Amistoso: España-Brasil

Un empate nada amistoso

La selección española y Brasil firmaron un 3-3 con ratos de buen fútbol, jugadas polémicas y un arbitraje calamitoso

Vinicius estuvo desaparecido y Endrick se presentó en el Bernabéu con un gol en el primer balón que tocó

España-Brasil
España y Brasil firmaron un 3-3 en el amistoso del Bernabéu.

Una España solvente y a ratos brillante no pudo con Brasil en un partido con dos penaltis polémicos a favor de nuestra selección. El primero fue un alevoso piscinazo de Lamine Yamal que hizo picar al calamitoso árbitro portugués. El segundo, un derribo sobre Carvajal en el 86 cuanto menos dudoso. Rodri Hernández anotó ambas penas máximas y Dani Olmo logró un golazo antes del descanso. En Brasil, con Vinicius transparente, Rodrygo aprovechó un regalo de Unai Simón y Endrick se presentó en el Bernabéu con un gol en el primer balón que tocó. Y cuando parecía que ya teníamos la victoria en el bolsillo, llegó el penalti postrero de Carvajal que ejecutó Paquetá para poner el 3-3 final.

Fue cualquier cosa menos un amistoso porque los jugadores brasileños convirtieron el duelo en una reyerta en los minutos finales. Hicieron causa contra el colegiado tras el penalti que dio origen al 3-2 de España y el partido acabó en una suerte de pelea pendenciera de todos contra todos y con el colegiado negando el saludo a los futbolistas de Brasil.

El día después de las lágrimas de Vinicius era día de partido. España-Brasil, nada menos, un partido de esos que vemos cada tres lustros cuando debería ser obligatorio uno al año como una limpieza bucal. Encima en el Bernabéu, el Maracaná de Europa, coliseo sin par para embellecer un duelo entre dos selecciones aún verdes y a medio terminar.

De la Fuente sacó a los buenos. Mejor dicho, a los mejores, que no es que los del viernes sean malos, es que estos son mejores. O lo parecen. España salió ante Brasil con un equipo que será parecido, por no decir idéntico, al que empezará la Eurocopa… lesiones mediante, claro. Unai Simón cerraba España flanqueado por Carvajal, LeNormand, Laporte y Cucurella. A Cubarsí le tocaba esperar para debutar con picadores en el Bernabéu.

El centro del campo se lo repartían entre Rodri, el jefe de España, y Fabián, todocampista que es una versión española de Camavinga pero con más cabeza y menos pulmón. Tres balas por delante: Nico Williams, Lamine Yamal y Dani Olmo, que podría mediapuntear a su antojo. Arriba Morata, nuestro Haaland. Vale, me he pasao. Nuestro nueve. Y punto. No regalemos adjetivos antes de que se los gane.

Enfrente la Brasil de Vinicius, una selección también a medio hacer, compuesta y sin Ancelotti, que decidió quedarse en Madrid otro rato. En su puesto, Dorival Jr., técnico pragmático que necesita encontrar un equipo entre la era Neymar y la era Endrick. Con ausencias y dudas, Brasil siempre es Brasil y no ganó sus cinco Mundiales en una tómbola. Lo más destacado de la canarinha era su triplete ofensivo: Raphinha, Vinicius y Rodrygo.

El Bernabéu era un campo neutral con tantas camisetas rojas como amarillas. Arrancó el duelo y Brasil tardó 20 segundos en demostrar que para ellos no era un amistoso. Joao Gomes se llevó puesto a Lamine Yamal en una pelota dividida que acabó con los tacos del brasileño en la tibia del español. España salió decidida a mandar en el juego y a dominar el partido.

Manda España, rasca Brasil

Lamine Yamal quedó tocado tras la entrada de Gomes y De la Fuente puso a calentar a Pablo Sarabia. Pero el canterano del Barcelona advirtió al banquillo de que podía seguir y sus deseos fueron órdenes para el seleccionador. Y mientras tanto España seguía dominando el partido. Brasil se refugiaba en su área para capear el temporal.

Y por allí se asomó Lamine Yamal en el minuto 11 para encarar a Gomes. El extremo español se cascó un piscinazo alevoso y descarado pero el colegiado, el joven portugués Antonio Nobre, picó como un pardillo. Como no había VAR que le enmendara la plana, nos regaló un penalti que ejecutó con precisión Rodri Hernández para poner el 1-0 para España ante una selección de Brasil que tenía derecho a sentirse expoliada.

españa brasil
Rodri marca el 1-0 en el España-Brasil del Bernabéu. (Getty)

El juego de España, eso sí, era igual que el gol: un regalo. Los nuestros triangulaban rápido y ensanchaban el campo con los laterales bien abiertos y Rodri en el gobierno del juego. Hubo que esperar hasta el 16 para que Brasil se asomara al área de Unai Simón en una acción individual de Rodrygo que remató flojo y mal Vinicius.

