Lo ha vuelto a hacer. En esta ocasión, para alcanzar el Mundial de ciclismo en ruta. Después de una nueva exhibición, en un recorrido que había sembrado dudas a los más escépticos, se ha demostrado que no hay buenos o malos recorridos. Lo que verdaderamente importa es la actitud con la que se enfrentan los ciclistas a estos trazados.
Una auténtica ratonera de calles e infinidad de curvas por la escocesa Glasgow ha servido para brindar un espectáculo sobresaliente que ha catapultado, un poco más si cabe, a Mathieu Van der Poel. Talento ciclista innato.