Florentino y la táctica Rajoy

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Florentino Pérez, en una rueda de prensa en el Bernabéu. (Getty)
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Acosado por sus enemigos, Florentino Pérez está dispuesto a morir como el general Custer: con las botas puestas. Criticado, silbado y señalado, el presidente del Real Madrid mantiene la calma y ha tomado la decisión de utilizar la táctica de Mariano Rajoy: aguantar el chaparrón consciente de que la paciencia y la estabilidad son las mejores medicinas para que el equipo acabe curándose con sus propias defensas.

El camino fácil, cómodo, rápido y hasta populista sería servir al personal la cabeza de Benítez. Incluso muchos jugadores descorcharían champán si destituyen al técnico. Pero a Florentino nunca le gustó el camino fácil, sino el correcto. Por eso el presidente se ha convertido en el principal valedor –cada vez más en minoría– para la continuidad del entrenador en el banquillo. Pero a sus críticos les dará igual. Para ellos, Florentino seguirá siendo un señor que desayuna entrenadores como quien se toma un chocolate con churros.

A Florentino se le ha sacudido primero por hablar mucho con los jugadores y ahora por hablar poco. Los que le acusaban de malcriar a las estrellas pasaron a pedirle que diera la cara por ellos. También se le pegaba en sus tiempos por elegir directores deportivos que eran jarrones Ming con corbata –Valdano, Sacchi, Butragueño, Floro…– y ahora se le atiza porque el Madrid no tiene director deportivo. Haga lo que haga, a sus detractores siempre les parecerá mal.

Yo, por mucho que lo intento, no veo la culpa de Florentino en que Danilo esté más lento que un luchador de sumo, o en que Cristiano falle más goles que Higuaín, o en que la enfermería del Madrid parezca un ambulatorio de la Seguridad Social, o en que Kroos y Modric no le quiten un balón ni a un niño de cinco años, o en que a Benítez le dé un ataque de técnico ofensivo justo el día que tiene que cuidar más sus espaldas.

Florentino tiene su cuota de responsabilidad, faltaría más, y esa responsabilidad es la máxima cuando eres el presidente del Real Madrid, pero no se le puede culpar de todas las cosas que ocurren en el club, especialmente de lo que pasa en el césped, porque esa parcela verde es del entrenador y, sobre todo, de los jugadores.

Al presidente del Real Madrid, como a la mayoría de los socios, también le pide el cuerpo cargarse a Benítez y a la mitad de la plantilla, pero es precisamente en los tiempos de crisis cuando alguien tiene que mantener la cabeza fría en lugar de tomar las decisiones por un calentón.

Florentino ha elegido la táctica Rajoy: transitar por el camino más difícil, el más impopular, el que está espinado de críticas y puede que de pañoladas, pero el presidente cree que sobre la estabilidad y la confianza en el entrenador y en los jugadores puede edificarse la reconstruccción de un equipo que hoy parece destruido. Porque Florentino, como todos, sabe que el Madrid siempre vuelve.

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