Respondió España con una maniobra de Nico Williams, que sentó a Danilo pero pecó de egoísta al definir en lugar de ponérsela a Dani Olmo, que esperaba solito en el área pequeña. La selección estaba desatada, rota la canarinha. Pudo llegar el segundo en el 23 con un libre directo de Dani Olmo desde la frontal que se estrelló contra la barrera.

Olmo maravilla, Unai canta

Lamine Yamal e Iñaki Williams destrozaban por fuera a la defensa de Brasil. Y Dani Olmo por dentro. Así llegaría el segundo de España en el 36. El mediapunta del Leipzig recibió la pelota en el pico del área y sentó a Bruno Guimaraes primero y a Beraldo después en un trocito de césped más pequeño que un piso de estudiantes. Definió con precisión y elegancia para abrochar un gol bellísimo.

La euforia se desató en el Bernabéu pero tardó muy poco Unai Simon en echarle un vaso de agua al vino. Se vino arriba con los pies el portero de España y asistió sin querer a Rodrygo, que merodeaba por la frontal y sólo tuvo que ponerla de vaselina para marcar el 1-2 en el segundo disparo a puerta de Brasil.

Con la cantada del portero español envolvimos un primer tiempo en el que el 2-1 parcial no reflejaba con fidelidad la superioridad percibida en el verde. España no dio tregua a Brasil, pero en el fútbol de élite los regalos siempre salen caros. Después del entreacto el seleccionador brasileño hizo cuatro cambios de golpe: Pereira, Yan Couto, Andreas y Endrick, al que el Bernabéu recibió como si llevara 100 goles en el Real Madrid.

Apretó Brasil de salida y rápido respondió España con el omnipresente Rodrigo. Pero Endrick sacó su fusil. El joven brasileño demostró que tiene ángel e hizo el 2-2 en la primera pelota que tocó. Fue un centro al área en un córner y él se desenganchó de la melé de jugadores y atrajo el rechace como si sus botas llevaran imanes. La tocó de media volea con la naturalidad de un crack y a la jaula.

El efecto Endrick

Endrick había metido el partido en el microondas con su forma de correr en plan hormiga atómica. Se echó la mano al muslo derecho después de sufrir un bocadillo, pero con esas patorras de ciclista hace falta más que un golpe para sacarle del partido. España acusó el segundo tanto y el partido se tornó en correcalles.

En el intercambio de golpes tenía ventaja Brasil. La velocidad de sus tres puntas y las transiciones de la canarinha hacían daño a una España que había perdido el hilo y pedía a gritos algún cambio. Fabián trataba de echar al equipo hacia el área amarilla y recuperar la presión alta.

Lo hicimos y recuperamos el dominio perdido. Dorival Jr. quitó a Vinicius en el 70 para que se llevara una ovación del Bernabéu no exenta de algunos silbidos. Dani Olmo tuvo dos ocasiones consecutivas que desbarató como pudo el indescifrable Bento, el heterodoxo meta de Brasil. España iba ganando a los puntos pero el duelo seguía empatado y se nos agotaba el tiempo.

En el 77 Endrick se jugó la expulsión al darle tres patadas sin balón a Cucurella. El colegiado portugués, horrible todo el partido, resolvió el asunto con una amarilla que no era tal. El joven brasileño se disculpó varias veces con el lateral del Chelsea, consciente de que iba a jugar los diez últimos minutos de prestado.

En el 80 De la Fuente quitó a Morata, muy silbado por el Bernabéu, y a LeNormand para meter a Oyarzabal y Cubarsí. Se fue consumiendo el tiempo mientras Brasil firmaba el empate para regresar de su gira europea invicta. España lo siguió intentando y obtuvo el premio al filo del 85 con un penalti de Danilo Pereira sobre Carvajal. El español llegó un poco antes, el brasileño le atropelló y Dani puso el resto. La pena máxima la volvió a ejecutar Rodri y volvió a marcar.

El postrero 3-2 hacía justicia a lo que habíamos visto sobre el terreno de juego. Pero el partido no estaba acabado y en la última jugada del duelo Carvajal cometió un penalti clamoroso al agarrar a un rival desde el suelo. El árbitro le pilló, señaló la pena máxima y Paquetá anotó el 3-3 final en un partido que empezó como un amistoso y acabó como una reyerta con enfrentamientos entre jugadores brasileños, españoles y un árbitro desastroso.

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