Una buena maniobra de Morata en la frontal, inacabada por un disparo mordido, fue el primer cántaro que el líder llevó a la fuente que custodiaba Herrerín.
El planteamiento de Mendilibar, con el manual en la mano era impecable, defensa de tres centrales muy adelantada y presión furiosa a los jugadores del Real Madrid. El riesgo, que un error al tirar la línea podía dejar a cualquier jugador blanco mano a mano con el portero. Los de Zidane, mientras tanto, trataban de madurar el duelo con paciencia. Pero en el 14 Asensio le puso vértigo a una jugada, arrancó, dividió a la defensa del Lega, avanzó, avanzó y avanzó. Se plantó en el área, se deshizo de Siova y se la puso a James para que la empujara.
Líder por la vía rápida
El gol desmelenó al Madrid, que apenas tardó dos minutos en tener la siguiente ocasión. Fue una acción individual de Danilo, cuyo tiro defectuoso de zurda se estrelló contra el poste. Y en el 17 llegó el 0-2. Fue, faltaría más, a balón parado. Lo marcó Morata en el segundo palo después de que Nacho peinara en el primero. Se demostraba otra vez que el Zidane Team tiene más peligro en un córner que Ramón Espinar en la fábrica de Coca-Cola.
Y en el 22, en menos de lo que este humilde cronista tardó en escribir el párrafo precedente, llegó el tercero del Real Madrid. Lo volvió a marcar Morata, esta vez tras asistencia de Kovacic. El centro de la zaga del Leganés era una verbena, con jugadores que rompían el fuera de juego por los lados y centrales que desprotegían el área.
Resuelto el duelo, les cuento cosas. Kovacic gobernaba el mediocampo con pulmones, pies y cabeza. Asensio impartía un clinic de controles, regates, y ruletas. Y Keylor Navas ni salía en plano, lo que siempre es un alivio para cualquier madridista. Cumplida la media hora, al líder sólo le quedaba conservar la renta en la hora siguiente para empezar a pensar en el derbi. Y en el Bayern, oiga.
Torrija en Butarque
No lo hizo. En el 31 (si antes lo digo) marcó el Leganés. Fue una arrancada de Rico que se comió Danilo por su banda. Se plantó en el área y Keylor salió a su paso en un costado. Era una salida a ninguna parte. Una más. Rico dio el pase al centro y Sergio Ramos tocó la pelota, aunque su rechace se quedó muerto en el área y allí apareció Gabriel para ganarle la espalda a Nacho y marcar el primer tanto de los locales.
Entonces el Real Madrid decidió adelantar la Semana Santa con una buena torrija. Encajó el segundo en el 34 a la salida de un córner. Siova ganó en el salto a los centrales blancos y picó la pelota para Luciano, que merodeaba por el área pequeña. Su disparo flojito y al cuerpo de Keylor Navas no fue capaz de despejarlo el portero del Madrid, que se ha construido un chalet bajo el larguero y sigue con su estadística intacta: cada tiro a puerta es un gol. Insisto: que Zidane no lo cambie es una temeridad.
Sí paró Herrerín en el 38 un remate a bocajarro de Lucas Vázquez que pudo ser el 2-4. El partido era de frenopático, menos mal que llegó el descanso para que nos desabrocháramos un poco la camisa de fuerza. Rascaba el Leganés de salida en la reanudación intentando intimidar al Real Madrid, que tocaba y saltaba para evitar las tarascadas.
Morata firma el cuarto
Y a balón parado, cómo no, también llegaría el cuarto. Fue una falta lateral botada por James que cabeceó Morata contra las manos de Mantovani, cuyo penalti no fue suficiente para evitar el hat-trick del delantero madridista. El líder volvía a poner tierra de por medio. Que podría haber sido mayor si Kovacic no hubiera desperdiciado un mano a mano ante Herrerín en el 50.
El duelo seguía loco aunque al Leganés se le iba escapando un poco el gas. Esa pérdida de fuelle de los locales contagió al partido, que encontró de repente la calma. Dominaba por estética el equipo de Mendilibar y contragolpeaba con un punto de peligro el Madrid. Intentó agitar el duelo Zidane metiendo a Isco por James en el 71. Y luego a Mariano por Morata. Y hasta a Modric por Kovacic.
Pero el partido estaba ya en estado comatoso. El Leganés no podía y el Real Madrid tenía la cabeza en otra cosa. Y así pasaron los minutos hasta que el colegiado pitó el final de un duelo que el líder resolvió en cuatro arreones. El sábado llega el Atlético al Bernabéu. Pero eso ya será otra historia.